No hay imagen más universal que la de un perro con un hueso entre los dientes. O un gato jugando con el esqueleto de un pescado. O un conejo devorando una zanahoria con los ojos cerrados. Nos lo enseñaron los cuentos infantiles, los comerciales de comida y la lógica ancestral del hogar. Si comemos arroz con pollo, la mascota del hogar también lo hará. Si tomamos desayuno con pan y queso, que el gato robe un bocado. Hemos alimentado a nuestros animales como quien hereda un hábito, como quien repite un acto de amor sin preguntarse demasiado si lo hace bien.
Pero en los últimos años, el mercado de alimentos para animales ha explotado. Ahora no solo hay croquetas de res, pollo o salmón; hay snacks para reforzar las articulaciones, latas gourmet de atún con vegetales, piensos para mejorar el pelaje, y fórmulas específicas según la edad, la raza y hasta el estado de ánimo de nuestro perro. En esa explosión de opciones, surge inevitable la pregunta: ¿qué es realmente lo mejor para nuestras mascotas?
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El dilema entre la comida casera y las croquetas siempre ha generado debates encendidos entre dueños, veterinarios y marcas. Lo cierto es que no hay una única verdad, pero sí muchas advertencias.
Lo casero no siempre es lo más sano
La alimentación casera puede ser una opción válida, pero requiere mucho más que buena intención, según sostiene Enrique Barrera Díaz, médico veterinario zootecnista de la Universidad Autónoma de México.
“Aunque parezca sencillo cocinar ciertos alimentos caseros, una dieta integral implica formular raciones correctamente equilibradas y suplementadas. Si no se consideran estos dos factores, existe un alto riesgo de generar deficiencias nutricionales a mediano plazo, lo que puede provocar enfermedades”, advierte el especialista.
Las mascotas no pueden comer exactamente lo mismo que sus dueños. De hecho, varios alimentos humanos pueden resultar tóxicos para ellos: el chocolate, la cebolla, el ajo, la palta, las uvas. Y, sin embargo, se repite la escena del perro lamiendo el plato de la cena o del gato probando la leche del desayuno. Lo hacemos por cariño, pero podríamos estar causándoles un terrible daño.
“El consumo de alimentos caseros no informado podría provocar en nuestras mascotas obesidad, que puede derivar en múltiples patologías clínicas".
Enrique Barrera Díaz, médico veterinario zootecnista de la Universidad Autónoma de México.
“El consumo de alimentos caseros no informado podría provocar en nuestras mascotas obesidad, que puede derivar en múltiples patologías clínicas, tales como artrosis, osteoartritis, diabetes, insuficiencia cardiaca congestiva, patologías respiratorias, enfermedades del tracto urinario, lipomas, hipotiroidismo, hepatopatías, insuficiencia renal, asma, patologías de disco intervertebral, entre otras”; recuerda Barrera Díaz.

Por su parte, Susy Hau Can, quien es médica veterinaria y directora de la clínica Vet to Home, es enfática: “Últimamente está de moda la alimentación casera, pero si vamos a implementarla, debemos tener muy en claro que necesitamos una guía nutricional dada por un especialista para evitar subnutrir a nuestras mascotas. Es mucho más delicado en gatos, que son carnívoros estrictos. El aporte de aminoácidos es crucial para su metabolismo”.
La ciencia detrás del pellet
Del otro lado del debate están las croquetas. Esos cilindros pequeños, duros y parecidos entre sí, que han sido el blanco de críticas y desconfianza por parte de muchos dueños de mascotas. Pero detrás de su forma simple hay un proceso complejo de análisis, formulación y control de calidad que muchos desconocen.
“Las croquetas o piensos son alimentos que llevan en su gran mayoría un proceso de investigación y análisis para garantizar un aporte nutricional adecuado, tomando en cuenta diferentes directrices en función de la edad o la etapa de vida”, explica Barrera Díaz.
“Son más económicas, de fácil conservación y al someterse a un proceso de extrusión mejoran la digestibilidad de los carbohidratos, lo que genera un mejor aprovechamiento del nutriente”.

Eso no significa que todas las croquetas sean iguales. Existen calidades comerciales, premium y super premium, y no todas cumplen con los estándares que aseguran una buena nutrición. Hau Can recomienda revisar que “los ingredientes sean altamente absorbibles y digeribles” y que los productos cuenten con el aval de nutriólogos especializados en cada especie.
“Debemos considerar que, aunque el perrito coma croquetas o alimentos caseros se necesita una limpieza dental frecuente para evitar problemas periodontales, si damos una dieta combinada hay mayor cantidad de bacterias".
Susy Hau Can, médico veterinario que dirige la clínica veterinaria Vet to Home.
“Debemos considerar que, aunque el perrito coma croquetas o alimentos caseros se necesita una limpieza dental frecuente para evitar problemas periodontales, si damos una dieta combinada hay mayor cantidad de bacterias, por lo que la limpieza debe ser parte de la rutina diaria”, define Hau Can.
En torno a las croquetas, una buena forma de evaluar si una croqueta es adecuada siempre será mirar su etiqueta: “El primer ingrediente debe ser proteína de origen animal, preferentemente magra. Siempre será preferible que las proteínas de origen animal estén entre los primeros ingredientes”, pide Barrera Díaz. Pollo antes que harina de trigo. Salmón antes que maíz.
El costo de una mala alimentación
Más allá del sabor, de la presentación o del presupuesto, lo que está en juego con la alimentación de nuestras mascotas es su salud. La obesidad, que ya afecta a la mayoría de los perros, es una de las principales consecuencias de la sobrealimentación o de una dieta inadecuada. Y detrás de la obesidad vienen enfermedades como la diabetes, la artrosis, la insuficiencia renal y las patologías cardíacas, como se mencionó líneas atrás.
“La subnutrición también puede derivar en problemas metabólicos, hepáticos, renales, pancreáticos o articulares”, apunta Hau Can. La alimentación, subraya, debe ser entendida como uno de los pilares más importantes del bienestar animal. “Una buena nutrición previene enfermedades y no debemos buscarla solo cuando haya una necesidad orgánica”.
“El principal problema que tenemos es la obesidad. Por una dieta muchas veces deficiente en aminoácidos y alta en carbohidratos que mayormente son por alimentos de baja calidad comercial”, explica además la directora de la clínica Vet to Home.

El universo de las mascotas es tan vasto como diverso. Y si bien solemos pensar que su alimentación es una cuestión sencilla, basta con elegir entre croquetas o comida casera, lo cierto es que detrás de sus dietas se esconde una complejidad que exige desmitificar muchas creencias arraigadas. Uno de los tabúes más persistentes, por ejemplo, es la idea de que una alimentación cruda —basada en carne fresca y sin cocción— es beneficiosa por su aparente “naturalidad”. La evidencia científica y la experiencia clínica, sin embargo, apuntan en otra dirección.
“La microbiota intestinal ha cambiado y es casi tan sensible como la de nosotros los humanos, es cierto que los perros tienen un ph un poco más ácido a comparación de las personas, para poder “controlar” la población de bacterias provenientes de la alimentación, pero eso los exime de las infecciones cruzadas en el alimento crudo específicamente de origen cárnico”, indica Hau Can.
Es decir, el romanticismo de volver a una dieta “salvaje” no solo es impreciso, sino potencialmente riesgoso.
Por eso, más allá de modas o tendencias, alimentar correctamente a una mascota requiere formación y asesoría. No basta con leer etiquetas o asumir que más es mejor.
“¡Ojo! Que un alimento tenga un alto porcentaje de proteína no garantiza que sea mejor. Hay que verificar el origen de esa proteína”.
Enrique Barrera Díaz, médico veterinario zootecnista de la Universidad Autónoma de México.
“¡Ojo! Que un alimento tenga un alto porcentaje de proteína no garantiza que sea mejor. Hay que verificar el origen de esa proteína”, advierte Enrique Barrera Díaz. En la nutrición animal, como en la humana, la clave está en la calidad, no en la cantidad.
En un mundo donde lo industrial a veces huele a sospecha y lo natural se viste de virtud, el verdadero alimento está, quizás, en el equilibrio. Escuchar a los especialistas, entender que cada especie mastica distinto el mundo, y, sobre todo, dejar de proyectar en ellos nuestras propias dietas y deseos, es parte del acto de domesticar sin domesticar de más. Porque una mascota no es solo un amigo de cuatro patas: es otro estómago, otro metabolismo, otra forma de estar en la vida. Y en ese vínculo —más allá del hueso, el pescado o la croqueta—, lo que se cocina a fuego lento no es solo su comida, sino nuestra responsabilidad.
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