¿El futbolista nace o se hace? Es una frase que en los últimos tiempos, gobernados por Cristiano Ronaldo y Lionel Messi, se ha puesto sobre la mesa constantemente. Por lo general, la balanza se termina inclinando por el peso del talento, teniendo como principal argumento el “se tiene o no se tiene”. Aunque ese “se tiene” se podría perder en el andar hacia la élite, ese Edén de prolongado trayecto lleno de imponderables. Uno de ellos es el dinero. Basta con recordar a Jefferson Farfán y su, hoy anécdota, por la que no se puso la crema de Universitario. “Yo fui a la ‘U’ a entrenar. Me cobraron la camiseta, los buzos, estaba misio. Si no me cobraban creo que sí (me quedaba)”. A la ‘Foquita’ lo salvó su habilidad con el balón, su madre y Alianza Lima; pero no todos corren con el mismo destino.
Para que un niño saque el título de futbolista deberá prepararse, sortear varios obstáculos y contar con el apoyo de sus padres (familia), quienes tendrán que resolver fuera de las canchas. Antes de entrar de lleno en materia, es bueno precisar ciertos puntos ya que fútbol e inversión (dinero) ocupan bastante campo, sobre todo cuando nos referimos al periodo de divisiones menores.
- Esta es la ruta de un niño en su camino de llegar al más alto nivel en este deporte. Por ello, no podemos tomarlo como ejemplo o punto de partida con el recorrido que tendría que hacer una niña. Si bien, el fútbol femenino ha crecido en los últimos años, generando cada vez mayor expectativa, sigue siendo un producto en desarrollo, con una realidad totalmente distinta.
- Hay que tener claro que en esta gran etapa formativa, que tomará la niñez y adolescencia de un chico, no todo girará en torno a la pelota. La nutrición, la parte psicológica y los estudios completarán este universo. Al ser temas tan importantes, relacionados a la carrera de un futbolista y que en la mayoría de casos deberán ser una inversión de los padres, los abordaremos en profundidad en próximas notas.
¿A qué edad deberían empezar a jugar los niños?
Los primeros años siempre estarán orientados hacia lo recreativo, sin embargo, serán parte de la formación. Mientras que a los 12 comenzará la etapa competitiva, así como las exigencias que demanda una carrera de largo aliento como la de ser futbolista profesional.
“En nuestras filiales de todo el Perú, recibimos niños desde los 3 años, una edad ideal para desarrollar la psicomotricidad y movilidad en los pequeños”, nos comenta Jersi Sócola, jefe de la Unidad Técnica de la Academia Cantolao, quien nos explica que hace varios años, la institución que destaca por su trabajo en menores, aplica una metodología implementada por el entrenador español Iván Chávez. Bajo esta estructura, consideran las siguientes etapas:
- De iniciación - 3 a 5 años.
- De aprendizaje - 6 a 12 años.
- De formación - 13 a 18 años.
- De perfeccionamiento - 18 años a más.
La Academia Héctor Chumpitaz también se ha ganado un nombre por su labor en la formación de futbolistas. De hecho, Piero Quispe, la última venta importante de nuestra liga, que no se caracteriza por exportar, salió de la escuela ubicada en Comas.
“Nosotros recibimos niños desde los 6 años, pero hay de 4 y 5. A esa edad es más un tema formativo, de disciplina, que empiece a acatar normas, convivencia, todas esas cosas. Empiezan de entrenamiento en entrenamiento. Luego a los doce años, acá en el Perú y en casi todas partes, ya empieza el proceso competitivo. Comienza el desarrollo de capacidad física, a entrenarse un poquito más llevado a que el chico llegue al alto rendimiento”, cuenta Tito Chumpitaz, quien lidera la academia.
Ernesto Arakaki, exdirector de menores en la FPF, señala que “normalmente los niños inician desde los cinco, seis años, yendo a una escuela. Después ya empiezan a perfilarse y a los 13, 14 ya comienzan a participar en los torneos federados y los mejores terminan llegando casi a reserva. Por ahí, van apareciendo ya después en el fútbol profesional”.
Todo cambia cuando nos referimos a un club. Si bien, también tienen escuelas y franquicias, para que un niño pertenezca a las divisiones menores necesita ser visto e incorporado por la institución.
José Bellina, director de desarrollo de Alianza Lima, aclara la estructura que hoy maneja el conjunto blanquiazul: “Tenemos un área específica de captación donde tenemos a dos personas encargadas, quienes de alguna manera van desarrollando una red a nivel nacional, en donde trabajan con distintas academias y equipos, tanto en Lima como en provincia. También trabajamos con algunos scouts y visores externos, que ayudan a traer a chicos al club. Actualmente, nosotros trabajamos con casi 51 academias a nivel nacional, donde traemos a chicos de todo el Perú. A los 12 años incorporamos a chicos de Lima y a nivel nacional, pero antes de los doce ya empezamos a ver a chicos de provincia para que llegada la edad en la que consideramos que puedan venir, los traemos”.
¿Academia o club?
Como ya habíamos adelantado, la realidad entre una y otro es totalmente distinta. En una academia ingresas previo pago de matrícula y mensualidad, mientras que un club te recluta. Una vez dentro, en cualquiera de los casos, las distancias se vuelven a marcar, tanto a nivel competitivo y económico, del cual hablaremos más adelante.
“Hay gente que es socia de un club y tiene ese espacio donde se puede iniciar. Por ejemplo mi hijo juega en el AELU. La mayoría de las personas no tienen ese espacio y empiezan en escuelas”, afirma Arakaki, quien antes de llegar a la Federación fue gerente de divisiones menores de Alianza. El exjugador agrega: “Lo que creo es que hasta los 9 o 10 años no hay diferencia, ya que un club se maneja como academia y estas brindan un servicio parecido: sus dos, tres veces a la semana de entrenamiento y su día de competencia”.
Por su parte, Tito Chumpitaz considera que sí hay brechas entre que un chico esté en una academia o club ya que “la competencia interna es mayor porque ‘U’, Cristal, Alianza, tienen, supuestamente, a los mejores prospectos o jugadores. Todos los chicos quieren ir a probarse en esos clubes, luego están Municipal, Boys, San Martín, Cantolao”. Sin embargo, el descubridor de Quispe destaca la principal ventaja de estar en una escuela como la suya: “En club hay más competencia, por lo que van a rotar más, seguro. En cambio, en un equipo pequeño como el de nosotros no, aquí el que es bueno jugará mucho más. Y esa cantidad de minutos hará despertar todos sus talentos. Entonces, los chicos van a ir creciendo, mejorando y superando a otros que en la ‘U’, Alianza o Cristal, por ejemplo, tienen menos horas de juego”.
Para Bellina, la principal diferencia es el talento, haciendo el paralelo entre las divisiones menores y academias o franquicias de la institución victoriana. “En Alianza tenemos la visión de tener a los mejores jugadores del país en cada una de nuestras categorías, mientras que en las academias y franquicias, si bien tienen un fin formativa, sobre todo, es algo más recreativo en el sentido que no es del alto rendimiento. En la academia puedes inscribir a un chico independientemente de las capacidades que tenga”, señala.
Pero, ¿esto significa que los niños que están en alguna de las escuelas y franquicias de Alianza no puedan ser captados? El director de desarrollo íntimo deja en claro que, normalmente, se suman a chicos de estos grupos en edades tempranas, desde los 7 hasta los 10 años, aproximadamente. “Lo que hacemos, dos veces al año, con estas academias y escuelas son campeonatos interescuelas de Alianza para que justamente los scouts de esas divisiones menores puedan ir a verlos e incorporarlos. En Sub 8 creo que habremos incorporado a seis, siete chicos de las academias. Después, en Sub 9 y 10 vamos incorporando a dos, tres, y así hasta Sub 12. A partir de ahí, no es muy común que incorporemos a chicos de academias y franquicias”, detalla.
¿De cuánto es la inversión?
Un pequeño, pero válido disclaimer: todos los profesionales con los que conversamos fueron contundentes en puntualizar que cuando se trata de un menor, siempre se hablará de inversión y nunca de gasto. Aclarado ese detalle y considerando que todo este proceso sucede a la par de la etapa escolar, entremos en materia de números. Nuevamente, recurriremos a la situación de una escuela (franquicia) y de un club. En el primer caso, en promedio, el monto estará arriba de los S/ 600, teniendo como base mínima los 500 soles.
“Realmente se manejan esos montos, ya que aparte de los entrenamientos, están los torneos que los niños juegan cada fin de semana. Es una inversión que es bastante alta”, asegura Sócola de la de la Academia Cantolao. El mundialista Sub 17 con los inolvidables ‘Jotitas’ indica que en todas las filiales de la escuela chalaca cuentan con alumnos becados y exonerados de todos pagos, “ya que consideramos que son talentosos y de bajos de recursos, brindándoles una asesoría más completa y así poder cumplir con todo su desarrollo en la parte deportiva”.
"Para becar a un chico, primero hay que detectar el talento y luego darle toda la ayuda necesaria desde el colegio hasta alimentación. De hecho, con Edison Flores uno lo veía y decías si no lo ayudamos, no va a llegar. Tiene las condiciones, pero sin la ayuda de las escuelas o de un club, imposible".
Tito Chumpitaz
En tanto, Chumpitaz comenta que “incluyendo pasajes, implementación deportiva, campos, que acá en Perú no hay por eso es que varios clubes terminan colapsando, son más de 500 soles. Acá es muy difícil porque la realidad es que el talentoso no tiene. Por eso es que muchos chicos no llegan”. Para el hijo de ‘El Capitán de América’, la balanza se equilibra con la parte familiar. “Si el chico tiene talento, el club que lo tenga va a tener que invertir. Nosotros lo hemos hecho al revés: que el tema familiar esté correcto, consolidado y ya la ayuda económica se las damos”, añade.
¿Qué sucede en las divisiones menores de un club? Aquí la figura económica cambia radicalmente para los padres. Por ejemplo, en Alianza Lima los chicos no pagan. A partir de la Sub 8 hasta la 17, todos están totalmente becados. Incluso, a algunos se les da apoyo de pasajes, dependiendo de las edades y necesidades que tengan.
“Nosotros intentamos darle todo lo que podamos a los chicos. A muchos les damos almuerzo, merienda, proteína, suplementación y una serie de cosas. Por eso, creería que la inversión de los padres es en pasajes y tiempo”, explica Bellina.
El caso
“Es un diestro veloz, con panorama y gol”. Así definen a Miguel López en la Universidad César Vallejo. No es ‘9’, pero desde su posición de extremo vive un romance con el arco rival, destacando en la categoría 2008 del club poeta, en su sede de Surco. Con 16 años, convive con el sueño de llegar al fútbol profesional, al tiempo que piensa qué carrera estudiar en su último año escolar. Sus abuelos se encargan de todo lo relacionado al balón, mientras que su madre del tema académico.
“Luego de estar en varias academias, estamos en un club en el que nuestro nieto está jugando y teniendo más roce. Vemos que está avanzando, lo vemos contento y nos genera bastante ilusión”, nos cuenta su abuelo.
A pesar de estar en las menores de la César Vallejo, la inversión que hacen es alta. Por mensualidad, pagan 230 soles, a lo que una vez al año hay que agregarle el monto por uniformes. También el desembolso frecuente de S/20 por concepto de arbitraje y las cuotas por torneos. Hay otros ocasionales, como calzado e indumentaria deportiva. Sin embargo, lo más fuerte se concentra en los pasajes. “’Lalo’ entrena dos veces por semana y el sábado juega torneo. Hace algunos meses, estuvo compitiendo en su categoría y al día siguiente en otra, dos años mayor (Sub 18). Ahora, ese ritmo de sábados y domingos se mantiene porque lo han seleccionado para un nuevo torneo. Por eso, diría que la mayor inversión se va en pasajes. Tranquilamente, sumando todo, son cerca de unos mil soles mensuales”, detalla el abuelo.
La abuela de Miguel Eduardo complementa y aclara lo expresado por su esposo: “Los campos deportivos y estadios donde se juega los fines de semana están bien lejos. Muchas veces no hay una vía directa, por lo que debemos usar el tren o metropolitano y taxi, inevitablemente. Aun así, los trayectos son largos y nos toma mucho tiempo. Prácticamente, la ida y vuelta, cada una, termina siendo casi como un partido de fútbol, totalmente agotador. Por eso también invertimos en taxis porque mi marido trabaja los sábados y mi nieto sigue siendo un adolescente que tiene su vida aparte del fútbol”.
¿Cuánto dura el proceso?
Como lo dijimos al inicio de la nota, el camino hacia el fútbol profesional es muy largo, incluso más extenso que la mayoría de carreras universitarias. En promedio serían 10 años de inversión, aunque en ciertos casos podría ser más tiempo o quizás menos, si el chico da el salto a las divisiones menores de un club como Alianza, Universitario o Sporting Cristal. Asimismo, será clave la explosión que tenga. “En el Perú se demora un poquito. Hasta los 18-19 años, que termina ahí recién la formación. El pequeño va creciendo y ya va jugando un poco menos. Piero Quispe debutó en la ‘U’ casi a los 20 años”, señala Tito Chumpitaz.
¿A qué edad se dan cuenta que un niño/adolescente tiene las condiciones o proyección para llegar a ser profesional? Esta es una duda que, muy probablemente, no tenga respuesta exacta, pero tendrá influencia en la duración del proceso. Según Sócola, en la Academia Cantolao “se visualizan niños cuando pasan al periodo de fútbol 11, debido a que es donde verdaderamente nos damos cuenta si tienen condiciones. Aproximadamente entre los 10 y 12 años de edad”.
"Antes de los 12 años ya empezamos a ver chicos de provincia para que llegada la edad en la que consideramos que puedan venir, se incorporen al club".
José Bellina, director de desarrollo de Alianza Lima
Para Arakaki nunca se sabe porque hay muchas variables, pero “a los 16-17 años más o menos, tú puedes darte cuenta a qué chico le puede alcanzar las condiciones para el alto rendimiento”.
Entonces, intentando resolver la interrogante del titular, nos pondremos en un escenario intermedio entre los 500 y 1000 soles, bajo la figura de una academia o franquicia. Así, si destinamos S/ 750 mensuales por diez años, tendremos que los padres invertirán unos 90 mil soles en busca de que su hijo sea futbolista profesional. Claro, siendo esto la punta de un iceberg, que descubriremos en las siguientes entregas.
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