El arte drag se ha apoderado del streaming. No ha sido un camino fácil para que llegue a ser considerado como parte de la cultura pop. Siempre apegado a la subcultura de los bares y antros gays, la pluma, el brillo y el maquillaje deslumbrante ahora está al alcance de un botón.
Este camino de reinas inició en 2009 con RuPaul liderando esta carrera, que ahora tiene varios circuitos alrededor del mundo. Uno de los últimos en estrenarse es México. La disputa de drag queens concluyó esta semana vía Paramount+ y sus protagonistas han tenido una competencia sin muchos contratiempos.
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Fueron 11 las participantes de esta primera temporada que pecó de comodidad al adaptar a pie juntillas el famoso formato. Los diálogos, frases y jerga propia del programa tuvieron problemas al traducirse y aplicarse en la picardía latina y el ritmo de nuestro idioma. Es así, que el ‘sassay away’ y ‘don’t fuck it up’ típicos de RuPaul en la voz de Lolita Banana y Valentina perdieron fuerza. Ellas fueron las ‘dragas’ que fungieron como presentadoras. Dos reinas - no ganadoras- que en sus temporadas se lucieron por su carisma, personalidad y estilo. Sin embargo, esto no fue suficiente para tener todos los recursos que se necesitan para animar un reality show con mucha mariconada.
Las ahijadas de RuPaul, se fueron puliendo durante los 12 episodios. La evolución es notable, desde su forma de entonar las palabras, utilizar los recursos de la jerga (a veces mencionados en demasía) y en su maquillaje. La propia Lolita comentó que desde el sexto capítulo tiene nueva dentadura y una base de rostro más cercana a su piel. Esto, para otro tipo de programa pasaría desapercibido, pero en un concurso drag todo lo que se lleva puesto importa y tiene una razón de ser.
Cabe recalcar que su indumentaria y trajes en cada gala de eliminación tuvieron el ‘factor guau’ y nunca dejaron nada que desear. Su nivel internacional quedaba en evidencia en cada centímetro de sus trajes. En esta ecuación entra otro personaje, el tercer jurado. En este caso responde a Óscar Madrazo. Con experiencia en moda y televisión (”Mexico’s Next Top Models”) su personalidad no atrapó y sus opiniones y bromas eran muy anticuadas y poco atinadas para la irreverencia de este show. Si Madrazo fuera una drag y fuera calificada por Michelle Visage y Ross Mathews (jurados de “RuPaul’s Drag Race”) no le hubieran perdonado ni un solo reto de humor.
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Entrando en las concursantes, ellas estaban llenas de talento. Pero los ‘lipsync’ finales no estuvieron a la altura. Argennis, Margaret y ya, Miss Vallarta, Serena Morena, Vermelha Noir y Pixie Pixie tuvieron el desempeño más bajo dentro de la competencia. Aunque todas tienen muchos años de experiencia en el transformismo y la interpretación, en la televisión no quedó del todo claro. Si en un partido de fútbol un duelo de penales es el punto máximo de tensión, una batalla de sincronización de labios hace lo mismo dentro de este estilo de espectáculos. Pero ninguno alcanzó ser considerado ‘I- C- Ó- N- I- C- O’. “¡Un lipsync de mierda!”, fue como lo describió la participante Regina Voce al que ocurrió en el primer episodio, que enfrentó a Miss Vallarta y Serena Morena.
Y así ocurrieron otras 11 veces, en las que ninguno llenó de emoción a los fans del drag. Los memes y los comentarios en redes quedaron fuera de la conversación digital, reinas que no conquistaron la emoción de los cibernautas.
Finalmente, vale resaltar la participación de las cinco finalistas. Lady Kero, Gala Varo, Matraka, Regina Voce y Cristian Peralta. Fueron las concursantes más completas y con más carisma de la temporada. En lo coreográfico y lo cómico tuvieron un alto nivel, no así en los retos de costura.
Estos 12 episodios fueron mostrando la diversidad cultural mexicana pero, a diferencia de sus ediciones estadounidenses, tuvo poco lío y conflicto. El ‘shade’ es parte del humor drag y aquí ninguna soportó.
La coronada en el capítulo final fue Cristian Peralta, hombre heterosexual con una familia tradicional, que durante toda la temporada habló con orgullo de su esposa e hija. Dejando un mensaje que el drag es para todos y que vestir tacones y lentejuelas también son un buen ejemplo.
Su desenvolvimiento escénico y camaleónico estilo para lucir cada una de las prendas, la convirtió en la estrella con más triunfos de los mini retos. En su natal Guadalajara tiene más de 10 años haciendo interpretaciones de artistas de la música popular, imitando cada uno de sus movimientos y facciones.
Ahora goza de sus 550 mil pesos ganados (31 mil dólares) y 100 mil seguidores en Instagram, un número sorprendente, puesto que empezó la competencia con no más de 2 mil en su perfil.
Con el triunfo de Drag Race su estatus se eleva al de una estrella, con posibilidades de viajar y conocer el mundo e ingresar al selecto grupo de reinas hijas de RuPaul. Pero queda una pregunta ¿tiene lo suficiente para brillar? La carrera drag mexicana no encendió todos sus motores, y algunas parecían no tener la suficiente gasolina.
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