Chespirito: Sin querer queriendo
☆☆
2025
Max
Director:
Roberto Gómez Fernández
Actores:
Pablo Cruz, Bárbara López, Juan Lencada
Género:
Drama, Bioserie
Duración:
1 temporada
Clasificación:
13+
Pablo Cruz interpreta a Roberto Gómez Bolaños, mientras Juan Lencada es Marcos Barragán en "Chespirito: sin querer queriendo".
Pablo Cruz interpreta a Roberto Gómez Bolaños, mientras Juan Lencada es Marcos Barragán en "Chespirito: sin querer queriendo".

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“Chespirito: Sin querer queriendo”, capítulo 5: ¿El más tenso hasta ahora? Doña Florinda y Quico cruzan los límites
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“Chespirito: Sin querer queriendo”, capítulo 5: ¿El más tenso hasta ahora? Doña Florinda y Quico cruzan los límites

“Chespirito: Sin querer queriendo”, capítulo 5: ¿El más tenso hasta ahora? Doña Florinda y Quico cruzan los límites

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En el capítulo 5 de , lo que queda en escena se sostiene por las fricciones del éxito de Roberto Gómez Bolaños, la fidelidad de su matrimonio y los actores de “El Chavo del 8″. El episodio más tenso hasta ahora se apoya en dos líneas de tiempo —1972 y 1978— para exhibir el precio del reconocimiento, cuando la lealtad a un grupo se enfrenta con las ambiciones individuales.

La serie continúa en el Top 10 de las series más vistas en Max desde su estreno. Aunque la producción sigue marcada por la polémica de Florinda Meza, quien declaró que el guion “falsea los hechos”, el drama está en boca de todos los fans. Dirigida por Roberto Gómez Fernández, hijo del propio Bolaños, la serie avanza con firmeza hacia la inevitable fractura que precede a la leyenda.

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Alfonso Rivadeneyra

(Esta reseña contiene spoilers)

Tensiones entre Margarita y Graciela: la intimidad como campo de batalla

Pablo Cruz interpreta a Roberto Gómez Bolaños en "Chespirito: sin querer queriendo".
Pablo Cruz interpreta a Roberto Gómez Bolaños en "Chespirito: sin querer queriendo".

En este episodio, la atmósfera más cargada no proviene de los estudios de televisión ni de las salas ejecutivas, sino del lugar más íntimo, el matrimonio de Chespirito. Graciela Fernández (Paulina Dávila), la esposa de Roberto (Pablo Cruz), escucha decir a los actores un comentario desde los micrófonos, algo que lo cambia todo. Y cambia un supuesto de infidelidad que se venía cocinando desde los capítulo anteriores.

Graciela y el equipo de rodaje de “Chespirito” están en Acapulco. Es un momento difícil para la esposa de Roberto, pero necesita confrontarlo. Frente a frente, exige respuestas. Para sorpresa de muchos, él admite que hay química con Margarita, porque es su colega artística. La confesión es tan brutal como serena, y no necesita más que eso para instalar la tensión de telenovela que atraviesa el capítulo. Margarita se despliega como una sombra seductora, casi caricaturesca, pero efectiva. La serie, sin disfrazar sus licencias, fuerza al espectador a tomar partido —no por lo correcto, sino por lo humano.

En esta trama, se nota cierta interacción de parte del equipo de actores del programa Chespirito, como María Antonieta de las Nieves (Paola Montes de Oca), Edgar Vivar (Eugenio Bartilotti) y Ramón Valdés (Miguel Islas), pero es inevitable cuestionar que sus participaciones sean minúsculas. Esto se trata de Bolaños, como un homenaje, y los demás personajes parece que seguirán siendo secundarios en los siguientes episodios, como sucedía con el Chavo y la vecindad que lo rodeaba.

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La guerra de televisoras

Luis de Llano Palmer (Josep Linuesa), el ejecutivo de la televisión mexicana, aparece en el capítulo 5 de "Chespirito: Sin querer queriendo". En este episodio, este productor es un detonante importante en los deseos del canal Alfa, rival del canal 8.
Luis de Llano Palmer (Josep Linuesa), el ejecutivo de la televisión mexicana, aparece en el capítulo 5 de "Chespirito: Sin querer queriendo". En este episodio, este productor es un detonante importante en los deseos del canal Alfa, rival del canal 8.

Mientras la vida personal de Chespirito se resquebraja, el mundo televisivo se vuelve un tablero de ajedrez. En la línea de tiempo de 1972, Ernesto Figueras (Sebastián Moncayo), hijo del dueño del Canal Alfa, acelera los planes para robarse al genio de la comedia. Promete el triple de salario, tras robarse a Rubén Aguirre y Sergio Peña en el episodio anterior. Pero, después, el golpe no es financiero: su padre muere, él compra el canal 8, y en un giro de telenovela política, asegura que Chespirito continúe como la joya de la corona.

La referencia a Emilio Azcárraga Milmo no es sutil. La escena donde Ernesto entra al canal ya como dueño, con gesto estoico, marca la consolidación del programa como estandarte del apogeo de Televisa. Y, aunque su estrategia comenzó con manipulación, el capítulo cierra nuevamente con otro momento “rosa”, casi cursi, de reconciliación entre Roberto y sus rivales. El poder, al menos por ahora, respalda al talento.

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En paralelo, en 1978, el elenco graba en Acapulco. En teoría, un regalo para la vecindad; en realidad, un termómetro de egos. Allí, Marcos Barragán (Juan Lecanda), personaje basado en Carlos Villagrán, muestra sus fisuras. Aunque en 1972 defendía a Roberto del intento de seducción del canal rival, ahora se lo ve negociando a espaldas del grupo con productores venezolanos. En su rostro se instala la ira, que va más allá de sus deseos de reconocimiento.

Destaca Lecanda con su Marcos, un villano directo, una figura que resiente no brillar lo suficiente en un universo que orbita alrededor de Roberto Gómez Bolaños. Su gesto, su tono y su ambición se desborda en silencio, pero con potencia. En su presencia, el grupo se contrae.

La serie, que desde su primer episodio apostó por desmitificar sin desprestigiar, logra aquí su momento más sólido. No busca héroes ni mártires, sino contextos. Y en esa búsqueda, acierta.

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