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El ‘Chespirito’ de la ficción nos revela sus raíces peruanas y el consejo que le dio el hijo de Roberto Gómez Bolaños para interpretarlo
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Un video publicado en Instagram muestra a Pablo Cruz sentado en una silla mientras los maquillistas Marco Hernández y Cristián Pérez le colocan una serie de prótesis faciales. La escena, capturada en cámara rápida, evidencia que su transformación en Roberto Gómez, en efecto, requería de una previa de tres horas cada vez que se presentaba al llamado de piso. Meses después, durante el estreno de la bioserie “Chespirito: Sin querer queriendo”, el actor mexicano de 41 años está listo para días de largas rondas de entrevistas con los medios y los lleva con una gran sonrisa.
Su nombre no siempre ha estado en boca del gran público internacional, pero Pablo Cruz es conocido en México por ser un actor versátil, especialmente desde su trabajo como el temido mánager Hugo López en “Luis Miguel, la serie”. Lejos del ruido de la capital, vive en Mérida, Yucatán, junto a su esposa Carla Rivero, en una zona apartada del centro y donde hay más sol y vegetación que en la capital. No se describe como una persona introvertida, pero es una cualidad que paradójicamente lo acercó a la figura reservada de Chespirito.
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Casi veinte años de carrera y con más de 1000 audiciones para papeles en cine, teatro y televisión, le llegó la llamada ganadora a Cruz para interpretar a Roberto Gómez Bolaños. Su gran acierto en el cásting, según cuenta, fue precisamente no haber estado condicionado por la mitología del personaje, pues no era costumbre ver el programa en casa cuando era niño. “Estaba al tanto de su existencia, pero mis padres no lo veían, así que no me llegaba. En la escuela, algunos lloraban con los chistes y yo pensaba: ‘¿Por qué lloras así? No entiendo el humor’”, describe el actor a Saltar Intro de El Comercio durante una entrevista virtual.
Apenas escuchó la palabra “Perú”, recordó su lejana conexión con el país. “Tengo una bisabuela peruana. Creo que se llamaba Carmela, porque mi mamá me ha comentado que su abuela era peruana. Así que tengo raíces peruanas, aunque no tenemos las costumbres. Tengo entendido que esa bisabuela había nacido en Lima y que se había venido a vivir a México muy joven. Entonces, no tenía más sobre Perú”, dijo mostrando emoción por la coincidencia.
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¿Cómo se convirtió en Chespirito?
Gómez Bolaños había llevado el “Se me chispoteó” del Chavo del 8 o el “¡Síganme los buenos!” de un héroe defectuoso como el Chapulín Colorado de su galería de personajes entrañables a millones de hogares. El programa tuvo su primera emisión en 1973, aunque el personaje del Chapulín apareció desde 1970 en “Los supergenios de la mesa cuadrada”. Este programa preliminar a su éxito también se retrata en la serie “Chespirito: Sin querer queriendo”, creación de la familia del escritor y dirigida por su hijo, Roberto Gómez Fernández.

La búsqueda del actor que encarnara a Chespirito fue diversa. Lalo España (“Vecinos”, “Otro Rollo”), admirador declarado de Gómez Bolaños, se disfrazó y presentó una versión propia del personaje en un video viral de Youtube. Hizo su esfuerzo, cuando Pablo Cruz todavía no era una opción. “Cuando vi a Lalo, que además es mi amigo y un talentosisímo comediante, noté su conexión profunda con Chespirito. Su audición estaba llena de detalles que luego, estudiándolo, pensé que él encontró cosas que tal vez no parecen tan obvias”.
En su representación de Bolaños, Cruz tiene la carga de su fantasía detrás de su etiqueta como el esposo de Graciela Fernández y el “héroe” de sus seis hijos (Cecilia, Graciela Emilia, Marcela, Teresita, Roberto y Paulina). “Veo mi distanciamiento con Chespirito como una oportunidad para tener objetividad y ser más frío al interpretar al personaje. Si hubiera sido ese, su fan fiel desde niño, tal vez, a la hora de las audiciones, me causaría mucha inseguridad, porque aterrizaría en la magnitud del proyecto. A mi manera, me movía un poco en la ignorancia y, gracias a eso, conecté con algo nuevo”, añadió Cruz.
La clave para Cruz fue el enfoque que le propuso el hijo del comediante y productor de la serie, Roberto Gómez Fernández, junto a su hermana menor, Paulina, quien también es guionista del biopic y directora de Comunicación de la Fundación Chespirito. “No queremos que imites a mi papá”, le dijeron.

“Con lo que escribieron y los recursos de un equipo talentosísimo, me dijeron que me metiera en su piel”, comenta Cruz. “No querían ir al parámetro de un personaje conocido, sino la interpretación de su esencia. He puesto todo lo humanamente posible de mi parte histriónica. Ellos decían: ‘Quiero que se le haga justicia, que no sea un santo y que sea la interpretación de lo que nosotros, como familia, entendemos de la comprensión pública y masiva de Roberto Gómez Bolaños”, agregó.
En su proceso de preparación, Cruz también se propuso leer “Sin querer queriendo”, autobiografía del propio Gómez Bolaños antes de morir en 2014. Pero la tarea no fue fácil. “Lo busqué por Amazon, Mercado Libre, pero decían que tardaba hasta cinco meses en llegar y costaba como 4.000 pesos mexicanos (200 dólares en promedio)”, recuerda. “Así que le comenté esto a la familia y en dos días me mandaron una copia. El secreto para conseguirlo es escribirle a la familia”, bromea.
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Doña Florinda y la vecindad del Chavo
A lo largo del rodaje, Pablo Cruz compartió escenas con el nuevo elenco que da vida a los cómicos históricos del programa. Elegidos por la encargada de casting, Isabel Cortázar, Miguel Islas, en el rol de Don Ramón, y Paola Montes de Oca como María Antonieta de las Nieves, transmitieron respeto por sus versiones originales. “Todos me dejaban boquiabierto. Su conocimiento del programa y de los personajes… me contagiaban todos los días. Yo aprendía con ellos constantemente”, comenta Cruz.
Uno de los personajes más polémicos en la serie es Margarita Ruiz, inspirado en Florinda Meza, actriz que da vida a Doña Florinda en “El Chavo del 8”, es interpretada por la mexicana de 32 años, Bárbara López. Ella actúa con una pretensión silenciosa, romántica y fastidiosa, ante la figura del llamado “genio” o “pequeño Shakespeare”, Bolaños, un personaje que intenta crear con libertad y, al mismo tiempo, mantener a su familia.

Durante el estreno, la producción de Max ha evitado rozar con la desaprobación de Meza sobre el biopic. En este intento, la premisa para librar responsabilidad de la parte creativa es que Doña Florinda se transforma en un personaje ficticio. “Sabemos de quién estamos hablando, pero esto no es un documental. Quién sabe cómo pasaron. La historia está llena de distintas versiones, enriquecida como una ficción y un homenaje”, advierte Cruz.

“Margarita Ruiz es un personaje que cuestiona las motivaciones de Roberto, como querer estar cerca de su familia, o la aceptación desmesurada e incalculable de su trabajo, un éxito desmedido, pues eso tiene repercusiones en tus percepciones y en las personas que demandan tu tiempo o te contratan. Eso, invariablemente, trae decisiones y tiene repercusiones en la vida familiar de este hombre profesional”, explica Cruz.
La producción quiere llevar a los fans de Chespirito por un viaje de descubrimiento, donde conozcan lo que hay detrás de Don Ramón y su departamento 72 alquilado, o la razón por la que nunca apareció el papá de Quico. “Todos estos detalles que los verdaderos fanáticos conocen, ahora, van a ver qué pasaba detrás de esa historia”, añade Cruz. Además, describe a Bolaños como un hombre “alegre” y mesurado con su familia, pues tenía una capacidad de creativa muy ligada a su verdadera personalidad incapaz de pedir atención, a menos que usara un traje de color rojo.
La transformación en Roberto Gómez Bolaños
¿Cuáles eran las motivaciones de Roberto? ¿Que lo hacía reír y llorar? ¿Qué lo hacía enojarse o lo sacaba de su zona de confort? ¿Por qué estaba tan unido a la familia? ¿Cómo era cuando había cámaras lo estaban grabando? Son algunas de las preguntas que el actor hizo a la familia del actor y guionista mexicano, nacido en Ciudad de México en 1929 y fallecido por un complicación al corazón en 2014. Muchos levantaron banderas blancas ante su partida y la memoria de sus personajes en Argentina, Perú, Chile, Ecuador, Brasil, Italia, Estados Unidos, entre otros países donde se transmitieron sus programas.

“Roberto Gómez Bolaños no quería ser el centro de atención, pero era el que quería provocar la risa. Por lo que me han contado, siento una gran necesidad de su parte de hacerse responsable del estado anímico del lugar al que llegaba. Y, sin embargo, no era quien llegaba a ser el chistoso todo el tiempo. También había una prudencia, un pudor, una reserva, que lo hacían un personaje más introvertido. Creo que su extroversión la proyectaba ya vestido como el Chavo o el Chapulín, o sino a través de las palabras que les escribía”, comenta Cruz.

“Había ciertos rasgos que yo intentaba copiar a Roberto sin llegar a la imitación, como la voz, el caminar, las piernas, las rodillas, la corporalidad. De repente, la forma en cómo él se sentía frente al mundo. Es una interpretación mía de lo que Roberto hubiera sentido y entonces, a veces, llegó a convertirlo en el Chapulín o sino más cerca de Chapatín o el Chavo. Suena irónico e incluso absurdo, pero esos personajes me ayudaban a entrar en Roberto. Él no era necesariamente esos personajes, pero había cosas de ellos que me mostraban cosas de él”, agrega.
En el criterio del actor, los artistas son inadaptados sociales, pero la industria del entretenimiento los acoge con las puertas abiertas. “Todos los intérpretes musicales, plásticos u otros somos quienes buscamos la experiencia en la piel ajena para entender algo de nosotros mismos, y pues eso nos hace no ser las opciones adaptables”, finaliza.
“Ninguno de los actores (Ramón Valdéz, Carlos Villagrán, etc.) son conocidos por el público como que se hayan adaptado a otros personajes lejos del mundo de Chespirito. En efecto, María Antonieta de las Nieves y Edgar Vivar siguen muy activos en sus carreras profesionales e hicieron más cosas. Pero, en esa época, no estaban adaptados a una compañía que los reconociera como un grupo de locos talentosos y creativos en ese momento. Fue Roberto quien los identificó, pudo agrupar y amalgamar”, dijo.








