Aunque parecía destinado a pasar una adolescencia en solitario al interior de un pequeño pueblo en Maine (Estados Unidos), Craig (Jaeden Martell) ve alterado su destino cuando consigue un curioso trabajo: leerle libros al anciano y millonario señor Harrigan (Donald Sutherland). Esta es la idea que da origen a “El teléfono del señor Harrigan”, nueva película de Netflix basada en un relato escrito tiempo atrás por Stephen King.
Dirigida por John Lee Hancock, esta cinta comparte aspectos propios del drama y del suspenso. Aunque las personalidades de sus protagonistas son casi opuestas (un viejito renegón versus un joven aparentemente abierto a hacer amigos), poco a poco ambos empiezan a generar una sólida empatía, la cual termina sazonada por la lectura de clásicos de la literatura universal como “Crimen y castigo” o “El corazón de las tinieblas”.
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Conforme Craig termina la lectura de un nuevo libro, el señor Harrigan suele consultarle su opinión. Estas preguntas básicas devienen tiempo después en una serie de reflexiones fundamentalmente sobre cómo enfrentar las complicaciones de la vida. Aquí es cuando Harrigan intenta aconsejar a su joven empleado, al parecer, preparándolo para lo que el destino le depara.
Además de cobrar cinco dólares como honorarios por su trabajo como ‘lector en voz alta’, Craig recibe pequeños tickets de lotería, los cuales resultan en su mayoría sin premio, hasta que ocurre un hecho clave. Luego de recibir como regalo de Navidad por parte de su padre (interpretado por Joe Tippett) un iPhone, el joven protagonista de esta historia gana tres mil dólares raspando un boleto de lotería. Con esto opta por comprar y regalarle a Harrigan un Smartphone.
En este punto la historia define claramente su temporalidad. Nos encontramos a inicios del presente milenio. Los iPhone de ‘primera generación’ resultan tan encantadores como ocurre con uno de último modelo en la actualidad. La magia que sienten Craig y sus compañeros de escuela por un celular así termina siendo compartida por el propio señor Harrigan (primer detalle, por lo menos raro, un millonario sin celular a disposición).
Es propio de las historias de Stephen King que las cosas fuera de lo normal ocurran en espacios tan pequeños o ‘locales’. “El teléfono del señor Harrigan” no es una excepción. Así que aquí veremos una lista corta pero importante de escenarios. Desde la casa donde Craig vive junto a su padre en Maine (la mamá murió, dejándolo tempranamente huérfano), hasta la vieja mansión del señor Harrigan, pasando por la escuela local.
Si en casa de Craig el vínculo se reduce al diálogo con su padre y en la mansión a las lecturas y a las ‘clases’ de cómo manejar un Smartphone a inicios de los dos mil, es la escuela donde se aprecia la primera dificultad para el personaje interpretado por Jaeden Martell. ¿Qué ocurre? Kenny Yankovich (Cyrus Arnold) es una especie de matón escolar que, aprovechando su portentoso físico y su aspecto desaliñado, infunde miedo entre los indefensos, entre ellos, por supuesto, el propio Craig.
Hasta aquí la película de John Lee Hancock resulta interesante. El vínculo entre un anciano renegón y un joven de aspecto noble resulta verosímil, pero sobre todo llevadero. Es a partir de la muerte del señor Harrigan que todo empieza a cambiar.
Visiblemente afectado por el deceso de su amigo y casi compinche, Craig lo acompaña hasta su entierro y, en un arranque de ternura, deposita el celular que le regaló en el bolsillo de su saco. Este pequeño aparato telefónico se convierte a partir de aquí en pieza clave de la historia. No hay más drama. Se abre paso el suspenso.
Si algo caracteriza algunas de las obras de Stephen King, apodado ‘El maestro del terror’, es que siempre parecen ancladas en aspectos propios de la sociedad contemporánea. Esta cinta no es ajena a eso. Las largas conversaciones entre los protagonistas devienen en variadas reflexiones sobre la tecnología, el poder de los libros, la inmediatez y hasta las fake news.
Podríamos decir que todo lo que piensan y afirman los personajes de “El teléfono del señor Harrigan” tiene lógica. Desde decir que “tener información falsa se volverá común y muchos la aceptarán como cierta” hasta advertir que “todos debemos tenerle miedo a este artilugio (celular)”. No obstante, la abundancia de mensajes, digamos, morales ciertamente termina restándole fuerza a la cinta. Es más, en ocasiones el terror, el pánico o el simple miedo brillan por su ausencia.
Al notar que, supuestamente, el señor Harrigan aún mantiene contacto con él a través del celular que le dejó en su saco antes de ser enterrado, Craig descubre que tiene el poder –tal como se lo aconsejaron—de hacer justicia con cualquiera que busque hacerle daño. Los ‘enemigos’ de nuestro protagonista (quien finalmente se decanta por el periodismo) terminan corriendo el mismo destino. Sin embargo, ya dependerá de cada espectador decir si los respectivos desenlaces convencen o no.
En lo positivo, las actuaciones de Jaeden Martell y Donald Sutherland resultan correctas. El primero demostrando cómo un adolescente puede ser capaz de madurar pese a las circunstancias adversas (su escena golpeando el timón del automóvil mientras grita por frustración es, tal vez, lo mejor de la cinta), y el segundo, dando vida a un adinerado hombre que, ni siquiera en sus últimos días, es capaz de desprenderse de su terrible misantropía.
Pasa todo lo contrario con los personajes secundarios. Resulta un verdadero reto para cualquiera recordar el nombre del papá de Craig (si es que alguna vez lo dijeron a lo largo de la trama), por lo que su rol terminó centrándose en ser solo “el hombre que compró el celular que empezó todo”. Finalmente, la profesora Hart (Kirby Howell-Baptiste) no pasa de ser una repartidora de consejos sin mayor trascendencia.
"EL TELÉFONO DEL SEÑOR HARRIGAN"- NETFLIX
Género: Drama, suspenso
País y año: Estados Unidos, 2022.
Director: John Lee Hancock
Reparto: Donald Sutherland, Jaeden Martell, Kirby Howell-Baptiste.
Sinopsis: Un niño y un anciano millonario tienen en común su amor por los libros... y sus primeros iPhone. Pero aunque la muerte parece separarlos, su misteriosa conexión se mantiene viva.
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