
Paciencia y destreza se combinan en la pesca deportiva. En mar, lagos o ríos, esta disciplina es descrita por quienes la practican como una verdadera conexión con la naturaleza viva.
“Me inicié con una tablita, un sedal y un anzuelo. Recuerdo mis primeros lenguados, que obtenía luego de horas de paciencia, instalado en una peña”, rememora Germán Vásquez-Solís, enamorado hace más de 60 años del acto de pescar.
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Recuerda, también, esas tardes en el balneario de Mejía, donde se guarecía luego de ir al colegio. Estaba en segundo de secundaria.
“Me involucré porque me llamaba la atención. Así fui aprendiendo, con las personas en la orilla. Luego subía a peñas, y visitaba también otras playas, como Mollendo”, añade.

Dedicado siempre al mar (por 33 años formó parte de la Marina de Guerra del Perú), Vásquez-Solís recién pudo consagrarse de lleno a la pesca al pasar al retiro, y hoy dirige la tienda más completa de pesca deportiva en el país, a la que bautizó Armaq (@armaqpesca). Así, en esta especie de santuario, conviven las mejores marcas y opciones para sumergirse o profesionalizarse en este mundo. Todos siempre son bienvenidos.
“La pesca empieza para muchos como un hobby, que luego puede encender una pasión. Para comenzar, yo siempre recomiendo buscar en Internet un grupo al cual unirse (en el país hay muchos), así vas aprendiendo de otros, no te aventuras solo y ganas experiencia”, aconseja el empresario.

EN SINTONÍA CON EL AGUA
Aunque en muchos casos la pesca es una tradición que se comparte en familia o transmite de generación en generación, los curiosos por este deporte pueden empezar apenas se encienda esa chispa que los acerque al agua, sea cual fuera la edad. Eso sí, los menores siempre deben practicar bajo la supervisión de un adulto.
Lo básico para empezar es lo siguiente: caña, carrete, anzuelo y señuelo. Las calidades y precios pueden variar según el tamaño y cualidades, también según el ‘expertise’ del pescador. Es indispensable asesorarse en tiendas especializadas (además de Armaq, destacan Todo Pesca y Corvinator).
En tiendas especializadas, las cañas de pescar varían en tamaños y composición. Por ejemplo, para un tiro largo desde orilla, pueden medir hasta cuatro metros. En tanto, los carretes pueden encontrarse entre los 55 y más de 1000 soles, según el ‘expertise’ y necesidades del pescador. El mundo de los señuelos también es amplio, y se elige según la zona de pesca y cualidades del pez. En Armaq, cuentan con marcas top como Okuma, Daiwa, Rapala y Williamson.
“Otro consejo es empezar con pesca en orilla, que es lo más común. Para alguien que se inicia puede ser retardor embarcarse por más de seis horas en el mar. Es mejor ir paso a paso”, comenta por su lado Jorge Apuy, dedicado a la pesca deportiva hace una década, en las playas de Piura.
Asimismo, Apuy resalta otro factor muy importante en este deporte: el respeto hacia el ecosistema. Para él, hay una lista de no negociables para quienes practican la pesca recreacional. “Debemos fomentar, por ejemplo, que se respeten las tallas mínimas (dictadas por el Ministerio de Producción), que quiere decir que cuando se pesca una especie muy pequeña, se debe reintegrar al mar. Eso para asegurar que llegue a adulto y no afectar su ciclo de reproducción

También, hay que tener en cuenta las vedas, demostrando que la pesca deportiva es una práctica responsable”, indica. A ello, Vásquez-Solís añade el cuidado del medioambiente, evitando dejar basura en las playas, ríos o lagos donde se practique. “Incluso, si se puede, dejémoslas más limpias de lo que las encontramos”, precisa. “Otra cosa a tener en cuenta es que la pesca deportiva no es artesanal. Uno no entra a pescar por montones. Al hacer eso se compite con las personas que trabajan en pesca para vivir. Si pescas, y vas a comer luego, toma lo necesario”, suma Vásquez-Solís.

En favor de la naturaleza, también, ambos expertos señalan una modalidad que ha ido cobrando relevancia en los últimos años en el mundo de la pesca: ‘catch & release’ (atrapa y libera, en español). Bajo este formato especial, se pesca y luego se devuelve a la especie al mar. “Esto debería aplicarse más aún si no se va a comer al pez”, destaca Apuy.
Con un amanecer o atardecer de fondo , la pesca se vuelve algo aún más mágico. Promete, asimismo, desarrollar la paciencia, pero sin dejar de lado el latido que despierta la adrenalina cuando el pez muerde el anzuelo. El mar, está esperando. //
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