Imagine usted que, de pronto, los ríos se secan o se desbordan, los peces marinos huyen o mueren y el hambre empieza a sonar como un llanto interminable. Sobrevivientes esqueléticos comienzan a realizar rituales, las bocas abiertas giran hacia el cielo implorando agua limpia, pero no hay respuesta.
Los frisos de Vichama recogen este tipo de crudas escenas, que probablemente rememoran la desaparición de la civilización Caral o algún evento similar. Se pueden ver estas milenarias obras de arte en un recorrido guiado por la pirámide llamada Edificio Principal (Sector A), de la parte baja de este asentamiento arqueológico. Personajes desfilando en hueso y pellejo son testimonio de una época en que las comunidades humanas empezaron a agonizar debido a fenómenos cíclicos. “Este sitio, ubicado a dos horas de Caral, es emblemático porque llama a la reflexión”, señala Ruth Shady, directora de la zona arqueológica Caral. “Y nosotros debemos prepararnos porque hemos entrado a un cambio climático de la misma naturaleza”.
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Vichama se encuentra en Végueta, una caleta de la provincia de Huaura, a unas tres horas al norte de Lima. El proyecto arqueológico comprende una zona de bienvenida con los servicios adecuados para pasar una tarde edificante, en medio de un territorio rodeado de playas y antiguas haciendas que han empezado a florecer gracias a la afluencia de visitantes. Hasta el 2019, el conjunto recibía 11 mil turistas al año, mientras que Caral –a una hora de Végueta– atendía a 64.500. La proyección era recibir 15 mil para el 2021, pero la pandemia frenó el crecimiento a menos de la mitad. Este año, Vichama espera recuperarse de la mano de quienes buscan destinos turísticos con un significado especial.
Pero volvamos a los mensajes de Vichama. Las investigaciones hechas por Ruth Shady señalan que entre los años 2.200 y 1.800 a.C. hubo eventos climáticos que determinaron una gigantesca crisis y hambruna en Caral. En contraste, entre el 1.800 a 1.500 a.C., se sabe que hubo un fenómeno de calentamiento global que en la costa peruana ocasionó un enfriamiento del mar que propició la pesca y la extracción de moluscos. Es en este periodo cuando aparece Vichama. “En esa época no hubo crisis por el medio ambiente; al contrario, las mejores condiciones climáticas permitieron nuevamente el auge de una población organizada”, señala el arqueólogo de Vichama Aldemar Crispín. Una pirámide vecina (Edificio de los Depósitos - Sector K) cuenta la historia de la llegada del agua en forma de serpientes que simbolizan el líquido elemento. Hay imágenes de celebración y fiesta. Lo mismo ocurre en un estadío más reciente del edificio principal. “Hay un sapo que está emergiendo, como anunciando la llegada del rayo y el agua”, señala Shady.
Además, aquí fue recogido durante la colonia el mito de Vichama, hijo del Sol y una mujer víctima de la hambruna, y su rivalidad con su hermano Pachacámac, a quien derrota y obliga a huir al sur, a su actual ubicación en Lima. “Estamos hablando de una localidad donde nace una mitología creadora del origen de los hombres, de la agricultura y de los primeros centros urbanos en América: la creación del Estado prístino en el Perú, algo que no existe en las zonas altoandinas”, afirma el historiador Luis Hoces.
Los descendientes de Caral no solo crearon pirámides y plazas en Vichama, sino que dejaron estatuillas pintadas, de mejor factura. Incluso, la revista National Geographic las incluyó dentro de los 10 hallazgos inolvidables del 2015, junto a otros descubrimientos realizados en España, Francia, Egipto, Israel, Sudáfrica, Grecia, Suiza, Italia y China.
Buena parte de estas estatuillas revelan la presencia de la mujer como autoridad. Durante las fiestas por los 15 años de investigación científica de Vichama, dos damas del lugar fueron escogidas para representar a esas mujeres gobernantes que administraban cada aspecto de la vida en común. Ellas están redescubriendo el rol principal de la mujer en los orígenes de nuestra cultura.
Hay testimonios de cronistas españoles que se refieren a ciertas mujeres del antiguo Perú como dotadas de don de mando y cualidades políticas, incluso por encima de algunos varones. Estas evidencias no solo son patentes en estas y otras estatuillas, sino en algunos frisos.
Durante los 70 se conocía a este conjunto arqueológico como “la ciudad escondida de Végueta”. Incluso antes que en Caral, Ruth Shady realizó excavaciones en la plaza de Végueta, lo que dio inicio a su gran amistad con la comunidad. Sin embargo, ello no evitó que hace un par de décadas, un alcalde realizara la lotización de Vichama para la construcción de viviendas. “Llegamos justo antes de que nivelen el terreno y construyan masivamente. Habrían destruido los relieves: una parte importante de nuestra cultura ya no estaría en pie”, añade Aldemar Crispín.
Gracias al rescate del yacimiento arqueológico, se pudo entender cómo vivió el hombre de Vichama, cuál fue la base de su economía y su subsistencia, cómo se organizó y cuáles fueron sus prácticas culturales.
CULTURA VIVA
El legado de Vichama está vivo en su gente. Los vecinos de la zona siguen tejiendo como lo hicieron los antiguos constructores de las pirámides y plazas circulares. Los pobladores contratados en las excavaciones arqueológicas desenterraron restos de cestos que mostraban las mismas técnicas que hoy usan ellos para elaborar cestería y petates. Incluso algunas técnicas resucitaron gracias a la arqueología.
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Los hermosos humedales que han sobrevivido desde épocas remotas no solo alojan una rica fauna migratoria, sino que permiten la extracción racional de junco y totora. No por nada Végueta y Medio Mundo se ufanan de sus trabajos artesanales hechos en esas fibras silvestres, una cultura viva que ha cobrado nuevo significado y orgullo desde el descubrimiento de Vichama.
Hoy, la doctora Shady es una querida celebridad en esta acogedora localidad de pescadores, agricultores y ganaderos. Gracias a sus estudios en Caral y sitios como Vichama, Végueta es conocida a nivel mundial. Durante las fiestas por el 15 aniversario de Vichama, mientras el público disfrutaba del típico charquicán de anchoveta –que se consume desde la antigua Vichama–, los escolares eran quienes más buscaban un selfie con ella.
Aún quedan respuestas ocultas en Vichama. Según los arqueólogos, yacen en el subsuelo grandes edificios por develar. Gracias a un nuevo presupuesto, se empezará con la ampliación de las excavaciones y se construirá una nueva zona de recepción de visitantes, con un centro de interpretación, como tienen Caral y Áspero. “Hacemos conservación para que esos monumentos puedan perdurar miles de años más”, nos dice Ruth Shady. “Queremos que sean el medio de transmisión de la historia social de Vichama”.
Hubo en Végueta una cultura que vivió de la pesca y la agricultura y se impuso la tarea de celebrar sus logros en frisos y estatuillas. Pero también nos dejó en sus paredes de barro una advertencia con más veracidad que una profecía: vivamos preparados ante un evento que pueda poner en peligro nuestra forma de vida. //
Los descendientes de Caral crearon pirámides y plazas en Vichama y otros sitios a lo largo de la costa de Lima, pero evolucionaron a un estilo propio. Estos expresivos relieves son un ejemplo. Además, dejaron estatuillas pintadas, mejor elaboradas que las de Caral, que revelan la equidad de género que primaba en su sociedad.
La mujer tuvo un rol importante, no solo como procreadora de vida, sino como autoridad política y religiosa.