No todas son malas noticias en el 2020. A pesar de la pandemia, el cambio climático, los conflictos políticos y los desastres naturales, hay algunos motivos para alegrarse. Uno de ellos es el primer viaje espacial enteramente logrado no por un gobierno, sino por una empresa privada.
Bajo contrato con la NASA, la nave espacial Dragon, de la empresa SpaceX, completó su misión, que fue llevar astronautas a la Estación Espacial Internacional (EEI) y traerlos de vuelta a la Tierra.
–EL VIAJE–
La EEI tiene astronautas de varias naciones que la ocupan continuamente desde el 2000. EE.UU. transportaba a su tripulación en los transbordadores espaciales –que operaron desde 1981 hasta el 2011–; Rusia lo hizo en sus naves Soyuz, que han venido evolucionando desde la era de la Unión Soviética.
Las naves Soyuz (‘Unión’ en ruso) –lanzadas desde Baikonur, en Kazajistán– quedaron como el único medio para llegar y volver de la estación espacial cuando la NASA retiró de servicio a sus transbordadores. El pasaje en una cápsula Soyuz ha costado en promedio 86 millones de dólares. Desde el 2006 hasta el 2018, la NASA le ha pagado a Rusia más de 3.300 millones de dólares por el transporte de astronautas.
El costo y la dependencia de Rusia fueron factores que impulsaron a EE.UU. a poner a concurso el servicio de los viajes espaciales. La NASA invitó a varias empresas, entre ellas SpaceX y Boeing, para construir un vehículo reutilizable que transportara a los astronautas a la EEI y los trajera de regreso al planeta.
“El Dragon Endeavour es una cápsula de 9 toneladas, con sitio para siete astronautas”.
–SPACEX–
Aun antes de la decisión de la NASA, varias empresas se interesaron en hacer vehículos espaciales. La empresa Virgin diseñó una máquina que llevaba pasajeros hasta 100 km de altura, con fines puramente turísticos. Otras compañías hicieron diseños que no llegaron a realizarse.
Mientras tanto, la empresa SpaceX, fundada en el 2002 por Elon Musk, se dedicó a diseñar cohetes capaces de poner en órbita satélites y eventualmente colocar en órbita un vehículo espacial autónomo. Su primer logro fue la construcción del cohete Falcon, que hizo su vuelo inaugural en el 2006, y fue el primer cohete espacial creado para volver a la Tierra; es decir, reutilizable.
En setiembre del 2008, el Falcon I fue el primer cohete privado que entró en órbita, y a diferencia de todos los cohetes usados hasta entonces, capaz de descender y posarse intacto sobre una plataforma terrestre. La tecnología de los motores para invertir la marcha y amortiguar la caída sería de gran utilidad para el eventual diseño del nuevo sistema transbordador encargado por la NASA.
–EL DRAGON ENDEAVOUR–
De las empresas que participaron en el concurso de la NASA, SpaceX y Boeing continúan desarrollando vehículos espaciales para transportar astronautas. SpaceX es hasta ahora la única que ha probado exitosamente este tipo de máquinas. Su nave Dragon debutó en diciembre del 2010, dando dos vueltas a la Tierra en órbita baja. En el 2012, Dragon Cargo fue el primer vehículo espacial privado en llevar carga a la EEI, labor que viene cumpliendo desde entonces.
Mientras el Dragon Cargo abastecía la estación espacial, SpaceX perfeccionó una versión de la nave, Dragon 2, para llevar y traer tripulaciones. Ahora, la primera cápsula de transporte Dragon 2, bautizada Endeavour (‘Esfuerzo’), ha cumplido su primera misión: el 30 de mayo transportó a la EEI a los astronautas Robert Behnken y Douglas Hurley. La nave los trajo de vuelta el 2 de agosto.
El Dragon Endeavour es una cápsula de 9 toneladas, con sitio para siete astronautas, que va montada en una base con cuatro pares de motores de cohete para avanzar y maniobrar una vez que está en vuelo orbital. Tiene un escudo térmico que la protege durante su reingreso a la atmósfera. Con cuatro metros de diámetro y 8,10 metros de alto, tiene un volumen total de más de 40 m3, de los cuales solo 9,3 m3 de la cabina son presurizados.
El sábado 1 de agosto, a las 7:35 p.m., hora de Greenwich, el Dragon se separó de la EEI. Controlado desde Tierra, maniobró lentamente para alejarse de la estación mientras los dos astronautas dormían. Luego, estos fueron despertados con una comunicación con sus familias. Pasando sobre el océano Índico, al oeste de Australia, la cápsula se separó de la parte inferior y quedó expuesto el escudo contra el calor del descenso, que llega a 2.000 °C.
Durante el descenso, pasaron 11 minutos usando los motores para bajar su velocidad de 27.000 km/h a 560 km/h. Después soltaron cuatro paracaídas que disminuyeron su velocidad a unos 25 km/h al llegar al mar.
Behnken y Hurley cayeron frente a la base de Pensacola en Florida el domingo 2 de agosto: el primer regreso a la Tierra cayendo al mar desde 1975, cuando retornó la última misión lunar Apolo.
“La NASA le ha pagado a Rusia más de 3.300 millones de dólares por el transporte de astronautas”.
–EL FUTURO–
El vuelo del Dragon Endeavour abre una nueva etapa en la era espacial. Al haber de por medio una competencia y el incentivo de la utilidad, toda la operación fue altamente eficiente. La empresa desde un principio ha diseñado cohetes reusables para evitar la pérdida de millones en cada vuelo. Por el momento, solo la cápsula Dragon es recuperable, pero ya hay planes para un módulo de anexo que pueda frenar la caída para regresar a la Tierra y ser reutilizado en su integridad.
El costo por asiento en el Dragon Endeavour fue de 55 millones de dólares, así que el sistema actual ya ha ahorrado millones a EE.UU. Sin embargo, no se ha eliminado totalmente la dependencia, ya que la astronauta estadounidense Kate Rubins volará en el Soyuz ruso en octubre de este año, con un costo de 90 millones de dólares.
Los próximos planes de SpaceX apuntan a Marte, adonde eventualmente esperan llevar astronautas. Pero ahí ya se complica la cosa, con no menos de año y medio entre ida y vuelta.
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