El término ‘medicina de precisión’ se ha ido adueñando de titulares, tanto de la prensa popular como de artículos científicos en ámbitos académicos. La medicina de precisión o medicina personalizada es aquella que basa sus estrategias de prevención y tratamiento en la variabilidad genética individual de una enfermedad.
Así, la ciencia promete que en el futuro va a ser posible –luego de un estudio genético personal– dar un tratamiento tan específico que solo funcionaría en la persona portadora de una cierta configuración genética. Es decir, la bala mágica para la persona indicada. La medicina personalizada tomó gran impulso en EE.UU. después de que el presidente Barack Obama lanzara la Iniciativa de Medicina Personalizada en el 2016.
En ese contexto, en los últimos años se ha desarrollado el concepto de salud pública de precisión. Hoy veremos en qué consiste y cómo la pandemia brinda una extraordinaria oportunidad para usarla en la lucha contra el COVID-19.
—Genética individual—
La medicina de precisión o personalizada se basa en el análisis genético del individuo. Sabiendo que la composición del genoma es una característica individual única, el objetivo de la medicina de precisión es encontrar ciertas características genéticas que permitan individualizar los tratamientos.
Por ejemplo, solo aquellas mujeres con cáncer del seno que tienen la capacidad genética de formar receptores HER-2 en sus células cancerosas pueden beneficiarse de un medicamento llamado trastuzumab. Del mismo modo, cánceres de ovario, de pulmón, de riñones o de la piel de tipo melanoma que muestran mutaciones en genes como el EGFR, el T790M, el ALK o el BRAF pueden beneficiarse de cierto tipo de medicamentos llamados de precisión.
—Salud pública—
La salud pública se preocupa de la salud de la comunidad a gran escala y centra sus esfuerzos en organizar la sociedad para lograr el bienestar de toda una población. En ese sentido, diseña y ejecuta programas focalizados en la prevención y la detección temprana de las enfermedades.
Al enfocarse en la población, la salud pública busca identificar y manejar los riesgos de las enfermedades en la comunidad. En condiciones ideales, la salud pública debe trabajar de la mano con los servicios clínicos de atención de pacientes individuales.
Así como la medicina personalizada o de precisión busca analizar datos genéticos personales para diseñar tratamientos individualizados, la salud pública de precisión busca analizar datos finos y granulares de la población para diseñar programas de salud centrados en el vecindario.
La salud pública de precisión no es nueva. El Dr. John Snow, usando el mapa de la ciudad, focalizó la epidemia del cólera de Londres de 1854 en ciertos vecindarios, y llegó a controlarla con el manejo del agua potable.
“Mapear los vecindarios y clasificarlos según el número de casos diarios por cada 100.000 habitantes [...] podría ser muy útil”.
Un reciente artículo publicado en “JAMA” del 12 de agosto propone usar la salud pública de precisión en el manejo de la pandemia. Un primer abordaje –como se hizo en Holanda– plantea utilizar el análisis genómico en tiempo real del SARS-CoV-2 en brotes comunitarios, en un intento de seguirle la pista al virus en su diseminación en la comunidad.
Otra aplicación del análisis genómico es la búsqueda del SARS-CoV-2 en las aguas del sistema de alcantarillado de residencias particulares. Con este método, autoridades sanitarias en Connecticut lograron adelantarse en varios días a los brotes del COVID-19 en la ciudad.
Un segundo abordaje requiere obtener y usar datos clásicos –tales como la frecuencia de contagios y de casos de COVID-19 en un vecindario– para diseñar programas de orientación a las comunidades afectadas. Esa información permitiría identificar puntos críticos y permitir la focalización de las intervenciones.
Mapear los vecindarios y clasificarlos según el número de casos diarios por cada 100.000 habitantes (bajo menos de 1, moderado de 1 a 10, alto de 10 a 25 y crítico más de 25) podría ser muy útil. De igual modo, tener a mano el porcentaje de pruebas moleculares positivas (bajo menos de 3%, moderado de 3% a 6%, alto de 6% a 10% y crítico más de 10%) podría usarse para determinar las fases de reapertura de las comunidades.
—El rol de los municipios—
En el Título V, Capítulo II, artículo 80 de la Ley Orgánica de Municipalidades (27972) se faculta a las municipalidades provinciales y distritales no solo a “gestionar la atención primaria de la salud, construyendo y equipando postas médicas”, sino también a “realizar campañas de medicina preventiva, primeros auxilios, educación sanitaria y profilaxis local”.
Eso quiere decir que las municipalidades tienen un papel extraordinariamente importante en el mantenimiento de la salud de sus habitantes. Los municipios deben, al estilo del Dr. Snow, recorrer sus vecindarios para –con encuestas y datos de postas médicas y hospitales– conocer los problemas de salud que afectan a sus vecinos e implementar programas de salud pública de precisión en su localidad.
En ese sentido, las municipalidades tienen una posición privilegiada en la lucha contra el COVID-19. Los alcaldes deberían conocer al dedillo los datos de prevalencia de porcentaje de infecciones y número de casos en sus jurisdicciones, los que, cruzados con datos sobre las condiciones de salud de sus vecinos, podrían prevenir hospitalizaciones en poblaciones de riesgo, facilitando opciones de aislamiento fuera del hogar (por ejemplo, en hoteles) para personas con COVID-19 que no pueden ser aisladas en sus casas.
—Corolario—
La salud pública de precisión, gracias a la generación y uso de datos locales, debe ser un arma importante en la lucha contra la pandemia, y en ese sentido, los gobiernos locales –con la asesoría del Minsa– tienen un rol fundamental.
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