En varias ocasiones hemos mencionado en esta página la posibilidad de que haya vida en otros planetas. La reciente publicación de un informe del Gobierno de EE.UU. sobre avistamientos de objetos voladores no identificados (ovnis) ha aumentado la especulación sobre aquel tema.
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Según muchos científicos, desde biólogos hasta cosmólogos, por simple probabilidad estadística, debe haber vida en muchos lugares del universo. Tan solo nuestra galaxia, la Vía Láctea, tiene más de 100.000 millones de estrellas, y se calcula que el universo observable tiene unos 200.000 millones de galaxias.
Se están descubriendo planetas orbitando alrededor de estrellas de todo tamaño, como las gigantes –de combustión más intensa y rápida– y las enanas rojas, que emiten menos energía y tienen vidas mucho más largas.
–Planetas distantes–
Ya se llevan descubiertos más de 4.400 planetas en otros sistemas, y hay unos 7.500 más esperando ser confirmados en un futuro próximo. Cada 27 meses se duplica el número de planetas confirmados.
Una de las preguntas cruciales en el estudio de exoplanetas (planetas fuera del sistema solar) es si se ubican en la llamada zona habitable de su sistema planetario; es decir, a una distancia de su estrella que no los haga demasiado calientes o fríos para permitir la existencia de vida, al menos vida como la conocemos.
–Planetas próximo–
Incluso en nuestro propio sistema solar, la zona habitable sigue siendo una incógnita. Las más recientes misiones robóticas a Marte, planeta con temperaturas por debajo de los -150 °C, llevan experimentos para detectar rastros de vida. No se descarta que pueda haber formas de vida microscópicas bajo la superficie.
Se están considerando misiones para estudiar Europa, un satélite natural de Júpiter del tamaño de nuestra Luna. Este tiene una gruesa superficie de agua congelada, debajo de la cual se calcula que hay abundante agua en estado líquido.
–Qué forma de vida–
Charles S. Cockell, un profesor británico de Microbiología y Astrobiología (el estudio del origen, evolución y futuro de la vida en el universo), escribió recientemente un libro sobre el tema, titulado “Las ecuaciones de la vida: cómo la física determina la evolución”. Su planteamiento es que, no importa en qué parte del universo se inicie, la vida tiene que obedecer a las leyes de la física.
Cockell demuestra que aun los más sencillos mecanismos de vida son complejos motores biomecánicos que buscan el camino de la mayor eficiencia, que se impone a las demás alternativas. Explica, por ejemplo, que la supervivencia de un pequeño insecto a temperaturas que bordean el punto de congelación del agua está sujeta a las leyes de la termodinámica, y que estas leyes que hacen posibles los procesos para mantener vivo a ese insecto, son las mismas en todo el universo.
“Tan solo nuestra galaxia, la Vía Láctea, tiene más de 100.000 millones de estrellas”.
–Los elementos–
Al referirnos a la vida en otros lugares del cosmos, generalmente se dice “tal como la conocemos”, una premisa bastante limitante. La vida que conocemos, incluso en condiciones extremas, requiere tres cosas: agua, elementos químicos y una fuente de energía.
Una piedra angular de la vida en la Tierra es el carbono, un elemento que –según explica Cockell– facilita el avance evolutivo: presenta gran versatilidad para el transporte de electrones y permite combinar infinidad de compuestos químicos, incluyendo las proteínas que forman el material genético.
Esta omnipresencia del carbono en la vida terrestre lleva a pensar que, de surgir vida en otras partes del universo, probablemente use el carbono como elemento fundamental. Sin embargo, el cosmos no deja de sorprendernos, obligándonos a reconsiderar premisas fundamentales.
De haber vida extraterrestre, no es inconcebible que se pueda basar en otro elemento químico, o que no use agua como ingrediente crucial de su metabolismo o su entorno. Sin embargo, sí requeriría energía para su desarrollo y funcionamiento.
Las fuentes de energía son innumerables, como nuestro Sol. La mayoría de las estrellas también lo hacen. Una variación en la composición de la atmósfera cambiaría los mecanismos de combustión u oxidación, pero siempre con las leyes de la termodinámica.
–Probabilidades–
La evolución sobre nuestro planeta demuestra que la vida puede tomar infinidad de formas, desde los microscópicos virus hasta la ballena de 300 toneladas, pero todas obedecen a las leyes de la física.
Ahí está la clave del planteamiento del libro de Cockell: las leyes de la física imposibilitan la existencia de seres que las violan. Yo no diría que esto limita demasiado nuestra fantasía, pues basta ver todo lo que la evolución ha sabido hacer en nuestro planeta. Después de leer el planteamiento de Cockell estoy convencido de que la vida extraterrestre, si la hay, es en principio tal como la conocemos, en el sentido que cumple con las leyes de la física, no importa en qué parte del universo se encuentre.
Sin embargo, nuestra evolución tomó más de 3.000 millones de años, mientras el período en que hemos logrado manejar señales de radio y viajes interplanetarios ha sido menos de 100 años, un instante.
Si alguna vida altamente avanzada ha logrado un alto desarrollo tecnológico, es poco probable que haya sucedido al mismo tiempo. También es improbable que podamos establecer contacto con ellas debido a los años luz que nos separan.
Los avistamientos de ovnis, desgraciadamente, se explican con las últimas dos palabras de la sigla: no identificados.
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