Adriana Chavez Farro

Tres veces por semana, Mishell llega hasta el cruce de la avenida Faucett y Venezuela con una pelota bajo el brazo. En pocos minutos se prepara y, aprovechando el tiempo de cada semáforo en rojo, diseña acrobacias a las que nadie se resiste. En esa esquina, Mishell ha encontrado la manera de reunir el dinero que necesita para viajar y participar en campeonatos de freestyle, un deporte que practica desde hace tres años y que le ha enseñado que la determinación es la clave de todo.

¿Qué hizo que, luego de sufrir un esguince de primer grado, regresaras otra vez al fútbol en una de sus variantes: el freestyle football?
No lo dejé porque, desde que tengo uso de razón, juego fútbol con mi papá. Siempre me ha gustado este deporte y he crecido en un barrio en donde era la única chica que lo practicaba. Llegué a equipos profesionales de primera división de mujeres, a representar a la universidad San Martín de Porres y a la selección sub 15. Cuando me lesioné, pensé que mi carrera en el deporte había terminado pero no fue así.

Conociste el freestyle cuando viste, de casualidad, a un grupo de jóvenes practicando cerca a tu casa.
Sí, les pregunté si podía unirme y accedieron. Yo veía cómo Ronaldinho hacía trucos en los partidos del Barcelona pero nunca pensé que las “dominaditas” fueran un deporte. Al empezar, solo me salían 20 pero, tras practicar durante todo el verano, logré hacer 500 seguidas.

Y empezaste practicando en casa.
Sí, por ese entonces estudiaba fotografía y, en mi tiempo libre, practicaba trucos que veía en videos de YouTube. Le fui agarrando el gusto y, luego de investigar, encontré campeonatos. Poco a poco me empezaron a llamar para participar en eventos y me di cuenta que podía dedicarme a esto, pero sabía que me faltaba prepararme.

¿Cuándo te llegó tu primera invitación para participar en un torneo internacional?
En el 2016 me llegó la invitación para participar en el torneo Overtime Freestyle Football, que se desarrolla en Colombia, pero por falta de medios económicos no pude asistir. En el 2017, volví a recibir la invitación y decidí ir mochileando. Llegué muy cansada un día antes de la competencia pero di lo mejor de mí y obtuve el cuarto puesto en la categoría femenina. Sin embargo, me propuse una meta: al volver al Perú haría las cosas diferentes. Muchos me ayudaron a mover mis redes sociales y a conseguir contactos. Sin embargo, ninguna marca deportiva hasta hoy me auspicia. Por el momento cuento con el apoyo de tres empresas: Gymnika, en donde trato mis lesiones; agua Glacial y la empresa constructora Lugano, que me contrata para eventos. Este año obtuve el tercer puesto en la misma categoría y espero que en la próxima competencia pueda obtener el primer lugar.

A pesar de las dificultades no te desanimas.
Mi motivación más grande es mi familia: mis padres, mi hermana y mi sobrino de cuatro años. Vivimos en un país machista, pero mi papá no lo es. Él siempre me dice: “si no lo intentas, no vas a conseguir nada. Y si dejas de intentar, ya perdiste. Por más duro que sea el camino, no te detengas”. El año pasado, le dijeron que yo pedía plata en la calle y mi papá les respondió: “mi hija no pide plata en la calle; ella exhibe su arte en el semáforo y, si a las personas les gusta, le colaboran”. Yo hago una exhibición de 30 segundos, agradezco y, si veo que alguien quiere colaborar conmigo, lo acepto.

Me contaste que esta semana te habías sentido un poco desmotivada.
Sí, porque suelen haber comentarios positivos pero también negativos. Todos tenemos nuestros cinco minutos en los que capturamos lo malo. Me han dicho que no voy a llegar lejos, que canso. No obstante, sé que estoy trabajando para lograr algo importante. Escalón por escalón. Yo no me detengo y trabajo para ser la número uno.

¿Por qué te apasiona tanto el freestyle?
El deporte es una disciplina en la que se siguen reglas; el arte, en cambio, fluye. Yo, además de jugar fútbol, pinto en mis tiempos libres y me gusta mucho la fotografía. El freestyle es un deporte-arte, es creación y tiene que fluir. En tu rutina tienes que utilizar pies, rodillas, hombros, cabeza y ensayar acrobacias que tú mismo creas.

En Colombia, los jueces resaltaron tu creatividad…
Sí, dijeron: “la peruana tiene algo distinto a los demás, su rutina es especial”. Escuchar esos comentarios de gente tan talentosa me la sube. Valoro haber conocido a gente que aprecia lo que hago. Siempre que cojo un balón me traslado a otra parte, me libero del estrés y me voy de esta realidad. Cuando compito solo somos el balón y yo.

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