Los anuncios escolares en los diarios limeños han sido testigos de la evolución en la experiencia estudiantil a lo largo del siglo XX. Desde los niños que aguardaban su ingreso a las escuelas en las primeras décadas, hasta los estudiantes de los años 70 y 80, todos compartieron la expectativa generada por la publicidad escolar. El Comercio, en particular, presentaba sin falta cada marzo y abril una llamativa variedad de productos: desde uniformes hasta útiles escolares, y desde alimentos para la lonchera hasta tecnología como las relucientes máquinas de escribir. La anticipación previa al inicio de clases, especialmente marcada en la tradicional fecha del 1 de abril, reflejaba la emoción que solo rivalizaba con la campaña navideña, que coincidía con el fin del año escolar. Esta dualidad marcaba el cierre de un ciclo y el inicio de otro, encapsulando la esencia de la vida estudiantil tanto pasada como presente. Los anuncios, impregnados de nostalgia y ternura, capturan la esencia de estas experiencias compartidas a lo largo del tiempo.
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