Caracas, 18. Por Jorge Zegarra Rojas, enviado especial de El Comercio, vía UPI. Perú escribió otra página de su gloriosa historia futbolística, al reconquistar, después de 36 años, la Copa América, al clasificarse campeón sudamericano. Brillante gestión del seleccionado nacional que tuvo que sobreponerse a muchas circunstancias adversas. Una de ellas la más importante fue la cancha anegada previamente que favorecía al adversario y la otra: el ambiente de las tribunas casi cubiertas por aficionados colombianos residentes en esta capital y los traídos en aviones especiales desde distintos lugares de Colombia. También la fácil invasión del público observada cuando ingresaron los equipos al campo, pues la tribuna general no tenía alambrada, lo que significaba un peligro constante para el desarrollo del encuentro.
Ante estos antecedentes, el equipo nacional impuso su mejor juego de conjunto frente al aguerrido conjunto colombiano. Con un elegante fútbol sincronizado desde las líneas posteriores, Perú fue amenguando los arrestos de los colombianos, quienes desde el pitazo inicial del árbitro uruguayo Barreto, apuraron las acciones. Fue en esos trances que llegó el gol de Sotil a consecuencia de un contragolpe por rechazo de Meléndez, recepcionado por Soria, quien se proyectó por el sector derecho para lanzar el balón al área donde Rojas remató. Bolaños despejó defectuosamente habilitando a Cubillas que entró a disparar frontalmente. Surgió Zárate para rechazar corto y Sotil con gran habilidad decretó el tanto que significaría el triunfo peruano.
Desde ese instante, treinta mil aficionados en el estadio Olímpico se asombraron ante el espectáculo que ofrecían los peruanos; adelante Sotil y Cubillas en continuas “paredes” desmoronaron la resistencia colombiana, creando inclusive desesperación en los zagueros Zárate y Escobar. Sin embargo, faltó culminación a los incesantes ataques, pues se insistió en centralizar los avances, dejando por momentos olvidados a Oblitas y Percy Rojas.
El equipo colombiano reaccionó para organizar su labor ofensiva con avances laterales, cargando más por el flanco derecho con un escurridizo Ortiz que respondía a su categoría de estrella colombiana y Umaña respaldándose originando problemas a Toribio Díaz, quien tuvo que apelar a todos sus recursos. Colombia no pudo capitalizar sus intentos por ese sector viéndose obligado a cambiar de frente. Correspondió entonces a Soria cumplir su labor para controlar a Campaz, otra de las armas del adversario. Ahí aparecieron las figuras de Chumpitaz y Meléndez, un señor del área que mostró la serenidad en la presión colombiana, para controlar muchas pelotas y sacarlas sin rifarlas hacia el compañero mejor ubicado.
El equipo peruano volvió a sentar su esquema táctico, asumiendo la iniciativa a partir de los 40 minutos hasta los 20 minutos de la fase complementaria. En ese lapso, Quesada como receptor sirvió para reforzar la consistencia defensiva, en tanto Ojeda, aunque flojo en la contención, sirvió de parachoque en media cancha concediendo más panorama a Cubillas para organizar otros ataques y acompañar a Sotil y Rojas, quien exigió a Bolaños y Calero una marca a presión. Percy Rojas realizó así un agotador trabajo para ceder su puesto después a “Cachito” Ramírez, que demoró en calentar músculos.
Perú cedió terreno
Perú cedió el terreno a los colombianos, quienes desplegaron sus líneas. Umaña, Calero y Ernesto Díaz se apropiaron de la media cancha por donde lanzaron pelotas por todos los sectores. Campaz y Ortiz encontraron la claridad necesaria para llegar libremente al área. El equipo peruano formó una barrera impasable replegando a Oblitas en ayuda de Díaz, mientras Ramírez y Sotil trataban de obstaculizar el adelantamiento de Escobar y Segovia. Los colombianos intentaron abrir brechas con pases cortos antes de buscar los remates a media distancia. Ahí cayeron en la trampa prevista por el entrenador Marcos Calderón.
Buena sincronización
Las coberturas efectuadas entre Soria, Meléndez, por un lado, y por el otro Díaz con Chumpitaz, resultaron perfectas. La insistencia colombiana no prosperó y en cambio el bloque defensivo peruano respiró mejor. Vinieron los contraataques peruanos y en uno de ellos, Zape se vio obligado a detener a Sotil, enganchándole. Los colombianos no reclamaron el penal y Cubillas se encargó de ejecutar en forma defectuosa que sirvió a Zape para lucirse. Gran oportunidad perdida. Colombia lanzó nuevamente a sus hombres, con los refrescos de Retat y Castro, en busca del empate. Ortiz, Campaz y Castro apoyados por Calero bloquearon la retaguardia peruana y es allí donde esta respondió con solvencia, correspondiéndole el turno a Sartor para anular tres disparos. Los delanteros peruanos sin el apoyo suficiente apelaron a acciones individuales.
Cubillas hizo un remate que rebotó en el travesaño, más tarde Sotil fue contenido con penal que el réferi no sancionó y después Ramírez lanzó un difícil disparo que controló Zape, quien en los diez minutos finales sacó a lucir sus magníficos reflejos que no mostró en Lima y que sirvieron para evitar la caída de su valla. Colombia había jugado todas sus cartas para caer luchando dignamente para realzar la brillante gestión del nuevo campeón sudamericano.
Entre lágrimas se cantó Himno patrio:
Si bien en el campo de juego, apenas terminado el partido, se vivió una fiesta pocas veces vista en un escenario deportivo de este país, lo que ocurrió en camarines fue inolvidable. De poco valieron los esfuerzos de la fuerza policial para tratar de contener a los cientos de aficionados que pugnaban por ingresar al recinto peruano.
En medio de un mar humano de jugadores, dirigentes e hinchas que cantaban, lloraban y reían al unísono, se cantó el himno patrio. La algarabía no tenía cuando terminar y tanto Percy Rojas como Eleazar Soria acompañados por los dirigentes Augusto Moral y el argentino José Epelboin tuvieron que actuar en forma enérgica para poder cambiarse, los dos primeros, y salir de inmediato, ya que tenían que abordar a medianoche un avión que los llevará con destino a Buenos Aires, donde jugarán mañana por Independiente frente a Racing.
Calmados un poco los ánimos, pudimos conversar con algunos jugadores que sin ocultar la emoción que vivían en esos momentos, dijeron:
Teófilo Cubillas: “Se ha culminado un trabajo que costó mucho esfuerzo, sacrificio y sobre todo cariño a la patria. Nunca me sentí tan feliz como hoy y creo que también lo estarán todos los peruanos”.
Héctor Chumpitaz: “Estoy muy contento con el título sudamericano que es muy meritorio, porque hicimos todo lo que estuvo al alcance de nuestras manos para lograrlo. Este triunfo se lo dedicamos a toda la afición peruana, que siempre nos alentó y tuvo confianza en nosotros”.
Toribio Díaz: “Sacrificio y pundonor nos ha dado la Copa América, pero el verdadero gestor y ahora triunfador es Marcos Calderón, a quien yo estaré siempre reconocido por la confianza que me tuvo y me obligó a superarme cada vez más”.
Alfredo Quesada: “Esta victoria y el título logrado es mi revancha, ya que una vez quedé a medio camino en las eliminatorias al mundial. El triunfo es un triunfo del Perú, y esta noche será inolvidable para todos los peruanos”.
Santiago Ojeda: “El torneo sudamericano ha logrado hermanar a los pueblos de América y será histórico para nuestra patria. Yo estoy muy contento por haber formado parte de esta gloriosa selección”.
La entrevista a Hugo Sotil se hizo esperar porque fue copado por numerosos colegas radiales venezolanos, colombianos y peruanos. En medio de todo este júbilo nos dijo: “No podía fallarle a mi querida patria, soy cholo, lo seré siempre y algún día volveré a mi Perú para no volver a alejarme nunca más”.
Momentos después nos informaron que tanto Sotil como Cubillas, regresan mañana a primera hora a España y Portugal, respectivamente, y la selección lo hará el jueves hacia Perú.
Sotil había prometido a su mamá anotar el gol
“Esta es la alegría más grande de mi vida porque mi hijo Hugo cumplió con lo que me dijo por teléfono hace unas pocas horas desde Caracas”. Así manifestó la señora Nora Yerén de Sotil, madre del popular “Cholo”, autor del gol con que ganó anoche el Perú el título sudamericano de fútbol.
Luego del triunfo del Perú, El Comercio acudió a la casa de la señora Nora ubicada en la urbanización Cahuachi, del distrito de San Luis, donde estaba con toda su familia y vecinos celebrando el triunfo de la escuadra peruana y el golazo de Hugo. Allí estaban sus dos hijas Blanca (con su esposo José Chira), Martha y Tomás; además la madrina del “Cholo”, Clemencia Rodríguez y casi todo el barrio porque anoche Cahuachi se vistió de fiesta por la conquista.
Allí la señora Nora nos dijo que a las cinco de la tarde habló por teléfono con su hijo Hugo, quien la llamó desde Caracas. La conversación fue así: (según nos dijo) “¿Aló?… ¿Mamita?… Cómo estás mamita linda, mira que ya estoy aquí para defender la patria donde nací… Muy bien hijito me estás dando una alegría grande porque sé que tu quieres a tu Perú y no podías faltar a la cita… Cómo estás hijito de salud, cómo está tu señora, recibe un beso de tu madre que tanto te quiere…Gracias mamita, todos estamos bien solo espero cumplir la mejor actuación de mi vida esta noche… mira mamita, te dedico un gol para ti y mi querido Perú… chau mamita, será hasta vernos pronto”.
“Por esta razón estoy muy contenta”, nos dijo la señora Nora que enjugaba a sus lágrimas de alegría.
¿Qué sintió usted cuando Hugo anotó el gol? “Que quiere, pues fue una alegría tan grande que salté y casi me desmayo de emoción”, contestó.
Luego para terminar agregó: “Diga usted en su gran diario que mi hijo quiere mucho a su patria donde ha nacido y no como algunos han dicho que se alejará para siempre del Perú, además cómo puede decir eso cuando en esta tierra bendita tiene a sus seres más queridos como somos yo y sus hermanas y toda su familia”, finalizó.