El Perú ha escrito hoy en el Callao con su sangre y con la sangre española la página más gloriosa de esta segunda guerra de la Independencia. Toda la escuadra enemiga compuesta de once buques, entre ellos siete fragatas de línea y montando 300 cañones, ha atacado el Callao y después de un combate en que nuestras tropas han desplegado un denuedo e intrepidez heroicas, los españoles han sido rechazados y se han visto obligados a retirarse con tres de sus fragatas enteramente fuera de combate.
Ninguna de las bravatas tantas veces proferidas por la insolencia española se ha cumplido. La población del Callao no ha sido reducida a cenizas y escombros, el fuego de nuestras baterías no ha sido apagado ni ha cesado un solo instante; el Perú no ha sido castigado por la España, como prometía Méndez Núñez, antes bien es aquella la que ha recibido, en su Escuadra, una severa y merecida lección; los españoles habrán aprendido ya a conocernos. Como ya hemos dicho, nuestros enemigos han tenido que retirarse con pérdidas y averías de gran consideración y de una manera vergonzosa.
Imposible nos es dar en estos momentos todos los detalles de este combate tan glorioso y tan trascendental para el Perú y para la América entera. Publicamos a continuación los despachos telegráficos que sucesivamente hemos a dado a luz durante el día a fin de calmar la ansiedad pública y que reproducen bien de una manera todavía poco precisa y distinta, las diversas fases de esta brillante jornada como también los nombres que hasta aquí hemos podido saber de los muertos y heridos que ha sellado este día memorable de la patria con su sangre generosa.
¡Por esta noble sangre americana tan injustamente vertida en nombre de esas víctimas de la codicia e iniquidad de nuestros antiguos dominadores, el Perú y la América unida deben jurar hoy un odio eterno e irreconciliable, perpetua separación de nuestra infame madrastra, la España!
Crónica interior
Callao
Telegramas
9:50 a.m.
Mayo 2 de 1866
Señores editores del El Comercio
9:00 a.m.
Los españoles no se mueven. Uno de los cañones que se colocaron cerca de la estación está completamente listo. Nada notable ocurre hasta estos momentos.
10:00 a.m.
Los buques españoles se han puesto en movimiento y se cree que sea para atacar.
10:07 a.m.
Los buques españoles han avanzado hacia las baterías. Estas principian a despejar para dejar expeditas a las gentes útiles.
10:20 a.m.
Parece que no habrá ataque todavía; pues los dos buques españoles que se mueven no hacen si no voltejear. La Numancia se halla inmóvil, pero con sus calderos encendidos.
Aquí reina el mejor espíritu en las baterías, todos desean la hora del combate.
10:15 a.m.
La Numancia está en movimiento con rumbo al Norte.
10:50 a.m.
La Blanca, que manda Topete, pone señales; este buque parece que sirve de guía. La Villa de Madrid avanza siempre al Norte, que es el rumbo general de la escuadra enemiga.
10:57 a.m.
La escuadra enemiga, después de dejar su fondeadero, avanza hacia la bahía con rumbo siempre al Norte.
11:00 a.m.
El telégrafo se ha trasladado a Baquíjano.
11:13 a.m.
S.E. [Mariano Ignacio Prado] visita las baterías.
El gran cañón está expedido. Los aguardamos con impaciencia.
Acaban de apuntarse sobre estas máquinas todos los buques enemigos, después de haber avanzado en su línea hacia la bahía, corta distancia; pero concertándose siempre fuera del alcance de nuestros tiros.
La Numancia está en el centro.
11:25 a.m.
Los tanques españoles de combate continúan avanzando con la proa al Norte, pero lentamente.
11:27 a.m.
La Vencedora hace proa al Este.
11:50 a.m.
La Blanca ha hecho rumbo al Norte, acercándose a la bahía a la cabeza de la línea enemiga.
La Numancia cubre la retaguardia. Se conservan siempre fuera del alcance de nuestros tiros.
11:59 a.m.
La Villa de Madrid está con su proa al Norte a toda máquina y se ha puesto por ese lado a la cabeza de la línea. La Numancia sigue avanzando con la proa a la batería de Santa Rosa.
12:11 p.m.
Los enemigos forman en línea de batería después de poner su rumbo al Norte han puesto proa al puerto.
La Numancia ha puesto proa al puerto a toda máquina.
12: 38 p.m.
La neblina es inmensísima: los fuegos siguen con entusiasmo por nuestra parte. El entusiasmo es general.
Una bala del Loa ha dado en la popa a la Numancia que casi está perdida.
La Numancia ha sido echada a pique.
1:06 p.m.
Al principiar el fuego S.E., el jefe supremo, salió del Arsenal y se dirigió a las baterías del Sur.
1:10 p.m.
La Numancia está fuera de combate.
1:20 p.m.
En el lado de Punta hay tres fragatas que están batiendo al puerto.
1:30 p.m.
Una fragata española se retira por el lado de sotavento y largando su trinquetilla.
Los otros buques siguen haciendo fuego, pero más pausadamente.
Otra sale remolcada por la Vencedora.
Llevamos una hora de combate y los enemigos van desfalleciendo.
Por nuestra parte crece el denuedo y la abnegación.
1:45 p.m.
Nuestros bravos no cesan. Las bandas tocan los Himnos Nacionales. Han llegado a Bella Vista los primeros heridos que son el coronel mexicano Zubiría y los ciudadanos Cruz y Sánchez.
1:49 p.m.
Las baterías de Lazareto y Santa Rosa son las que hacen más fuegos.
Los balazos que ha recibido la Numancia ha flor de agua han sido lanzados por el cañón de estación y por el “Loa”
Se ha declarado en incendio la calle del Comercio.
En diez minutos han caído 30 balas españolas al mar bravo.
1:58 p.m.
El gentío que hay en los alrededores es inmenso.
Personas que vienen del sitio de operaciones manifiestan que nuestros defensores no desmayan.
No sabemos todavía quiénes hayan perecido.
Los heridos son muy pocos
La Numancia se ha parado y se coloca frente del Lazareto.
2:10 p.m.
En todas las Baterías tocan diana. Numancia ha recibido dos nuevas balas
No hay viento y los incendios no progresan.
2:11 p.m.
Una fragata que se había retirado se aproxima a lado de barlovento.
2:20 p.m.
Ha disminuido el fuego de ambas partes.
No se puede distinguir bien los buques.
2:24 p.m.
La fragata que estaba a sotavento se retira.
2:40 p.m.
La Almansa ha puesto señales.
2:45 p.m.
Sigue el fuego muy nutrido por nuestra parte.
2:47 p.m.
La torre de Santa Rosa es la que más fuego hace.
2:55 p.m.
Un transporte se acerca a la Numancia que ha hecho señales.
Seguramente para tomar los heridos.
La Numancia retrocede precipitadamente.
Los fuegos del enemigo se dirigen a la Aduana.
2:58 p.m.
Los piratas hacen sus fuegos ahora, sobre el Lazareto.
Una de nuestras balas se ha llevado la bandera de una de las fragatas.
3:10 p.m.
Una bala ha caído en una casa en Bellavista y ha roto un sofá. Los españoles han cambiado de posición hacia Barlovento.
3:11 p.m.
Continúa el fuego.
3:30 p.m.
La Numancia y dos fragatas sostienen en estos momentos el fuego. Los restantes han salido afuera con averías. Nuestras baterías se mantienen con energía.
5:45 p.m.
Las fragatas Blanca, Berenguela y Resolución se dan por perdidas.
Las últimas han sido remolcadas al cabezo de la isla. A pesar de que los españoles han tirado sobre la Aduana no ha habido incendio.
Las compañías de bomberos principian a operar, aunque los incendios no son de consideración. Se calcula en ocho mil tiros de ambas partes. Durante el combate no han cesado por un instante de hacerse oír por las bandas los himnos de los aliados. La Almansa ha sido la que más resistencia ha puesto en el combate.
3:45 p.m.
El comandante general de marina herido. La Numancia que se ha internado adentro, no puede moverse, y solo hace fuego de un costado.
3.30 p.m.
La Vencedora ha avanzado por Sotavento haciendo fuego, lo que indica que las tres fragatas que se han retirado están imposibilitadas para el combate.
4:02 p.m.
Los fuegos no son tan nutridos. Los fuertes son los que más fuego hacen.
4:10 p.m.
La bandera derribada ha sido la de la Villa de Madrid.
4:40 p.m.
Los bomberos italianos, compañía de Roma, están prestando sus servicios, haciendo sus guardias en los hospitales y telégrafo.
5:20 p.m.
Los vencidos en Abtao van ligera retirada. Se están alistando para hacerles nueva recepción. En cinco horas de resistencia, el Callao ha vengado la infamia del 14 de abril [ese día de 1864 los españoles ocuparon las islas Chincha]. No se sabe a punto fijo el número de nuestros muertos y heridos.
5:25 p.m.
Acaba de salir un convoy conduciendo a los heridos. Nada de notable.
7:50 p.m.
Los blindados Loa, Victoria y Tumbes han combatido gloriosamente.
No han recibido lesión ninguna: ha tomado su mando el señor Montero.
El Jefe Supremo ha salido salvo y ahora se ocupa en recorrer las baterías para dejarlas listas en caso de que los españoles nos vuelvan a atacar.
No hay un solo jefe, oficial, ni soldado que poder recomendar con preferencia. Todos han sido iguales en heroísmo.
Una bomba que reventó en la torre blindada del Sur al tiempo de cargar un cañón hizo saltar la Santa Bárbara.
Todas las compañías de bomberos tanto del Callao como de Lima han prestado servicios diversos en los hospitales y en la población.
Dicen que la Almansa se había blindado con pacas de algodón que le quitó al Antonio Elías y con cadenas.
Mal parado ha salido el sicario Méndez Núñez y comparsa.
8:44 p.m.
La célebre blindadura (sic) de algodón inventada por D. Castro se incendió con una bomba y tuvo que sacarla precipitadamente. A esto es debido que anunciamos el incendio de una fragata.
Relación de los muertos y heridos
Muertos
El señor ministro de la Guerra, ilustre ciudadano coronel D. José Gálvez.
Coronel Baquero
Coronel Zamora
General Vásquez, ecuatoriano
Teniente Machuca
R.P. Vinagre de Santo Domingo
Un padre de San Agustín
Heridos
Comandante general de Marina García
Comandante O´Brien
Ídem ídem Mascaro
Ídem ídem Lara
Coronel Solis
Capitán Palomino
Teniente de artillería Barraza
Ídem ídem Domingo Nieto
Oficial de Marina Ulises Delboy
Ciudadanos Cruz, Sánchez y Pinillos, en las baterías
Relación nominal de los heridos existentes en el Hospital de sangre situado en el panteón del Callao
Carpintero Manuel Barrientos, torre de la Merced
Soldado Mariano Prado, batallón artillería
Paisano Domingo Águila
Ídem Timoteo Neira
Coronel mexicano Justiniano Zubiría
Paisano José Olmos
Teniente Manuel Cárcamo, batería de Santa Rosa
Capitán de fragata Raimundo Cárcamo ídem ídem
Teniente Nicanor Bazo, batería de Ayacucho
Paisano Jesús M. Nava colombiano
Alférez de fragata Manuel E. Reyes, torre de la Merced
Sargento mayor Francisco Bolívar, vencedor de la Independencia
Marino Pedro Mariño, batería de la Merced
Teniente José María Ochoa, castillo de la Independencia
Contador de la factoría de la Bellavista Prudencio Velezmoro
Paisano Manuel Trinidad
Capitán Daniel Callirgos, Torpedos
Marinero Pedro Navarro
Paisano José Balderrama
Subteniente José M. La Torre Bueno, Batería de La Merced
Cipriano Llanos, Batería de Santa Rosa
Paisano José Luján
Carpintero Torcuato Quiroz, Batería de La Merced
Paisano D. Noriega
Teniente Anselmo Valcárcel, Batería de Santa Rosa
Domingo Nieto, Batería de La Merced
Teniente coronel Manuel Odría ídem
Justiniano Castañeda, Batería de Pichincha
Alférez Adolfo V. Machuca, Batería de Pichincha
Teniente José Rogeda, Batería de La Merced.
Subteniente Delfín Novoa, Batería de la Independencia
Id. Benjamín Novoa id.
Capitán Manuel Naranjo, Batería de la Independencia
Id. de corbeta José S. Lagomarsino, Batería de Santa Rosa
Paisano José Velásquez, id.
Santos Mormico, Batería de Ayacucho
Marinero Santos Solis, Batería de Santa Rosa
Paisano José María Fanni, Batería de la Independencia
Juan Ocros, ídem
Celador Manuel Janampa, Batería de La Merced.
Teniente Francisco Necochea, ídem
Nota: Han sido conducidos al panteón 15 muertos.
Baquíjano, mayo 2 de 1866
Después del bombardeo
Apenas terminados los fuegos acabamos de recorrer nuestras baterías tan valientemente defendidas y que presentan un aspecto que al par conmueve y entusiasma.
Ni un solo cañón nos ha sido desmontado por los españoles.
Hemos tenido solo seis piezas que no han podido continuar sus fuegos, pero todas a causa de los accidentes casuales o por efecto de los mismos fuegos.
¡La victoria no puede ser más gloriosa!
En la batería Abtao están en su lugar e intactas todas sus seis piezas. Esta batería cesó sus fuegos después de un vigoroso cañoneo por estar casi agotadas sus municiones, que hubo de reservar para el caso posible de un loco desembarco.
Ha muerto en ella solamente un oficial apellidado Quispe y resultado herido otro nombrado Urquijo, un oficial más y un soldado.
En la torre del Sur han tenido lugar la mayor parte y las más deplorables de nuestras desgracias. A causa del accidente de que al principio dimos cuenta, estalló allí una bomba que a su vez incendió unos dos quintales de pólvora en cartuchos para los cañones, pereciendo casi todos los que en el recinto de ella se encontraban en ese momento.
En general, la torre en sí poco ha sufrido y los cañones en solo dos horas de trabajo quedarán en actitud de funcionar a todos lados, pero la pérdida de vias que allí tuvo lugar es verdaderamente irreparable.
Los cadáveres del valientísimo Ministro de la Guerra, coronel D. José Gálvez, del afamado coronel Montes, del sereno joven granadino Cornelio Borda, del jóven chileno teniente Salcedo y del teniente Olazo y de otras personas más se hallan horriblemente calcinados y mutilados por tan cruel explosión. En la torre y fuera de ella, los pedazos de carne humana, los fragmentos calcinados de uniforme se hallan confundidos de una manera horrible. De Borda, lo único que se ha polido reconocer es su anteojo y una mano que lo empuñaba.
¡Oh! Maldecidos, maldecidos mil veces sean los españoles causantes de esta guerra y de tantas desgracias; que un odio eterno inestinguible separe siempre a la América de esa bastarda cruel y villana nación, oprobio de los tiempos antiguos y modernos.
¡Que no obtendrá venganza del cielo esos ennegrecidos cadáveres, cuyo aspecto conduele y aterroriza!
En la batería Zepita que como llevamos dicho ha tenido que sufrir pasivamente el fuego del enemigo, que estaba a su espalda y cubierto por algunos edificios de madera, han quedado heridos el capitán Arrazola, gravemente, y otro oficial más cuyo su nombre no hemos podido averiguar, el mayor La Fuente, director de la batería, si bien levemente en la mano, el oficial Valdez, contuso, y cuatro soldados más cuyos nombres ignoramos.
En la batería Improvisada se encuentra herido el jefe de ella, el valiente joven capitán de corbeta D. José Sánchez Lagomarsino que después de salir ileso en el combate de Abtao, quiso tomar parte en la defensa heroica del Callao y a quien un casco de bomba le hirió cruelmente ambas piernas, si bien, según nos aseguró en la misma batería, hay esperanza de que la amputación no sea necesaria. Tres individuos más recibieron allí mismo una muerte gloriosa.
En la batería baja de Santa Rosa servida toda por oficiales voluntarios de la Mayoría, ha habido seis muertes, entre ellos el mayor Miranda, un paisano y un voluntario de los que a última hora se presentaron.
El coronel Zamora pereció también, mas no sabemos a punto fijo si en esa batería o en la explosión de la torre del Sur.
En la batería alta de Santa Rosa ha habido cosa de veinte muertos y heridos.
Su jefe, el coronel Delfín se ha cubierto de gloria, subiendo a los parapetos en el momento más rudo del combate y golpeando su pecho al lanzar a los buques que tan próximos se hallaban cañoneándole, un sublime reto.
Los jefes de caballería D. Blatasar Latorre y D. Antonio Rodríguez y Ramírez que allí se había agregado voluntariamente, han dado brillantes pruebas de su valor nunca desmentido.
Los coroneles Ugarteche y La Cotera han salido ilesos y cubiertos de gloria en el combate.
Se nos dice además que en las baterías inmediatas, han resultado heridos el capitán Fuentes, el teniente D. Domingo Nieto, el teniente Olaso y el coronel Zavala y su hijo.
La batería Cachabuco, que en la baja de Santa Rosa, la Improvisada y la de Maypú, fueron las que dispararon por última vez sobre los españoles.
S.E. el jefe Supremo, esponiéndose como el último soldado y recorriendo las baterías de Sur a Norte en todas direcciones bajo el fuego diabólico del enemigo, ha arrancado un laurel más a la fama, dando muestras como siempre de su indomable arrojo y serenidad admirable.
En la batería de Maypú hay cuatro muertos y diversos heridos. El coronel Baquero fue muerto dentro del recinto de la Aduana o Castillo, por una bomba que ocasionó allí la pérdida de alguna vida.
El comandante Cárcamo está herido aunque no muy gravemente.
El cañón montado por el pueblo era mandado por comandante Cabieses, su primer disparo fue dirigido y acertado sobre la Numancia por el comandante Pardo de Zela, pero como el cañón se desmontase con el retroceso, y faltasen los útiles para volverlo a armar, ambos jefes buscaron en las baterías inmediatas el medio de emplear activamente su calor.
En la batería del Sol o de Ayacucho, han caído multitud de balas, pues nada menos que catorce han sido recogidas del frente de los cañones. Mas por fortuna solo resultó herido, por un casco de bomba, el decidido joven teniente D. Nicanor Vásquez y cuatro individuos más de la clase de tropa.
Uno de los cañones Blackey se desarregló en su montaje a su 19º tiro, pero puede ser arreglado en pocas horas.
A esa batería y la torre del Norte inmediata se le atribuye las averías hechas a la fragata que la Vencedora sacó a remolque, y que parece ser la Villa de Madrid, de allí fue también que se le echó abajo la bandera a otro buque, que para enarbolarla de nuevo, hubo de amarrarla al palo de mesana.
En las demás baterías del Norte, es decir en Junín e Independecia parece haber muchos muertos y heridos, cuyos nombres no es posible averiguar de pronto por la confusión consecuente a la oscuridad de la noche.
En definitiva
Los valientes defensores del Callao se han cubierto de gloria en este combate, el más seriamente naval y el más recio que se haya dado en el Pacífico, aun sin excluir la época de la Independencia.
Dos de las fragatas de más porte han sido puestas en plena fuga y visiblemente averiadas y otra más, la Blanca no debe haber sufrido menos a juzgar por su conducto último en el combate.
Las pérdidas de los españoles deben ser no menos graves en lo que respecta a vidas.
Se calcula en cinco mil el número de disparos hechos en este memorable día, de los cuales solo una quinta parte corresponderá a nuestros fortines, pues los españoles, además de tener cañones en proporción de seis contra uno, tiraban con gran precipitación, si bien es cierto que desde la primera parte del combate, tuvieron un buque menos por haber salido desmantelado, el cual a poco hacer fue seguida de otro en igual caso.
Con fuego tan nutrido es en realidad admirable el que nuestros contrarios nos hayan hecho tan poco daño, pues nuestros muertos y heridos tal vez no alcancen a doscientos en total. En cuanto a cañones, ya hemos dicho que no ha habido un solo desmontado por ellos.
La población casi nada ha sufrido y no se ha dejado ver un solo amago de incendio.
¿Qué dirán de esto nuestros jactanciosos enemigos?
Sin el accidente de la torre, nuestra victoria hubiese sido aun de mayor alcance, pues sus cañones Armstrong hubieran hecho según toda probabilidad, dirigidos por el inteligentísimo Borda, enormes averías a algunos otros más de los buques enemigos.
Mas la suerte que no en todo ha de ser propicia, nos quitó casi desde el principio tan poderoso medio de ataque, cubriéndonos de luto, lo que aún es más sensible, con la pérdida del malogrado ministro Gávez, el gran ciudadano en quien nuestro país cifraba tan fundadas esperanzas y de los valientes que en ese cruel instante se hallaban a su lado.
La patria, agradecida a su bravos campeones, víctimas de la barbarie española, gime de dolor al bendecir su memorial