Escalando esperanzas y rocas
Chalex fue mi primer vecino en Cusco, cuando recién me mudé de Lima en el 2011. Compartimos una casa viejita en la Calle Chihuanpata, y ahí lo veía con sus cuerdas, cargando carpas y sleeping bags, contestando por teléfono sobre Salcantay Trek y escuchando de fondo a Bob Marley. Nos saludábamos de lejos, con buena onda, hasta que un día conversamos y me enseñó mi primera palabra en quechua. “Mi nombre es Alex pero cuando quieres decir con cariño le pones la “Ch”, por eso me dicen Chalex”.
Supe entonces que Chalex era rescatista de montaña profesional, escalador de altas cumbres, que estuvo buscando a Ciro Castillo en Arequipa y que uno de sus amigos fue quien lo encontró. Nació en Huaraz y vio en Cusco harto por explotar en escalada en roca y de alta montaña. Entonces abrió una empresa para ofrecer tours al Ausangate, Salcantay, Machu Picchu y diversos treks.
Después supe que Chalex tenía serios deseos de promover una movida cultural de escalada, organizar grupos, conectar con aventureros de todas partes, unir fuerzas, hacer de esto un movimiento que acerque a la gente a las cumbres. Creó entonces el Centro Cultural de Alta Montaña, así, chambeándola duro y en silencio. Yo no me enteré –ya me había mudado a otra casa- sino hasta que me lo encontré un día caminando por el Mercado San Pedro.
Aunque lo veo poco a Chalex le tengo mucho cariño porque siempre me ha gustado su emprendimiento y conciencia para hacer las cosas. Recuerdo que me presentó su proyecto “Escalando Esperanzas”, que lo hacía en ese entonces en asociación con un grupo llamado “Sembrando Semillas con Yoga” en el distrito de Tica Tica. Ahí ofrecían a los niños de comunidades experiencias únicas practicando Yoga y luego bajando por la tirolesa, trepando roca. La idea era que experimenten por el juego una sensación nueva de libertad, de aventura. Cuando lo acompañé a Tica Tica, hace años, me conmovió compartir con los niños la alegría de sentir adrenalina y saberse ilimitados.
“Escalando Esperanzas tiene ya como seis años. Hemos llevado más de 500 niños de orfanatos, comunidades campesinas, albergues, etcétera. Algunos de ellos ya son incluso escaladores proyectados a guías de montaña, otros desarrollaron cualidades y afianzaron su seguridad personal”, me cuenta Chalex por mensaje de Facebook.
Hoy sé que ha conseguido un terreno en Cachimayo (a 20 kilómetros de Cusco) donde trabaja su empresa Andexplora y el proyecto Escalando Esperanzas. Ahí tiene un parque de rocas de todo tamaño para aprender, practicar y mejorar la técnica. Sin embargo, me cuenta que lo que falta son fondos para trasladar a los chicos desde Cusco. “Hemos mejorado la infraestructura, equipos gracias al apoyo de grandes colaboradores, pero falta difusión y el transporte. Nos gustaría que la gente se entere de que aquí hacemos obra social con resultados muy positivos”, escribe. El 10% de los ingresos de Andexplora van a este objetivo, pero todavía queda corto.
Como les cuento, ya no veo mucho a Chalex, sin embargo tengo recuerdos felices de ser su vecino. Si hay algo que puedo hacer es esto: contar que hay grandes cosas en Cusco hechas por grandes personas. Chalex es uno de ellos y no escribo esto por vara, sino porque su trabajo es alucinante. Faltan manos, así que si desde tu vereda encuentras cómo apoyar y algo te inspira, puedes hacerlo. Será bienvenido y agradecido.
Finalmente, Chalex menciona: “me gustaría gradecer a Ana Belén Franco Rodríguez de España, como educadora social ayuda mucho en las actividades de confianza y seguridad y desarrollo personal; Raúl Quille y Bryan Ríos, como guías profesionales e instructores de escalada; y Gherson Melendes, amigo paramédico y Bombero. Ellos son mis manos derechas para seguir.