Dar gracias
Foto: Milivoj Sherrington
Hace poco fui testigo de una de esas experiencias que obligan a poner la vida en perspectiva y reevaluar prioridades. Felizmente, todo salió bien, pero la experiencia me sirvió para volver a apreciar lo verdaderamente valioso que muchas veces damos por descontado o asumimos como normal.
Claro, el estrés del día a día y los problemas de siempre jalan tanta energía que muchas veces no alcanza el tiempo para apreciar lo importante, ni menos para agradecer las bendiciones que la vida nos ofrece a diario.Nos pasa a todos, pero no es excusa para vivir así. Valoramos a la familia o a los amigos cuando ya no están. Tomamos conciencia del privilegio de la salud cuando estamos enfermos. Apreciamos un trabajo cuando lo perdemos o tomamos conciencia de nuestra suerte cuando se termina.
Lo mismo pasa en el trabajo. Sabemos que se nos viene un año difícil. Muchos temen perder su trabajo, negocios o ahorros. Pero muchos aún prefieren ‘no pensar’ y pierden tiempo valioso para cambiar sus actitudes frente a la nueva realidad que ya está acá.
La empleabilidad en el 2009 será un reto. Es momento de ver las cosas en perspectiva y tratar de aportar valor real cada día. Es imperativo revisar y cambiar actitudes. Estar atentos a lo que pasa, ser flexibles y estar dispuestos a renunciar al status quo y a la zona de confort para lograr ser considerados “recursos estratégicos” frente a la crisis.
Es momento de alinear prioridades con la organización y el equipo para definir los indicadores de éxito que nos permitirán navegar las circunstancias cambiantes. Es tiempo también de reevaluar nuestro perfil profesional y elevar nuestro ‘sex appeal’ laboral (nuestro mejor recurso para sobrellevar la crisis).
Debemos concentrarnos en fortalecer nuestra red de confianza. Esta época del año es magnífica para expandir la red, manteniéndonos cercanos a quienes apreciamos y nos aprecian, profundizando relaciones con quienes trabajamos, haciendo nuevos amigos, conociendo otros sectores.
Hace unos años un amigo me enseñó a despedir el año con una ceremonia de agradecimiento días antes del 31. Ahora lo hago siempre. Nunca falta quien me mira extrañado: “No tengo nada que celebrar, ha sido un año difícil, nada me salió bien”. Y, claro, siempre hay quien se enfermó o perdió a alguien querido, su negocio, su trabajo o su dinero.
Pero cuando llega el momento y alguien empieza a agradecer por estar vivo, por tener a sus seres queridos sanos y cerca, por tener fuerzas para trabajar y salir adelante, por tener la oportunidad de cambiar y de reinventarnos, todos comprenden y sonríen. Y así, tomando conciencia de que lo fundamental es lo único verdaderamente importante, la actitud de todos cambia, nos llenamos de esa energía que contagia y agradecemos a Dios y a la vida ¡por todas sus bendiciones!
Ya sabe: es tiempo de dar gracias. ¡Por todo!