Este artículo analiza las dificultades en el acceso a una educación de calidad en el Perú. (Foto: Corresponsales escolares)
Este artículo analiza las dificultades en el acceso a una educación de calidad en el Perú. (Foto: Corresponsales escolares)

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Cuando el esfuerzo no alcanza: el desafío de la desigualdad educativa en el Perú
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Cuando el esfuerzo no alcanza: el desafío de la desigualdad educativa en el Perú

Cuando el esfuerzo no alcanza: el desafío de la desigualdad educativa en el Perú

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A muchos de nosotros, estudiantes de en Lima, nos han contado nuestros padres o familiares de zonas rurales cómo era su vida escolar. Nos hablaron de lo que tenían que atravesar: caminatas interminables, lluvias intensas, falta de materiales. Todo eso, solo para llegar a un aula. Son historias que, aunque parezcan lejanas, siguen siendo la realidad cotidiana de miles de estudiantes en distintos rincones del país. Historias que no siempre se escuchan, pero que evidencian una educación que no es igual para todos.

MIRA: Brecha educativa en Lima Norte: dos escuelas separadas por la desigualdad

En una encuesta realizada por estudiantes de la Escuela del Bicentenario Nº 109 Inca Manco Cápac a jóvenes de distintas regiones del país, el 42,9% de los participantes eran de Lima y el 57,1% provenían de regiones como San Martín, Cusco, Arequipa, Lambayeque, entre otras. Las respuestas revelaron la sensación de que las condiciones educativas no son las mismas para todos. Un 77% señaló que los estudiantes de instituciones privadas acceden a mayores herramientas de aprendizaje. En contraste, muchos colegios estatales —sobre todo en zonas alejadas— carecen incluso de servicios básicos como agua potable o internet estable.

Además, un 54% de los encuestados afirmó que su ubicación geográfica influye directamente en las oportunidades que recibe. De los participantes, un 45,6% provenía de colegios públicos y un 54,4% de privados, y aunque varios destacaron el esfuerzo de sus docentes, solo un 10,7% dijo sentir un acompañamiento fuerte en procesos como postulación a becas o concursos. En cambio, cerca del 32% aseguró recibir poco o ningún apoyo en ese aspecto.

“En los colegios privados te enseñan robótica, inglés avanzado, tienen laboratorios, bibliotecas, computadoras… en cambio, en muchos públicos ni agua hay”, dijo uno de los estudiantes encuestados sobre la brecha que no es solo de recursos, sino también de oportunidades. “Lo que nosotros aprendemos en cinco años, ellos lo ven solo al entrar a primero”, consideró otro estudiante. Esta desigualdad también la señalaron especialistas entrevistados para este artículo.

El Perú más distante

Para Hugo Reynaga, coordinador regional de Unicef en Huancavelica y docente con años de experiencia en el trabajo de campo, las brechas son múltiples y se conectan: acceso limitado, infraestructura precaria, escasa conectividad y falta de continuidad escolar, especialmente en contextos rurales.

“Las zonas rurales no son todas iguales. Dentro de las mismas zonas rurales hay también diferencias”, explica Reynaga, subrayando que la geografía no es el único factor de exclusión. En muchas comunidades alejadas, por ejemplo, existen escuelas unidocentes, donde un solo maestro debe encargarse de todos los grados de primaria. Esta sobrecarga, sumada a la baja accesibilidad, contribuye a que muchos adolescentes abandonen sus estudios antes de alcanzar la secundaria.

“No hay tantas escuelas secundarias como primarias en las zonas rurales, entonces muchos chicos que terminan la primaria no continúan la secundaria por un tema de accesibilidad”, señala.

Según datos del Ministerio de Educación, de los más de 55.000 locales escolares en el país, alrededor del 16% debería ser reemplazado de inmediato. Reynaga apunta que revertir esta situación exige una inversión colosal: “Tendríamos que invertir cuatro veces lo que hoy tenemos como presupuesto de educación”, precisa.

Y aunque suele pensarse que la brecha se limita a la distancia entre lo público y lo privado, él desmiente esa idea: “No todas las escuelas privadas son buenas ni todas las escuelas públicas son malas”.

Una carrera desigual

Álvaro Grompone, investigador y especialista en educación, también concuerda con esa idea: la desigualdad educativa en el Perú no puede reducirse a la clásica división entre lo público y lo privado.

“Me parece que sí (existe desigualdad), pero que no es solamente entre públicos y privados. Sino que incluso dentro de los privados hay también muchas desigualdades y dentro de los públicos también”, advierte.

“Lo que hemos ido encontrando es que más bien el sistema educativo hace que aquellos que empiezan en situaciones socioeconómicas más ventajosas acaben teniendo un resultado usualmente más favorable”, explica.

Esta lógica desigual, dice Grompone, también se alimenta de una idea que ha calado profundamente en el imaginario nacional desde los años noventa: que lo privado es sinónimo de calidad. “Se piensa que cualquiera que puede tener cierto acceso a recursos debería recurrir a lo privado, porque lo privado es mejor. Porque lo público es de menor calidad o es para aquellos que no lograron acceder a lo privado”, afirma. Sin embargo, desmiente esa idea: “Muchos estudios muestran que no hay mayor diferencia académica entre la gran mayoría de colegios privados y públicos”. Aun así, la desigualdad se sostiene, porque no todos transitan el sistema con las mismas condiciones: “No es simplemente que unos se esfuerzan más que otros. Es que tienen un conjunto de cuestiones ajenas a sus méritos que hacen que transitar el sistema educativo sea mucho más sencillo para algunos”.

Un derechos de todos

Siempre hemos sentido la diferencia. Sabemos que no es lo mismo estudiar en una escuela pública que en una privada, y esa brecha se agranda aún más cuando se trata de colegios en provincias. Al terminar la secundaria, muchos salimos con una sensación amarga: la de no estar realmente preparados para lo que viene. Nos enfrentamos a exámenes de ingreso que exigen conocimientos que nunca vimos en clase. Si queremos postular a una universidad nacional, necesitamos pagar una academia al menos por un año. Y no debería ser así.

Cuando se habla de las ventajas que tienen los colegios privados, la respuesta casi siempre es la misma: “es porque pagan”. Pero no deberíamos tener que pagar para recibir una educación básica de calidad. La educación no es un privilegio, es un derecho. Y todos —vivamos donde vivamos, estudiemos donde estudiemos— merecemos las mismas oportunidades para construir nuestro futuro.

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Autores

Nota escrita por los corresponsales escolares Fabiana Abanto Yñigo, Stephany Acevedo Llallico, Jesús Barrios Suárez, Naylin Cortez Cayco y Marjorie Rojas Príncipe de la I.E. Nº 109 Inca Manco Cápac, bajo la mentoría de la docente Johanna Angela Tellez y la periodista de El Comercio Melvyn Arce Ruiz.  

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