La carrera de Benzema, como la de muchas estrellas deportivas, está conformada por luces y sombras. En su caso, la primera frontera la delimita su comportamiento personal y profesional. No ahondaremos aquí en sus líos con la policía, sus polémicas juntas ni la poca lealtad que ha mostrado con sus colegas (Giroud, Valbuena). No ahondaremos, pero es bueno recordar que la ejemplaridad es una virtud que le fue ajena. La segunda frontera es la que dividió su desempeño en club y selección. A pesar de que formó parte de una generación brillante que obtuvo el campeonato europeo Sub 17 para Francia en el 2004 (compartiendo escuadra con Nasri y Ben Arfa), no consiguió alcanzar con la selección adulta los picos que supo tener con Lyon y Real Madrid, donde acumuló en total 8 ligas nacionales y 5 Champions League.
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Por qué la diferencia en el rendimiento es una buena pregunta. Una posibilidad es que su rol táctico fue desaprovechado en Francia. Benzema es el jugador que mejor ejemplifica lo que se llama un falso 9, o si se quiere, un 9 con complejo de 10, capaz no solo de definir sino de colaborar en el armado a la manera de un volante creativo, si el juego lo requiere, así como ser primera línea de presión ante la salida rival. Benzema asumió esa función de cara al liderazgo de Cristiano Ronaldo, a quien sirvió siempre con inteligencia: supo ser la carnada que la defensa debía morder para ser desubicada, pero también fue un asistidor eximio (104 pases-gol con los merengues) y un anotador subvalorado (353 goles en 647 partidos).
Con Les Bleus, sin embargo, una mezcla de lesiones, conflictos con las dirigencias, polémicas con sus compañeros y desacuerdos con los entrenadores opacó una etapa que también podría haber sido triunfal. En los 15 años que duró su intermitente paso por la selección, sus compañeros ganaron un mundial y fueron finalistas de otro sin su concurso. ¿Cuántos países son capaces de prescindir del 9 del Real Madrid y aun así triunfar? Pero de la misma forma, ¿a dónde habría podido llegar Francia si hubiese tenida a Benzema como carta ofensiva en Qatar, por ejemplo?
No es sencillo hacer ucronías en el fútbol. Buena parte de los entrenadores de Francia, Deschamps entre ellos, se sintieron más cómodos jugando con un 9 tradicional como Giroud, que juega entre los dos backs, sirve de punto de referencia y pivotea. Por otro lado, el efecto de una personalidad compleja, que ha problematizado más de una vez incluso su amor nacional, no necesariamente habría ayudado a amalgamar la colección de egos que suele ser un conjunto top.
De manera presumible, esta ventana de pases se redujo por un retiro dorado en Arabia Saudita (200 millones de euros por año, según la prensa española) en vez de resignarse a un lugar suplementario en un conjunto que tiene en Vinicius a su presente y a Mbappé como su obsesión. Ese dilema que ahora también se plantea a Messi y Modric, será el gran factor desequilibrante del verano europeo.
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