
Aún con una ligera curvatura sobre su bajo vientre que ni la camiseta holgada es capaz de disimular, Christian Cueva trota hábilmente dentro del área y con una agilidad que no le pertenece, gira con sutileza sobre su eje con la pelota ya pegada al pie izquierdo y saca un derechazo cruzado, seco, pulcro y letal. Un golazo. La escena parece darse en cámara lenta, que es como se juega la mayor parte del tiempo a casi 3 mil 400 metros sobre el nivel del mar. El nivel de destreza sin embargo, es también un misil a la nostalgia porque nos transporta de inmediato al ‘Aladino’ del 2019. ¿Es muy pronto para volver a ilusionarse o es mejor esperar un mejor repertorio este viernes en Matute ante Alianza Lima?
El Cusco de Christian
El día en Cusco empieza muy temprano. Aunque el cielo casi siempre amanece despejado, con brotes de un sol radiante que golpea dócilmente el rostro, el frío seco obliga a permanecer casi siempre abrigado. No es un escenario agradable para Christian, acostumbrado a la alegría proveniente del clima caluroso que propicia un buen cebiche y una bebida helada. Las últimas semanas sin embargo, no ha tenido mucho de qué alegrarse.
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Tiene 33 años, anda alejado de la selección peruana y todo el cariño que se ganó en el hincha hoy parece convertido en desaprobación.
Aunque su situación sentimental es más estable, lidiar con una separación con tres hijos menores de por medio lo mantienen tenso y preocupado. A eso debe sumarle los continuos escándalos o rumores que alimentan los programas de espectáculos. La música, su segundo vicio después del fútbol, lo ayuda a despejarse. A veces pide que en la radio ubiquen la emisora de La Nueva Q y espera a que suene su nuevo tema “Hasta el fin del mundo”, una cumbia que ha lanzado junto a su pareja, la cantante Pamela Franco, y en la que también interviene con su voz gracias a la tecnología que le permite salir bien entonado y afinado, como para demostrar por qué ahora lo apodan ‘El Cervecero Mayor’ en los conciertos.

Cueva espera que su tercera canción sea un hit. Han pasado dos semanas y el single ya tiene un millón de reproducciones en Youtube. La producción del tema le ha quitado horas a sus días. Coincidentemente, por esas fechas el entonces técnico de Cienciano Cristian Díaz dejó de tomarlo en cuenta.
Los rumores sugerían una posible inconducta de Cueva, que había llegado repetidamente tarde a los entrenamientos o sencillamente desacuerdos con el técnico. El hecho es que tuvo más tiempo para dedicarse a la música.
También para volver a entrenar a conciencia. José Neyra, el entrenador personal con quien Cueva alcanzó su mejor versión, ha vuelto a ser su mano derecha para recuperar el físico perdido tres años.
La música y el fútbol
Hace el ademán de un pasito de cumbia apenas escucha su hit en la radio y suelta una carcajada que siempre es replicada por quienes lo acompañan. “Espero mantener, porque esa es la idea, de poder jugar, de poder tener felicidad, para mí, la felicidad es poder jugar al fútbol, es lo más grande que tengo”, dice un Cueva emocionado. Ha terminado el duelo contra Sport Huancayo y Cienciano venció 2-1 gracias a dos goles de ‘Aladino’. Los micrófonos lo buscan y él se sabe protagonista.
Hace dos años y tres meses que Cueva no anotaba un doblete. El partido anterior había hecho una asistencia después de mucho. En los últimos años, su irregularidad ha sido lo más regular en su desempeño. Su paso por Alianza Lima fue un fiasco, luego estuvo casi un año sin jugar hasta que en agosto del 2024 fichó por Cienciano.

Desio, la clave
Hoy, con el entrenador Carlos Desio, ha recuperado la confianza en el plantel y ha vuelto a jugar. La relación con Desio es especial y no reciente. Se conocen del 2019, cuando Cueva jugaba en el Santos de Brasil y era dirigido por Jorge Sampaoli. En ese entonces, Desio era asistente técnico de Sampaoli.
Técnico y jugador compartieron tiempo y experiencias en el Peixe. Cerca de diez meses. Su relación no era de amistad, pero el reconocimiento y el haber compartido anteriormente los hace cercanos y la confianza surge. Esa confianza propicia un respaldo absoluto.
Ese cambio en la atmósfera resulta vital para Cueva. Le recuerda, de alguna manera, a los apapachos de Gareca. Lo impulsan a comprometerse. Quizá y por eso, como Rocky Balboa, se lanzó a entrenar en las calles. En las calles de Cusco, en un jardín, en el aire fresco, como un alma libre, como un luchador que representa al pueblo. El gimnasio entre cuatro paredes le queda chico.
Algo más los une: Gareca. Desio compartió camerino con Gareca en 1993, cuando ambos jugaron por el Independiente de Avellaneda. Esa experiencia, que también es una excusa para encontrar cosas en común, selló el pacto entre Desio y Cueva.
“Christian es un jugador de mucha calidad, la que tiene es de los jugadores diferentes y por ahí en Santos en la parte defensiva no encajó, le costaba mucho lo que es el retroceso y la marca, no la siente tanto y Sampaoli la exige mucho en los jugadores, no solo en la parte ofensiva sino en la defensiva. Después la calidad que tiene lo nota todo el mundo, es un jugador diferente, lo está demostrando ahora, lo demostraba antes y lo va a seguir demostrando”, dijo hace algunos años Desio, al ser consultado por Cueva sin saber que 30 meses después de esas declaraciones trabajarían juntos. Hay aprecio, hay respeto.

El reto de reinventarse
Físicamente está mejor. Lejos todavía del rigor de la élite, distante aún de un nivel que le permita competir a nivel de selección. Empeñoso, comprometido, todavía su juego destila el humor de un futbolista recién retirado: corre poco, bien ubicado y con el pase limpio y acertado.
Ya tiene 33 años, pero su físico algunos otros años más. Lucha contra el calendario para intentar volver a su prime. Lo sabe. Por lo pronto, este viernes tiene una gran oportunidad para afirmar su reinvención: volver a Matute para enfrentar a Alianza Lima, el equipo que decía querer y del que se fue criticado.
Reinsertarse en el nivel competitivo implica dejar evidencias de ese proceso evolutivo. El morbo por brillar ante su exequipo también es una forma de decir que la magia de Aladino está de vuelta.
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