José Antonio Bragayrac

Una notoria desmesura en la ilusión también revela, entre otras muchas deficiencias, una privación exagerada de la alegría. De pronto y por eso, sin querer queriendo, nuestros ídolos suelen permitirse licencias que serían condenadas en el primer mundo. Como mear en un estacionamiento público, protagonizar escándalos, denuncias y darse el lujo de jugar en un estado físico de precario. Felizmente y para nuestros cracks de barrio, el folclórico fútbol peruano resulta ideal para un resurgir emblemático en el que se celebra todo: Christian Cueva es la más grande y reciente evidencia de que Dios es peruano.