Ramón Quiroga disputó dos mundiales con la selección peruana en Argentina 78 y España 82. (Foto: Arkiv Perú).
Ramón Quiroga disputó dos mundiales con la selección peruana en Argentina 78 y España 82. (Foto: Arkiv Perú).
Jorge Eduardo Benavides

A estas alturas del partido, y desde la lejanía que supone para mí vivir en España desde hace casi veinte años, supongo que para muchos su imagen habrá quedado ya diluida por el tiempo, vagamente emparentada con esas viejas glorias que nos traen a todos una nostalgia imposible de éxitos pretéritos. Me refiero a Ramón ‘Loco’ Quiroga.

Él fue uno de esos grandes protagonistas de lo que los periodistas cursis -tan dados al ditirambo y a la hipérbole- suelen llamar la épica del deporte nacional. Pero en su caso, para mí y seguramente para muchos otros de mi generación, el caso del ‘Loco’ Quiroga se ajusta bastante a esa hipérbole: ni siquiera las seis pepas que le encajaron los argentinos en el Mundial del 78 -y su origen era argentino, ya sabemos- han logrado desdibujar de mi memoria su agilidad inesperada, sus contorsiones mágicas, sus aterradoras salidas a cortar un ataque que ya anunciaba el gol, sus ojos alucinados, aquella melenita futbolera y su narizota de boxeador.

Ramón Quiroga dirigió en el torneo peruano hasta el año 2003 (Universitario de Deportes). (Foto: Archivo El Comercio).
Ramón Quiroga dirigió en el torneo peruano hasta el año 2003 (Universitario de Deportes). (Foto: Archivo El Comercio).

El ‘Loco’ Quiroga era eso mismo que indicaba su nombre de guerra: un loco, alguien inesperado en un equipo más bien flemático, pero que al mismo tiempo representaba la solvencia que necesitaban los otros para jugar tranquilos, eso que casi nunca tuvimos en la portería de una selección, un díscolo promotor de situaciones extravagantes, que soliviantaba los estadios con su voz agudísima, sus arrebatos monumentales y su gallardía para enfrentar rivales que hacían temblar a los grandes y ya casi legendarios porteros de su época: el ‘Pato’ Fillol, Sepp Maier, Dino Zoff, Ronnie Hellström, Friedrich ‘Superman’ Koncilia...

Qué lejanos quedan ya, igual que el ‘Loco’, que nos salvó de tantas y tantas, junto a ese equipo algo parchado pero de gran calidad (¿ha habido después algo similar?) con el ‘Granítico’ Chumpitaz y el ‘Panadero’ Díaz allí atrás, y con un medio campo que “El Gráfico” no dudó en colocar en una de sus ediciones mundialistas como el mejor del mundo: Cueto, Cubillas y Velásquez.

Ramón Quiroga se retiró del fútbol en el año 1986, con la camiseta de Universitario.  (Foto: Archivo El Comercio).
Ramón Quiroga se retiró del fútbol en el año 1986, con la camiseta de Universitario. (Foto: Archivo El Comercio).

Poco nos duró la alegría, es cierto. Supongo que porque una de las más maravillosas mentiras de la realidad nacional peruana es habernos hecho creer que somos buenos para el fútbol. Y salvo intachables excepciones, nunca hemos reunido un equipo que a ojos del mundo resulte más enjundioso que un ‘team’ venezolano o costarricense. (Al momento de escribir esto acaban de clavarle tres goles a la selección actual, pero ya no sufro porque para qué).

En fin: en medio de esos finos y reconcentrados jugadores, digo, la imagen de Quiroga era el contrapunto chillón y pundonoroso que a todos nos aliviaba ver bajo los tres palos, con su rostro cabreado y sus pantalones excesivamente largos para la moda de esa época. En ese entonces yo jugaba precisamente como portero en las divisiones inferiores del Sporting Cristal y recuerdo con nitidez el estado de arrobo en el que vivíamos los goleritos cuando lo veíamos pasar con sus chimpunes de toperoles altos, rumbo a las duchas, sudoroso después de una sesión extra de entrenamiento, ofuscado de pronto por la nube de mocosos que zumbaba a su alrededor. Lo imitábamos fanáticamente, pero sobre todo a mí me dejó una lección de esfuerzo y perseverancia que no he olvidado. Y me jodía porque a mí me llamaban ‘Pato’ y no ‘Loco’...


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