“Amén, hermano”, es la frase con la que José Alberto Mina Caicedo le agradece a quien se anima a comprarle un caramelo o le pide una foto. Su llamativo y muy buen cuidado disfraz de San Martín de Porres capta las miradas de quien se lo cruce mientras trabaja como vendedor ambulante y, aunque no es ninguna divinidad, todos buscan su bendición. Quizá fue esa gran acogida callejera la que lo llevó a convencerse de que, quizá, si acompaña a la selección peruana previo al partido ante Uruguay se nos podía dar el milagro del triunfo. Y así pasó. “Hoy lo gana Perú 1 a 0″, dijo convencido en las afueras del Estadio Nacional horas antes del encuentro. Desde entonces, pese a ser colombiano, el ‘San Martincito’ se ha sumado al universo de personajes coloridos que acompañan a la ‘bicolor’ y ha prometido no abandonarnos.
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No siempre fue ‘santo’
Si bien hoy en día va ganando popularidad por su gran parecido a las representaciones que se tienen de San Martín de Porres, José Mina alguna vez estuvo más cerca de los personajes terrenales. De hecho, cuando llegó a Lima hace dos años proveniente de Colombia, primero se caracterizaba del futbolista camerunés Samuel Eto’o y estaba convencido de tener algún parecido con él.
Sin embargo, fue en la capital peruana que muchas personas, entre broma y broma, le aseguraban que podía asemejarse al primer santo mulato de América, el de la escoba y el plato de comida rodeado de animales. Entre tanto, el caleño de 27 años iba recorriendo la ciudad trabajando como vendedor ambulante de golosinas, ganándose la vida para él y su pequeño hijo, mientras la idea de caracterizarse continuaba rondando su cabeza.
La fe en la selección peruana:
Previo al partido ante Uruguay, el equipo dirigido por Jorge Fossati parecía tener que ampararse en alguna fuerza divina para lograr un triunfo. Las deprimentes estadísticas y el hecho de ocupar el último lugar nos colocaban en la extrema situación de tener que sumar de a tres en Lima o despedirnos del sueño mundialista. Fue en ese contexto cuando el ‘San Martincito’ hizo su primera aparición.
Horas antes de que se dé el pitazo inicial, José Mena recorría los exteriores del Estadio Nacional y era toda una sensación. Los hinchas ‘blanquirrojos’ le pedían traer la buena suerte y derramar su terrenal bendición sobre el equipo de Fossati. Él, con crucifijo en mano, decía convencido que el triunfo sería nuestro por la mínima diferencia. Y el destino le dio la razón cuando en el minuto 87 se nos abrió el arco con el ‘cabezazo’ de Miguel Araujo.
“Eres la cábala”, le decían al colombiano que también es aficionado al fútbol y que se ha hecho hincha de la selección peruana por voluntad propia. Al día siguiente, a modo de extender la buena suerte, decidió visitar el hotel de concentración previo a su viaje a Brasil. Sin embargo, pese a que muchos hinchas le rogaban que acompañe al equipo en su travesía, los altos costos de viaje no lo hicieron posible y, por esas cosas de la suerte, nos regresamos con un 4-0 en contra.
Más allá de la popularidad con la que cuenta y que, seguramente, continuará ganando con el paso del tiempo, el ‘San Martincito’ sabe que se está sumando a un universo de personajes alrededor de la selección que ya están muy bien posicionados. El hincha ‘israelita’, el ‘gordo humo’, el ‘fantasma del 69′, el ‘niño cóndor’, el ‘inca guerrero’ y, pese a que parece ser de otra era, el doble de Ricardo Gareca, son las principales figuras que llenan de alegría y optimismo a la ‘bicolor’ más allá de su desalentadora realidad deportiva.
El ‘Israelita’
Si hablamos de personalidades ya bastante cercanas al entorno de la selección peruana, sin duda, el ‘Israelita’, David Chauca Quispe, el hincha que pertenece a la Asociación Evangélica de la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal y que así lo deja en claro el atuendo que viste cada vez que sigue -o persigue- a la selección peruana dentro y fuera del país.
Su devoción a la ‘blanquirroja’, desde épocas en las que dirigía Sergio Markarián, lo llevaron a conocer, en primer lugar, todos los países de Sudamérica vía terrestre. Luego, en los años dorados bajo el mando de Ricardo Gareca, fue haciendo actividades y ganándose la popularidad y propinas de mucha gente que apoyaban su locura de hincha.
A sus 45 años, continúa siguiendo a la selección peruana, trepándose en las casas vecinas de la Videna para observar los entrenamientos, ayunando en las afueras de los hoteles de concentración, moviendo su enorme matraca en cada banderazo y, sobre todo, conociendo nuevos destinos con una bengala en mano. Llegó hasta España, Nueva Zelanda, Qatar y Rusia para seguir a la ‘bicolor’, aunque no pudo estar en la última Copa América por no tener la visa. Lo lamentó mucho, pero juró ante Dios seguir siempre que pueda al equipo de todos y lo seguirá cumpliendo.