Con un ánimo inagotable y la terquedad propia del que se sabe en proceso de resurrección, el Perú que vimos ante Chile ha sido, seguramente, la mejor versión de los últimos dos años. Es cierto, todavía jugamos con el recuerdo, pero es como si ver a Ricardo Gareca en la banca de suplentes, de alguna manera, ayudó a esta selección de Fossati a recuperar las buenas intenciones -aunque sea- de manera intuitiva. Y eso ya es un primer paso. Uno gigante. Y aunque el partido terminó con un 0-0 en la pantalla grande del AT&T Stadium en Texas, también es válido decir que fue un 3-0 a favor para el ánimo de la selección peruana. Un triunfo para ese otro partido que cada uno en su posición disputó contra los fantasmas de la frustración.
Si bien la previa parecía centrarse en disgustar a Gareca y sus cábalas, el partido se dispuso para una disputa de métodos entre viejos conocidos. Por un lado estaba el ‘Tigre’, buen conocedor de los talentos y las carencias del equipo peruano. Enfrente, sin embargo, había un Jorge Fossati, viejo zorro, veterano de mil batallas, dispuesto a ganar un partido por los detalles. Así ese triunfo del esfuerzo implique solo un empate.
- Los números de Zambrano ante Chile
Acción | Detalle |
---|---|
Minutos jugados | 90 |
Duelos ganados | 9 |
Duelos aéreos ganados | 3 |
Toques | 40 |
Un bloque sólido
Todo fue progresivo. Costó. Esta selección peruana parecía repetir la regularidad a la que nos había acostumbrado: recuperar, pasar y perder la pelota en un círculo vicioso que carece de profundidad. Felizmente, mientras calentaba la memoria, Carlos Zambrano asumió el liderazgo con rudeza y eficiencia. Anuló a Alexis Sánchez y no se hizo problemas para pegarle a Eduardo Vargas. Otro héroe silencioso fue Cartagena.
Los actores de reparto, también lúcidos y certeros para casi todo, fueron Miguel Araujo y Alexanders Callens. Hábiles para asistir, anticipar y resolver a machetazos lo que no se podía solucionar con tenedor y cuchillo. Ayudó bastante la falta de entendimiento en los últimos metros por parte de Chile.
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Zambrano, aunque siempre con una dosis de riesgo innecesario, se mantuvo en el rol de anular el riesgo para Pedro Gallese. Y cuando le costó, ahí estuvo también el sacrificio de ‘Carta’ y la voluntad de Polo para dar una mano.
Eso sí, aunque la línea de tres ejercía un candado perfecto para las aspiraciones de Chile; la claridad se iba apagando a medida que la pelota cruzaba la línea del mediocampo. Primero porque a Piero Quispe le costó asociarse. El mediocampista de Pumas quita, traslada y resuelve casi siempre hacia atrás o al costado, pero pocas veces decide ir adelante. Cuando se arriesgó, propició un contragolpe interesante. Fue a los 32′ cuando Piero amaga y sale, aunque teniendo buen panorama para seguir avanzando, decide poner en aprietos a Lapadula con un pase difícil.
¿Qué hacemos con la pelota?
El primer remate directo al arco de Claudio Bravo llegó recién a los 42′. Fue un cabezazo de Miguel Araujo que apenas sirvió para darle aire al bloque defensivo de Perú, porque los dirigidos por Ricardo Gareca poco a poco iban encontrando profundidad, principalmente, desde el buen pie de Mauricio Isla y las buenas intenciones de Erick Pulgar.
El que fue apareciendo, muy poco a poco, Sergio Peña. El volante del Malmo se las arregló para asumir un rol más participativo y hasta decisivo en los tres cuartos de cancha. Tomó la pelota y fue usando su buen pase largo para intentar asistir a un boxeador como Lapadula, quien aunque siempre incómodo por la marca encima y forzado a buscárselas fuera del área, intentó arreglárselas con su toque corto y su espíritu de lucha.
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Las ideas mejoraron sin querer, tras la salida de Luis Advíncula y el ingreso de Marcos López, quizá un jugador más cómodo por la banda izquierda y de mayor aptitud para encontrar sociedades por ese lado. Ya sea intentando el pase largo o buscando al compañero más cercano para descargar y volver a pedir la pelota. A Piero Quispe le sigue costando saber qué hacer con la pelota. Más todavía, mientras no encuentre con quién asociarse por banda o un respiro por el medio.
Rendimiento en ascenso
Jorge Fossati planteó un buen partido. Se la puso difícil a Ricardo Gareca, quien apenas movió sus fichas, se encontró con un replanteo potente del uruguayo. Los ingresos de Grimaldo y Guerrero terminaron por afianzar un juego más ofensivo y mejor pensado. Ya sea por las bandas, con un Polo de chispazos y un López más intenso; o por dentro con el buen pie de Peña, dejando cada vez mejor rodeado a Lapadula.
A Chile le fue costando más. Si bien el segundo cuarto de hora pudo empoderarse y hasta abrir el marcador tras un centro de Dávila por izquierda, que Alexis Sánchez conecta mal, luego no tuvo mayor claridad para inquietar a Pedro Gallese.
Con Gianluca Lapadula peleando todas las pelotas y un Edison Flores voluntarioso pero poco fino, la chispa llegó con los ingresos de Marcos López. El fuego terminó por prender gracias a la picardía de Joao Grimaldo y una mayor presencia ofensiva con Paolo Guerrero. Y entonces volvió el pase corto y la actitud de ir hacia adelante. Centro de Polo, ‘Orejas’ y casi Lapadula. También hubo tiempo para Grimaldo, su verticalidad y descaro, el centro y casi otra vez Lapadula. Continuó Peña para el pase largo y buscar arriba.
Lo mejor de todo, no fue necesario exponer a Cueva.
A pensar en Canadá
Cuando aparecen las sociedades, Perú es otro. Habría que repensar entonces qué mejorías podrían darse ya armando el partido del martes. Lo de Grimaldo puede ser una apuesta, aunque quizá su explosión se note más como variante. La otra discusión puede apuntar a Edison Flores, un jugador más cuajado, asumiendo las funciones creativas en reemplazo de Quispe y dejando arriba a Paolo Guerrero con Lapadula.
Ya hemos visto a Canadá y es un Paraguay con esteroides. Va a pegar y apelar a la fricción y el vértigo. Ahí serán claves las bandas, por ahora en manos de López y Polo. Advíncula puede ser una opción más por derecha, pero ya ante Chile se notó que ante un rival más exigente, la izquierda la cuesta. En resumen, un segundo tiempo para sonreír. Pero también para cuestionarse con qué equipo debería arrancar el martes ante Canadá.