Fernanda Huapaya

Con un ánimo inagotable y la terquedad propia del que se sabe en proceso de resurrección, el Perú que vimos ante Chile ha sido, seguramente, la mejor versión de los últimos dos años. Es cierto, todavía jugamos con el recuerdo, pero es como si ver a Ricardo Gareca en la banca de suplentes, de alguna manera, ayudó a esta selección de Fossati a recuperar las buenas intenciones -aunque sea- de manera intuitiva. Y eso ya es un primer paso. Uno gigante. Y aunque el partido terminó con un 0-0 en la pantalla grande del AT&T Stadium en Texas, también es válido decir que fue un 3-0 a favor para el ánimo de la selección peruana. Un triunfo para ese otro partido que cada uno en su posición disputó contra los fantasmas de la frustración.