Empezamos el séptimo año de Agustín I, reyezuelo de la Videna y otras comarcas, con noticias a la altura de su reinado: Jorge Fossati sigue siendo, técnicamente, entrenador de la selección porque su contrato mantiene su vigencia; no hay señales sobre quién asumirá la dirección deportiva tras la destitución de Juan Carlos Oblitas; nadie sabe cuántos equipos participarán en la Liga 1 luego de que Binacional consiguiera un fallo judicial a favor y es un misterio a través de qué canales se transmitirá el torneo, después de la rebelión de un grupo de clubes contra 1190, la propietaria de los derechos.
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Y para no perder la costumbre, Jean Deza volvió a aparecer en las páginas rojas de los diarios acusado de agredir físicamente a su expareja.
(Dicho sea de paso, ya es hora de que los clubes actúen con seriedad y dejen de contratar a un sujeto que, a juzgar por los actos que suele protagonizar, debería estar en una prisión, muy lejos de los campos de fútbol).
Mientras tanto, los hinchas se desgañitan exigiendo contrataciones de primer nivel olvidando que, más allá de los generosos sueldos que se pagan por estos lares, son pocos los futbolistas de nivel que se animan a competir en nuestra poderosísima ‘ligue one’.
Dicen en San Luis que el 2024 fue un año de “intenso trabajo” y que el presente llega con nuevos desafíos “siempre con visión de futuro”.
Los mensajes institucionales de inicio de temporada suelen venir repletos de generalidades y buenos deseos. Como el proceso judicial en que está involucrado parece ir camino a dormir el sueño de los justos, cortesía del Congreso y una de sus demenciales leyes, todo hace indicar que su majestad se siente fortalecido y no pasa por su cabeza la idea de abdicar. Salvo que ocurra un terremoto, la afición no podrá gozar de ese privilegio en el corto plazo, más aún en este año electoral. .
Sin bajar la cabeza ni dar la batalla por perdida, algo puede pedírsele al soberano para este 2025. Ya que no es posible solicitarle tino, dado que parece ser inmune a la prolijidad, que al menos sea transparente. Caletéese -no lo tome literal, por favor- con la frente en alto y la mirada fija. Muestre y justifique sus gastos, así no se lo exijan. Sea escrupuloso como un obseso. Bájele un par de grados a la soberbia y abra las puertas a todos, no solo a sus amigazos de las redes sino también a sus críticos. Explique, sin cansarse, cada uno de sus actos, y no le tema a quienes piensan distinto. El fútbol peruano está por encima de cualquier persona y no merece -por la memoria del Cholo, Roberto y demás grandes que nos dejaron el año que terminó- seguir en esta vorágine de autodestrucción de la que usted -aunque se niegue a admitirlo- es uno de sus principales responsables.