A seis fechas del final de las Eliminatorias al Mundial 2026, la suerte de la selección peruana parece echada. Última con apenas un triunfo en 12 encuentros, la Bicolor que dirige todavía Jorge Fossati transita por una de sus peores crisis deportivas en las últimas tres décadas. Es más, corre el riesgo de concretar su participación más desastrosa en Eliminatorias desde que se juega con el formato todos contra todos rumbo a Francia 1998. La penuria futbolística coincide con la catástrofe institucional en la que se ha visto sumida la Federación Peruana de Fútbol encabezada por Agustín Lozano. Es frente a este panorama que la pregunta salta a la vista: ¿Cómo pasamos del top ten mundial del ranking FIFA a ser los peores en Sudamérica en siete años?
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El giro de tuerca con Reynoso
Fue el 15 de junio del 2022 cuando se decretó el final del vínculo de la selección peruana con el técnico argentino Ricardo Gareca. A través de un escueto comunicado, que luego se complementaría con un emotivo video, la FPF anunciaba el cierre de un exitoso ciclo de siete años en los que la selección peruana volvió a ser competitiva y protagonista.
La vuelta a una Copa del Mundo luego de 36 años y el regreso a una final de Copa América tras 44 años fueron los grandes hitos de Gareca, que en ese tránsito alcanzó resultados heroicos como el 4-1 a Paraguay en Asunción, los triunfos en Quito, en Barranquilla y el inolvidable 3-0 sobre Chile en semifinales; además de los emotivos tres partidos disputados en Rusia 2018.
Casi dos meses después y tras varias especulaciones, la FPF anunciaría la llegada de Juan Máximo Reynoso a la selección peruana. El artífice del título de Cruz Azul en Liga MX 2021 había alcanzado el consenso para heredar el puesto dejado por Gareca. Sin embargo, 14 partidos, con 4 victorias, 3 empates y 7 derrotas, 4 de ellas en Eliminatorias, sentenciaron la suerte de un entrenador de estilo incompatible con el de su antecesor.
- Reynoso con Eliminatorias
Partidos | Victorias | Empates | Derrotas |
---|---|---|---|
6 | 0 | 2 | 4 |
Su desdén por la prensa, un perfil apático y hasta antipático, fueron factores que terminarían jugando en contra en un escenario donde la confianza se fue diluyendo más que por los resultados, frente a la falta de evidencias de que su proceso era guiado por certezas.
Cambios a sobre marcha, planteos inesperados y replanteos generosos para la crítica, ultimaron a un Juan Máximo que no pudo soportar la oleada salvaje de críticas tras conseguir apenas 2 de los 18 puntos en juego en el inicio de las Eliminatorias al Mundial 2026.
Aunque su perfil difícil era conocido con anterioridad, nadie en Videna advirtió que termine siendo un agravante cuando los resultados no lo acompañaran. Peor aún, con Agustín Lozano a la cabeza, nadie en la FPF evaluó el riesgo de cambiar repentinamente el estilo al que se había adaptado el universo de convocables. Nadie en San Luis cayó en cuenta de que si ya sería difícil recuperar a una generación en crisis, el reto sería aún mayor al resetear los automatismos.
El ciclo Fossati
Sin olvidar los raros términos y el desaire en las negociaciones con Gareca, salta a la vista otro suceso clave para agudizar la crisis deportiva de la selección peruana: ante la salida de Reynoso, la FPF de Agustín Lozano decidió guiarse por el consenso popular y le entregó el cargo a Jorge Fossati, técnico recientemente campeón con Universitario en diciembre del 2023.
Tampoco ahí saltó la alerta de lo que peligroso que podría ser volver a resetear los automatismos de una selección peruana que pasaría ahora a jugar con línea de tres en el fondo y que, de asumir el protagonismo con la pelota, tendría que optar por priorizar el cero con posición defensiva, sin extremos ni alguien en el mediocampo que herede algún síntoma futbolístico que nos recuerde la mejor versión de Christian Cueva.
Fossati nunca buscó adaptarse al escueto universo de jugadores que tenía, sino que intentó siempre que los convocados se adapten a su idea: el 3-5-2 que muchas veces terminó siendo un 5-4-1. Su falta de autocrítica fue el Talón de Aquiles de un ciclo que pareció condenado por dos hechos puntuales: su decisión de convocar a Christian Cueva y Paolo Guerrero a la Copa América y su desastrosa campaña en ese mismo torneo, donde fuimos eliminados en primera fase sin anotar un solo gol.
- Fossati en Eliminatorias
Partidos | Ganados | Empates | Derrotas |
---|---|---|---|
6 | 1 | 2 | 3 |
Pese al milagroso triunfo sobre Uruguay en Lima (1-0), Fossati no supo resolver la falta de gol en ataque, ni la generación de un mejor juego en el mediocampo. Empujado por la urgencia de sumar en las Eliminatorias, decidió apostar por futbolistas veteranos y lejos ya de su mejor etapa, hasta convertir a la Bicolor en la selección con promedio más alto de edad del mundo. Tampoco supo consolidar lo poco de bueno que heredó de Reynoso: Piero Quispe, Bryan Reyna y Joao Grimaldo.
Uno de los pocos aciertos por el que será recordado es la apuesta (forzada) por Oliver Sonne, quien hoy asome como titular indiscutible en la selección colera de Sudamérica. Fossati en 6 partidos solo ganó 1, empató 2 y perdió 3.
El silencio de Oblitas
Durante los casi siete años en que la selección peruana fue gobernada por Ricardo Gareca, la figura de Juan Carlos Oblitas se afianzó como la de un líder absoluto. Tanto para lo deportivo, como para lidiar frente a los líos institucionales o de gestión. Siempre era Oblitas quien asumía la responsabilidad con voz de autoridad y prestigio.
Si había que nacionalizar a Lapadula en tiempo récord, ahí estaba Oblitas. Si era preciso alzar la voz contra las autoridades en defensa del fútbol, ahí estaba el ‘Ciego’ junto a Gareca. “Ricardo no se merecía ir de la manera en que se fue”, advirtió Oblitas en conferencia de prensa el 22 de julio, una semana después de la salida del entrenador argentina.
En esa conferencia también dio a entender que, como se esperaba, él dejaba el cargo en la FPF. Sin embargo, y ante sorpresa de todos, cuatro días después, el Ciego era presentado como director general de fútbol de la FPF. A través de un comunicado, la FPF anunciaba que desde entonces, “Tendrá la responsabilidad de liderar el desarrollo y crecimiento deportivo de todas las selecciones nacionales (masculinas, femeninas, futsal y fútbol playa), así como la Liga de Fútbol Profesional”. Nada de eso se cumplió.
Su decisión de quedarse en la FPF aunque inicialmente se convirtió en un espaldarazo de confianza para el nuevo ciclo después de Gareca, no terminaría de eliminar las dudas sobre si por ética y compromiso, debió dar un paso al costado no solo por ser el líder de la gestión de Gareca, sino además por todo lo que dijo en conferencia de prensa.
En los dos últimos años, en parte por temas personales y en parte por circunstancias que pocos entienden en Videna, Oblitas fue perdiendo protagonismo y liderazgo, llegando a convertir su posición casi en un rango ornamental. Su situación terminó resultando ideal frente a la crisis actual y su cabeza fue la que rodó. La responsabilidad de haber propuesto a Reynoso y concertado con Fossati pesó de sobremanera frente al directorio.
El perfil Lozano
Arrastrado por denuncias de índole penal, protagonista del bochornoso caso de reventa de entradas de la selección peruana y recientemente acusado por el Ministerio Público de liderar una presunta banda criminal denominada Los Galácticos, razón por la que fue detenido y pasó alrededor de siete días en prisión junto a otros directivos, Agustín Lozano no pudo evitar que la crisis institucional a la que arrastró a la FPF también termine por arrastrar a la selección peruana.
El empate 0-0 ante Chile, cuyo resultado debía ser triunfo, y la derrota 1-0 en casa de Argentina, coincidió con los días en que la FPF se vio en vuelta en una crisis de reputación que traspasó fronteras. Los jugadores e incluso el mismo Fossati hicieron evidente la sorpresa, la incomodidad y el peligro de que el tema termine convirtiéndose en un factor que desconcentre al equipo.
Aunque Lozano fue liberado, las investigaciones sobre él no han concluido. A un año de que termine su mandato y con muchos rumores de que optará por la reelección, al fútbol peruano parece costarle mucho dar pasos hacia adelante. Lozano es el responsable mayor del fiasco con Reynoso y la crisis que encabeza Fossati en lo deportivo, pero también lo es del caos institucional en el que más de la mitad de su directorio se vio envuelto por investigaciones del Ministerio Público.
El universo de jugadores
Más allá del entrenador de turno, es evidente que el universo de convocables de la selección peruana se ha reducido notoriamente. Quienes se convirtieron en los pilares del engranaje que logró afianzar Gareca no están más o transitan por un nivel muy lejano al de hace algunos años, pese a que por edad aún deberían estar en una etapa de lucidez deportiva.
La máxima expresión de esta crisis adelantada es Christian Cueva, quien una vez que cruzó el charco de los 30 años fue perdiendo protagonismo en su carrera. Los dos últimos años, liquidado también por las lesiones, se convirtió en un futbolista al borde del retiro. Actualmente no tiene equipo y su nombre suena más en eventos artísticos, con su nueva faceta de cantante de cumbia.
Miguel Trauco, Yoshimar Yotún, Paolo Guerrero, André Carrillo y Gianluca Lapadula, por diferentes razones, han perdido presencia y nivel competitivo. Ya sea por edad, por lesión, o por factores externos, el número de futbolistas peruanos en el exterior también ha disminuido. Hoy más que nunca se hace difícil encontrar variantes de un nivel similar para un mismo puesto.
Sin embargo, ahí están las nuevas figuras como Oliver Sonne, Piero Quispe o Joao Grimaldo, a la espera de un entrenador que decida apostar por la renovación. Tal vez haga falta un proyecto que decida afianzar su crecimiento y deje de lado por fin a jugadores que ya cumplieron su ciclo. El problema son los resultados. Aunque algo tenemos a favor: peor no podemos estar.
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