Christian Cueva, sin equipo y lejos de la selección peruana. (crédito: difusión).
Christian Cueva, sin equipo y lejos de la selección peruana. (crédito: difusión).
José Antonio Bragayrac

Lejos de los discursos decorativos y la diplomacia que lo restringe a un vocabulario austero y repetitivo, Christian Cueva nunca antes -ni después- ha sido tan genuino como cuando fue entrevistado hace tres meses por Jefferson Farfán y Roberto Guizasola en el programa Enfocados, un estelar de moda por estos tiempos en Youtube. Con jergas, lisuras y la risa fácil del doble sentido, Aladino se carcajea, aplaude y se vacila como si estuviera en casa de un amigo del barrio, repasando cada una de sus palomilladas y de sus ocurrencias mientras brinda con un vaso de vidrio que, suponemos, contiene agua. Bromea de todo y a su manera, despliega ante una audiencia ávida por el morbo su peculiar filosofía de vida. Es, ante las cámaras, más Cueva que nunca. Y, sobre todo, ante las denuncias por violencia física y psicológica, más aún.

Contenido sugerido

Contenido GEC