Marco Quilca León

Debajo de la camiseta número 5 -heredada del suspendido Carlos Zambrano, su amigo- que en breve usará, Carlos Garcés coloca una biblia. Casi como un ritual religioso previo a casa partido, el central de 28 años se encomienda a Dios para que todo le salga bien. Está a minutos de jugar su primer partido como titular en la Bicolor y eleva su oración. Afuera, en las gradas del estadio Nacional que no se llenó al cien por ciento, los hinchas se encomiendan a él, a sus dotes futbolísticos, a su solidez defensiva, a su gran momento mostrado en Alianza Lima. Y 90 minutos después, todo sale como lo esperaban, como lo imaginaron: Perú ganó 3-1 a Bolivia, aún sueña con el Mundial próximo y Garcés fue una de las figuras.