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La máquina del tiempo de Lampa: una mirada al pasado, presente y futuro del periodismo peruano
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La máquina del tiempo de Lampa: una mirada al pasado, presente y futuro del periodismo peruano

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Un sábado a las siete de la mañana salí rumbo a la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas - UPC. El viaje por la selva de concreto me trajo a la memoria la primera vez que crucé las puertas de El Comercio en el jirón Lampa. Ese sábado 6 de septiembre repetiría la experiencia que había marcado mi vida: volvería a encontrarme con ese guardián del tiempo que custodia la información del Perú.

Al salir de clases, sin perder un segundo, me dirigí al centro de Lima. Frente a la misma puerta que me recibió con brazos abiertos la primera vez, sentí una oleada de nostalgia. Recordé aquel instante en que todo era nuevo, fascinante e intrigante. El Comercio seguía intacto; lo que había cambiado era yo. Tenía nuevas dudas, aprendizajes y la certeza de que el periodismo no es un simple oficio: es estar presente en el mundo y buscar, siempre, la verdad.

Lampa lo retrata bien. Con más de cien años de historia, el edificio ha sido testigo de los acontecimientos que marcaron al país. Lo extraordinario no está en su tamaño, sino en los secretos, voces y silencios que guardan sus paredes. Saber que estuvo ahí durante la transformación del Perú provoca un deseo casi adictivo de descubrir cada una de sus memorias.

Como en mi primera visita, recorrimos el pasillo donde el polvo respira memoria. La hemeroteca volvió a desplegarse ante mis ojos como una doncella con arpa: cada cuerda que se toca revela una historia del país y del mundo.

El tiempo, sin embargo, se detuvo en un momento distinto: la sesión de fotos para el nuevo especial periodístico que estamos por publicar desde el Lab Universitario de El Comercio. Puede parecer un detalle menor frente a la solemnidad de la hemeroteca, pero ese instante fue el clímax de la jornada. Frente al lente dejamos de ser estudiantes y, aunque fuera solo por unos segundos, nos convertimos en protagonistas de un proyecto con impacto real.

Un clic del cazador de momentos bastó para darme cuenta de que también podíamos aportar a la historia del país. Ese día no fue solo un recorrido, sino un compromiso entre pasado y futuro. El Comercio no es solo una empresa de periodistas: es un espacio donde ambos tiempos se encuentran, se desafían y dialogan.

Hoy no somos los mismos en el Lab Universitario de El Comercio y la UPC, pero el sentimiento de familia permanece intacto. Los rostros nuevos nos recuerdan cómo alguna vez aprendimos a dar nuestros primeros pasos en este oficio, y cómo ahora es nuestro turno de enseñar. La información es poder, y el periodismo sabe que ese poder conlleva una enorme responsabilidad.

Si tuviera que describir ese día en pocas palabras, diría que fue como abrir un libro antiguo: con páginas escritas, pero también con espacios en blanco donde pude dejar, con mis propias manos, una nueva línea.

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