No pasó ni un mes y medio desde que Machu Picchu reabrió sus puertas al turismo cuando, el último 12 de diciembre, un grupo de pobladores de la zona inició una huelga y bloqueó su acceso por ferrocarril, la principal —y diríase que única— puerta de entrada a esta joya del turismo peruano y mundial. Aunque cueste creer, ni los casi ocho meses que nuestra maravilla estuvo cerrada (por la pandemia del coronavirus), ni la urgencia por reactivar su mellada economía, convencieron a los huelguistas de desestimar su protesta. Y así permanecieron hasta el 19 de este mes, cuando se levantó —temporalmente— la medida.
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