La recuperación del mercado laboral peruano luego del retroceso que generó la pandemia ha sido afectada por la desaceleración económica y la alta inflación. Entre los grupos más vulnerables a estos choques se encuentran los jóvenes, que enfrentan condiciones de trabajo más precarias y menores ingresos que los adultos. Si bien los programas de empleo temporal desplegados por el Estado ayudan parcialmente a generar ingresos en el corto plazo, urge reactivar la inversión privada para generar más empleo, así como un mayor impulso al fortalecimiento de las competencias de los jóvenes para que mejoren su empleabilidad en el largo plazo.
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Empleo juvenil tras la pandemia
Los sucesos de los últimos tres años han intensificado las dificultades históricas que enfrentan los jóvenes –menores de 30 años– en el mercado de trabajo. En general, la poca experiencia laboral y un menor desarrollo de habilidades empujan a este segmento de la población a permanecer en empleos informales y precarios. Según cifras de la Encuesta Nacional de Hogares, la tasa de informalidad laboral juvenil fue 76,7% en el 2022, mucho mayor que la observada en adultos –de 30 a más años– de 68,1%. Además, ello representa un incremento desde el nivel del 2019 (74,2%), lo que significa que más de 260.000 jóvenes se incorporaron en empleos informales en los últimos tres años.
Con puestos de trabajo más precarios, los jóvenes también perciben ingresos significativamente menores que el resto de la fuerza laboral. En el 2022, el salario promedio de los trabajadores urbanos adultos (formales e informales) ascendió a S/1.931, mientras que para los jóvenes dicho monto fue 24% menor (S/1.466). Peor aún, los ingresos laborales reales –descontando la inflación– de los jóvenes su ubican 8,5% por debajo de lo registrado en el 2019. Ello equivale a una pérdida de capacidad adquisitiva de S/135 desde el inicio de la pandemia.
En el mercado laboral formal, la brecha de salarios entre jóvenes y adultos es incluso mayor. De acuerdo con la planilla electrónica del Ministerio de Trabajo, en el primer trimestre del 2023, el ingreso promedio de los trabajadores formales adultos (S/3.106) resulta 45% mayor que el percibido por los jóvenes (S/1.721). Dicha proporción es la más alta, por lo menos, desde el 2017. Ello indica que, incluso para el pequeño grupo de jóvenes que logra conseguir un empleo formal, las ganancias salariales son pequeñas, lo que en sí mismo puede ser en un incentivo a permanecer en la informalidad.
Inicio de un año desalentador
A inicios del 2023, los resultados de la Encuesta Permanente de Empleo para Lima Metropolitana indican que la situación laboral de los jóvenes se ha deteriorado aún más. Frente a un contexto de menor crecimiento económico, la creación de nuevos puestos de trabajo también se ha desacelerado e, incluso, se viene registrando un retroceso del empleo juvenil. En el período marzo-mayo de este año, el número total de trabajadores menores de 25 años se redujo 11,3% en comparación con el mismo período del 2022, mientras que el empleo en el resto de los grupos etarios (3,4%) creció.
Los jóvenes de la capital que conservan sus puestos de trabajo enfrentan condiciones difíciles. Entre marzo y mayo, la proporción de trabajadores juveniles limeños que perciben salarios menores al valor de una canasta mínima ascendió a 56,1%, la cifra más alta en 15 años. En cambio, en el grupo de 25 años a más, dicha tasa se ubica en 30,8% y es menor a la alcanzada durante la pandemia.
Para lo que resta del año, las perspectivas negativas para la inversión privada, principal motor del empleo formal, anticipan una débil capacidad de la economía peruana para generar trabajos de calidad. De no revertir el entorno de menor confianza empresarial, que volvió a deteriorarse en junio y ya acumula 27 meses en terreno pesimista, los más afectados serán los segmentos más vulnerables, entre ellos los jóvenes.
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Retos pendientes
Una de las principales respuestas del Estado frente a la pandemia fue la expansión de Trabaja Perú, un programa que promueve el empleo mediante el financiamiento de pequeños proyectos de infraestructura básica. Durante el 2020, por ejemplo, el programa generó 225.000 puestos de trabajo, más de ocho veces la cantidad obtenida en el 2019. El 35% de los beneficiados en ese año fueron jóvenes. Pese a su importancia como medida de alivio frente a la pérdida de empleo, la principal limitación de este tipo de estrategias es que solo tienen un impacto temporal. Por ello, es importante impulsar los programas de fortalecimiento de capacidades que contribuyan a un aumento de la empleabilidad de los jóvenes en el mediano y largo plazo.
Sin embargo, esto no será suficiente en la medida en que no se reactive la inversión privada y se avance en un marco normativo laboral más competitivo, aspectos necesarios para generar más empleo y absorber al 76% de trabajadores informales.