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El algoritmo no vota, pero decide
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El algoritmo no vota, pero decide

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La política, en el Perú y en el mundo, parece haber dejado de ser una competencia de ideas para convertirse en una batalla por atención. Cada vez importa menos quién tiene las mejores propuestas y más quién logra conectar emocionalmente, entretener o viralizarse. En ese juego, la forma reemplaza al fondo, y lo que está en riesgo no es solo la calidad del debate, sino la calidad de quienes terminan gobernando. Y si elegimos presidentes por carisma viral y no por preparación técnica, no solo sufriremos malas gestiones: sufriremos gobiernos profundamente inestables.

En el Perú del 2026, cerca de uno de cada tres votantes tendrá entre 18 y 30 años. De los 8,7 millones que conforman este bloque, 2,5 millones votarán por primera vez. Muchos deciden sin informarse, lo hacen en el último momento o simplemente para evitar la multa. Como ha advertido Rolando Arellano, la costumbre de elegir por quién votar en la cola, sin reflexión previa, debilita las bases de una democracia seria. A esto se suma un cambio profundo en los hábitos de consumo: los jóvenes ya no siguen medios tradicionales, sino plataformas como TikTok, You Tube, Kick o podcasts. Por eso, la política ha tenido que migrar hacia estos espacios para captar su atención. Algunos políticos ya lo entendieron y replican estrategias como las de Trump en las elecciones del 2024, apostando por podcasts y transmisiones virales para ganar cercanía con el electorado, aunque sin estructura ni contenido equivalente.

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Maro Villalobos

Muchos probables candidatos ya están apareciendo en este tipo de medios. Por un lado esto les permite mostrar un lado más humano y conectar con públicos no tradicionales. Pero también los lleva a abrazar la polémica fácil y el contenido superficial.

En este escenario, que corre el riesgo de convertirse en un circo electoral a gran escala, el plan de gobierno es reemplazado por un guión hecho a la medida del algoritmo de la red social. Los temas más profundos terminan siendo un obstáculo para que el contenido sea visto. ¿Es posible discutir déficit fiscal o reforma previsional en un ecosistema donde lo entretenido y lo viral tienen más peso que lo técnico? Difícil. El riesgo en este escenario es que premia al ‘performer’, y no necesariamente al candidato con capacidad de gestionar un país.

¿Será que no se elegirá al más preparado, sino al más compartido? Dependerá de nosotros. En la era del espectáculo político, el espectador define el contenido. Si el político ‘performer’ es el que más visibilidad obtiene, es porque la audiencia así lo premia. ¿Vamos a elegir al mejor presidente o al que mejor entretiene? No basta con culpar a los políticos por convertir la política en un show. Nosotros, como ciudadanos, también jugamos ese juego: le damos ‘like’ al que grita, compartimos al que provoca, ignoramos al que propone. Si seguimos actuando como audiencia y no como electores, el algoritmo no será el único que nos gobierne: lo hará también nuestra irresponsabilidad.

El show puede entretener. Pero no puede gobernar.

Paul Thorndike es CEO de VML y miembro de EsHoy.

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