
Hace unos días, aprovechando un espacio entre reuniones, me tocó hacer unas compras rápidas. Mientras esperaba en la fila, no pude evitar mirar a mi alrededor: varias personas revisaban precios desde sus celulares, otros comparaban productos que no estaban en oferta, y alguien más preguntaba si podía dejar un pedido programado. No era solo una escena cotidiana, era un reflejo de cómo ha cambiado nuestra forma de consumir.
Esta transformación no es casualidad. A nivel global, el retail vive un cambio profundo impulsado por tres grandes macrotendencias: el consumidor más pragmático, que busca soluciones antes que productos; el retail como ecosistema, donde la experiencia supera la simple venta; y la aceleración de la tecnología, que redefine la manera de interactuar, comprar y fidelizar. En el Perú, estas tendencias empiezan a tener un eco claro, moldeando una nueva forma de competir y conectar.
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Hoy, el consumidor peruano no solo busca pagar menos, sino hacer rendir más su tiempo, su energía y su esfuerzo. En un contexto de inflación persistente, economía inestable y vida acelerada, lo valioso ya no es solo lo barato, sino lo práctico. El nuevo consumidor es más exigente, más informado y, sobre todo, más calculador.
Frente a este cambio, el retail en el Perú también empieza a transformarse. Tiendas con el modelo minimarket están ganando terreno por su cercanía y surtido funcional, resolviendo compras del día a día con eficiencia. El ‘market’ mayorista, con su modelo de ahorro por volumen, se vuelve cada vez más atractivo para familias grandes y pequeños negocios. Y modelos emergentes, como las ‘startups’, ya opera con etiquetas digitales para cambiar precios en tiempo real, demuestran que la innovación no es exclusiva de los gigantes.
Pero el cambio no termina ahí. Los grandes supermercados tienen la oportunidad de sumar valor más allá del producto: cocinas en vivo, asesoría nutricional, espacios experienciales que construyan fidelidad real. Farmacias y tiendas de conveniencia podrían integrar ‘lockers’, pedidos programados o delivery inteligente. Las tiendas de moda o tecnología pueden apostar por probadores inteligentes, ‘corners’de marcas locales o experiencias personalizadas. Y los centros comerciales tienen una oportunidad enorme de convertirse en destinos de vida: con gastronomía curada, ferias de productores, ‘coworking’ o experiencias comunitarias. Ya no basta con vender. Hay que construir conexión.
Lo interesante es que esto no es una tendencia futura. Ya está ocurriendo. Y será una gran oportunidad para quienes decidan adaptarse, evolucionar y construir nuevas conexiones con sus audiencias."
El consumidor peruano ha cambiado. El retail también debe hacerlo. Y esta transformación no se trata solo de digitalizar procesos o subir productos a una ‘app’. Se trata de leer mejor lo que la gente necesita, valora y espera. De resolverle la vida, conectarse de verdad y proponer algo que importe. Porque cuando eso ocurre, no solo ganamos ventas: ganamos relevancia. Y esa, hoy más que nunca, es la verdadera fidelidad.

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