Por Antonio Muñoz Monge
El músico violinista Máximo Damián Huamaní, nació el 26 de diciembre de 1936, en el centro poblado de San Diego de Ishua, valle de Sondondo, provincia de Lucanas, departamento de Ayacucho.
MÚSICA Y COMIDA
Muy amigo del gran escritor andahuaylino José María Arguedas Altamirano, con quien solía compartir veladas músicales de las fiestas patronales en Lima. Solían bailar huaynos, además de cocinar en casa de Máximo, los platos típicos andinos, como una sopa de morón, un tecte de arvejas, un japchi, o un cuy picante.
LA ÚLTIMA FIESTA
Máximo Damián solía recordar la fiesta en homenaje a San Isidro Labrador en el distrito de La Victoria, Lima, realizada el 26 de noviembre de 1969, donde participó con José María Arguedas, quien bailó incansablemente durante toda la reunión. “Yo hablaba solo, pensando”, nos contaba Máximo,” parece que se está despidiendo de la fiesta, del huayno, bailaba con mucho gusto, con mucha tristeza”, recordaba el violinista.
Máximo Damián tenía una manera de conversar muy original, en un castellano aprendido ya adolescente y su quechua nativo. Además de su modo de hablar, tenía mucha ironía, era juguetón y buscaba y soltaba el doble sentido en sus frases.
Después de la fiesta, me conto Máximo, Arguedas se había ofrecido ir a su casa. “Yo mandé cocinar a mi tía, lahua, o sea sopa de trigo, papas, queso. Además de su traguito. Pero el doctor no vino. Era bien cumplido y como ya era cerca de las once de la noche y no venía, dejé mi velita prendida, guardé la comida. Esa noche yo me soñé que me estaba hablando el doctor. Ven decía”.
Al siguiente día, en la mañana Máximo salió a comprar pan y vio la terrible noticia en los diarios. “Estaba en primera página: José María Arguedas se ha suicidado. Ahí mismo fui al hospital central. Cuando llegué el doctor Arguedas ya no hablaba, después se murió, allí me llore nomás”.
LA AGONÍA
José María Arguedas había dejado dos cartas, una al rector de la Universidad Nacional Agraria, donde era profesor y otra a los estudiantes. En ellas les pedía, que acompañaran su entierro los músicos el charanguista Jaime Guardia Neyra, el violinista Máximo Damián y el quenista José Durand, deseo que fe cumplido. Máximo Damián Huamaní interpretó la tonada de los danzantes de tijeras “La Agonía”, mientras colocaban el féretro en el nicho.
NO OLVIDAR EL QUECHUA
Este gran amigo de Arguedas, Máximo Damián Huamaní, nos ha dejado, con un viejo y eterno compromiso, no olvidar nuestro idioma quechua, no olvidar jamás nuestras costumbres, nuestro huayno, nuestra típica comida. Gracias a José María Arguedas, Máximo trabajo en la Escuela Nacional de Folklore y en un banco comercial. La novela póstuma de Arguedas, “El zorro de arriba y el zorro de abajo”, tiene esta sentida dedicatoria: “A Emilio Adolfo Westphalen y al violinista Máximo Damián Huamaní de San Diego de Ishua, les dedico este lisiado y desigual relato”.