(Foto: Lino Chipana/ El Comercio)
(Foto: Lino Chipana/ El Comercio)
/ LINO CHIPANA OBREGÓN
Paolo Benza

En términos estrictamente prácticos, la alianza entre el y los partidos de Yehude Simon -Juntos por el Perú- y Vladimir Cerrón -Perú Libre- podría terminar siendo un mejor negocio electoral de lo que se ha creído inicialmente. Aunque el movimiento de ya empezó a perder capital político, en medio de renuncias y alejamientos de figuras emblemáticas, sus nuevos socios le abren la posibilidad de pelear por escaños regionales menos disputados en una elección exclusivamente parlamentaria. Su reto, sin embargo, será capitalizar esos nuevos espacios sin perder de vista las presidenciales del 2021.

-La débil capital-

Tras un breve periodo de incertidumbre, la noche del jueves finalmente se oficializó la renuncia de Marisa Glave e Indira Huilca al movimiento que, como parte del Frente Amplio, las había llevado al Congreso actualmente disuelto. Si bien se trata de dos figuras que han sido claves en la articulación del discurso político del Nuevo Perú, en términos numéricos —y, nuevamente, estrictamente pragmáticos— se puede calcular su capital político en base a su votación combinada de la última elección: 125.435 votos.

Esta cantidad de votos, es cierto, no es pequeña para una elección parlamentaria. Con 97.529 votos, Marisa Glave fue la novena congresista más votada de todo el país. Sin embargo, se trata de dos candidatas que postulan —y, por ende, abren escaños— solo en Lima. Y por más que tiene 36 escaños a disposición, la capital es una plaza altamente disputada porque las principales fuerzas políticas tienen allí su cuartel.

En la elección del 2016, los 415.738 votos de la lista parlamentaria del Frente Amplio en Lima —equivalentes a 9,6% de los votos válidos— le permitieron sacar solo tres congresistas: Huilca, Glave y Manuel Dammert. Y este capital político contaba con el arrastre de la candidatura presidencial, que no existirá en el 2020. En la encuesta de Ipsos para El Comercio de agosto (la última que incluyó al Nuevo Perú como opción electoral), el movimiento registró una intención de voto de solo 2% en la capital. Una votación de esta magnitud le habría alcanzado para obtener un —si no ningún— congresista.

En la capital, de haber tenido inscripción, el Nuevo Perú tenía mucho por pelear y muy poco por perder.

-Migrando al interior-

En la batalla regional, en cambio, hay más espacios porque con bastante menos votos se pueden abrir más escaños. Para crecer en el interior, sin embargo, el Nuevo Perú necesitaba alianzas. “La lógica es que el Nuevo Perú está buscando tener un pie más afianzado en las regiones. Ellos son la izquierda más ‘mainstream’, que dialoga con las nuevas izquierdas en el mundo, pero quieren tener un pie en la izquierda más tradicional, provinciana”, dice el politólogo Mauricio Zavaleta.

Mientras que, según Ipsos, la intención de voto del Nuevo Perú está principalmente concentrada en el sur —su lideresa, Verónika Mendoza, es cusqueña—, el partido de Cerrón tiene su bastión en el centro y el de Simon tiene una presencia moderada en el norte. Con esto, la alianza cubre zonas con escaños para los cuales se requiere un número significativamente menor de votos que en la capital, aunque estos representen un porcentaje mayor de sus respectivos padrones.

En Junín, el principal bastión de Cerrón, 167.666 votos (el 37,6% de los votos válidos) le alcanzaron a la lista de Fuerza Popular (FP) para abrir tres de las cinco curules de la región en el 2016. El Frente Amplio, que llevó a los congresistas del Nuevo Perú, obtuvo un escaño con 70.653 votos. Dos años después, en el 2018, Cerrón fue elegido gobernador regional con 221.550 votos, los que —en una situación similar— podrían abrirle incluso cuatro escaños a su alianza de izquierda. Esto, por supuesto, dependerá de la competencia que presenten las demás fuerzas, pero partidos como Acción Popular y Alianza para el Progreso obtuvieron en ambas elecciones menos de un cuarto de los votos de Cerrón.

“Perú Libre y Juntos por el Perú tienen un aparato organizativo nacional, una fuerza movilizadora. Esto no necesariamente se tiene que traducir en una alta votación, pero siempre hay una relación entre ambas cosas”, dice el politólogo Fernando Tuesta. Una cualidad de este tipo resulta imprescindible para pasar la valla electoral. “Cada uno de ellos pensará: ‘por separado no la hacemos’”, agrega Tuesta. Esto —nuevamente— tomando en cuenta que no habrá una candidatura presidencial que arrastre votos al Congreso.

Cerrón se retiró de la elección del 2016 ante el riesgo de no pasar la valla, porque sus votos estaban concentrados en Junín. Desde entonces, sin embargo, ha hecho trabajo político en la zona centro. Por ejemplo, sumó a los gobernadores de Huancavelica y Pasco a su proyecto en contra de la construcción de los Colegios de Alto Rendimiento (COAR Centro) mediante Asociación Público-Privada. Y lo hizo, según alegó en su momento, con un argumento ideológico: “no se va a construir nada privado en educación ni salud”.

-El espacio de Fuerza Popular-

La pelea no aparece tan claramente a favor de la nueva alianza de izquierda en el resto de espacios regionales, pero la competencia sigue siendo por menos votos que en Lima. En Huancavelica, por ejemplo, 42.361 votos le alcanzaron a la lista de Fuerza Popular para abrirse una de dos curules. La otra la ganó el Frente Amplio. La región está comercialmente muy vinculada a Junín. En Pasco, apenas 31.901 votos le alcanzaron a FP para llevarse los dos escaños en disputa.

Luego está el sur, donde el Nuevo Perú ya tiene una fuerte presencia. En Cusco, 152.450 votos le alcanzaron al Frente Amplio para obtener dos de las cinco curules, y 82.529 votos a FP para sacar una más. En Puno, el Frente Amplio se abrió tres de los cinco escaños con 154.679 votos. Esto significa que metió el mismo número de congresistas que en Lima, con un tercio de los votos. En tanto, FP obtuvo los otros dos con 100.312. En Apurímac, 55.031 votos de la lista del Frente Amplio y 44.046 de la de FP le abrieron una curul a cada uno.

La presencia del partido de Simon en el norte es mucho menos importante que la del de Cerrón en el centro, pero le da cobertura a la alianza en una zona bastante menos explorada. En Áncash —donde Juntos por el Perú tiene cuatro alcaldías distritales y quedó segundo en la carrera por la alcaldía provincial de Huaráz—, 155.328 votos le abrieron a FP tres de las cinco curules. En Lambayeque —donde tiene tres alcaldías distritales y quedó tercero en la elección provincial de Chiclayo—, 219.878 votos le alcanzaron a FP para meter cuatro

Salvo en Lima, donde se ha omitido la votación de Peruanos por el Kambio para mostrar la del Frente Amplio, estos son los partidos más votados que alcanzaron curules en el 2016.
Salvo en Lima, donde se ha omitido la votación de Peruanos por el Kambio para mostrar la del Frente Amplio, estos son los partidos más votados que alcanzaron curules en el 2016.

En total, las curules de todos los departamentos nombrados suman 31. Y al revisar los resultados de la última elección parlamentaria, el reto de la nueva alianza de izquierda queda bastante más claro. Primero, llenar los espacios regionales del fujimorismo, cuya intención de voto en octubre fue de solo 8%. Aunque ambos están en las antípodas en términos económicos, la izquierda que representa Cerrón se podría acercar a la derecha de Fuerza Popular en términos sociales. Luego, el Nuevo Perú también tendrá que disputar con su antiguo aliado el Frente Amplio los votos que compartieron en la última elección.

“Esta será un proceso excepcional, porque es corto y solo parlamentario. Cada candidato tendrá que bailar con la suya, no hay otra manera. Tampoco hay tiempo para contracampañas que desbaraten programas partidarios”, explica Tuesta. Esto significa que la responsabilidad de capitalizar los espacios en cada región recaerá casi exclusivamente en los candidatos. Elegir bien quiénes conformen la lista será clave para determinar las reales posibilidades de la nueva alianza de izquierda.

En esa lógica, golpean mucho más a la alianza las renuncias de Richard Arce (Apurímac) y Tania Pariona (Ayacucho). Aunque ninguna de sus votaciones en el 2016 superó los 15.000 votos, ambos representan un capital político regional importante respecto a sus padrones. Sin embargo, el congresista por Cusco Edgar Ochoa, otra figura regional importante, sí ha respaldado la alianza.

-El discurso sí importa-

Todo este análisis tiene una ruma de peros por delante. El primero es que al Nuevo Perú le será difícil mantener en su bando a todos los congresistas elegidos por la alianza. “¿Cuánto tiempo le van a durar los parlamentarios de Cerrón? Frente Amplio y Nuevo Perú se dividieron un año después de entrar al Parlamento”, dice Zavaleta. El segundo es que la elección parlamentaria no está aislada en el tiempo, sino a solo un año de una contienda más importante: la presidencial del 2021. Allí, por su tendencia conservadora y su discurso xenófobo y homofóbico, el arrastre de Cerrón —ya fuera de la segmentación regional— podría terminar restando más de lo que suma.

“El 2020 posiblemente la alianza saque más parlamentarios que lo que sacaría el Nuevo Perú solo, ¿pero a qué costo? Diluyen su marca para el 2021, que está a solo dos años. Si Verónika Mendoza deja de lado ciertas banderas liberales, sí me parece que pierde la posibilidad de ser una candidata de segunda vuelta. Los candidatos siempre tienen que irse un paso al centro para entrar a segunda vuelta”, explica Zavaleta.

Quizás por eso, Ruth Luque, dirigente del Consejo Político Nacional del Nuevo Perú, dijo a El Comercio que la alianza con Cerrón y Simon es exclusivamente para las elecciones del próximo año, y que “nunca se ha hablado para el 2021”. No obstante, Marisa Glave —quien declinó de declarar a través de su encargado de prensa— aseguró en su comunicado de renuncia que la “alianza se proyecta no sólo para el proceso electoral del 2020, sino para el 2021 y 2022”.

Como explicó la politóloga María Alejandra Campos, estar cerca del centro fue lo que le permitió a Mendoza capitalizar los votos de candidatos como Julio Guzmán para quedar muy cerca de la segunda vuelta. “La idea [del Nuevo Perú] puede ser jalar al grupo de izquierda que faltó en la última elección para pasar a segunda vuelta [cuando Gregorio Santos le quitó un porcentaje de votos significativo], pero creo que pierde más de lo que gana con Cerrón”, dice Zavaleta.

Finalmente, todas estas sumas y restas prácticas están subyugadas a una decisión política: participar sí o sí en el proceso electoral del 2020. El Nuevo Perú podría haber elegido no hacerlo y solo habría perdido un año de oportunidades parlamentarias. “La discusión era si participaban o no. El tiempo de aquí al 2021 lo podrían haber utilizado para trabajar un aparato político, construir el partido e inscribirse en el 2021”, dice Tuesta.

Sobre el tema, la carta que Mendoza publicó el último jueves en sus redes sociales da una conclusión más clara. "Hemos tomado una difícil decisión como organización: participar en el proceso electoral complementario 2020 porque consideramos que es un momento histórico y decisivo para nuestro país que puede abrir un curso democrático o en el que pueden imponerse salidas autoritarias o reaccionarias que siembren sombras en nuestra Patria”, dice el documento.

“El Nuevo Perú [...] no puede permanecer ajeno a estas circunstancias y debe, en este esfuerzo, impulsar una amplia plataforma política, social y ciudadana que le dé voz a los peruanos y peruanas que hoy no son escuchados. En esta tarea debemos sumar esfuerzos incluso con quienes no piensan exactamente como nosotros”, agrega. Así, Mendoza deja claro que la decisión ha sido tomada pensando en la urgencia del corto plazo. Solo resta ver cómo le funcionan los cálculos.

Contenido sugerido

Contenido GEC