Cuatro cosas sucedieron durante la tarde del 11 de octubre que resumen la profunda crisis de seguridad que vive el país. Mientras en el Congreso se debatieron por varias horas -sin llegar a ningún consenso- cuatro proyectos de ley relacionados con la lucha contra la delincuencia, un sector de transportistas anunciaba, en la misma puerta del Parlamento, que el paro nacional indefinido iba de todas formas. Casi al mismo tiempo, el área de emergencia del hospital Hipólito Unanue entraba en pánico porque un herido que había sido llevado por la policía tenía granadas escondidas en su ropa y a ningún agente se le ocurrió revisarlo antes de ponerlo en un área crítica. Mientras tanto, el Ministerio del Interior anunciaba que 2.500 agentes iban a resguardar el Estadio Nacional por el partido de la selección peruana de fútbol.
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