Tres días antes de que T.A.P. (25) comenzara a introducirse dióxido de cloro por vía vaginal todas las noches, esta joven estaba buscando en Internet desesperadamente tratamientos naturales para el dolor de útero. Ella sangraba y tenía constantes infecciones urinarias, pero no quería ninguna terapia invasiva, sino algo ‘alternativo’.
Encontró en Facebook un centro de tratamientos naturales ubicado en Lince, a pocas cuadras del Touring. El día de la cita, subió hasta el cuarto piso de un edificio, donde la atendió un supuesto médico. Ningún centro de salud alternativa ofrecerá repentinamente dióxido de cloro para el consumo, pues saben que prescribirlo es ilegal. Quienes ofrecen este tipo de terapias van midiendo el interés del paciente hasta que se sientan en confianza para recetarlo discretamente.
T.A.P. pagó S/ 300. Llegó a su casa con una botella oscura que estaba helada y la metió a la refrigeradora, siguiendo las instrucciones del supuesto doctor. También le dieron una cánula vaginal de hule y varias instrucciones: destapar la cánula, llenarla de dióxido de cloro y agua, cerrarla, e ir presionando la bomba de la cánula hasta llenar el útero por medio de una manguera. El último paso era ponerse de pie sobre una toalla para dejar salir todo el contenido del cuerpo.
Luego de la tercera noche, comenzaron a salirle pequeños trozos de piel muerta desde el interior, como si se estuviera pelando por dentro. “Es normal”, dijo el representante del centro.
Física y química
El dióxido de cloro, o CDS, es una sustancia que se usa como desinfectante industrial, pero que un grupo de personas lo consume intentando curar una serie de enfermedades, a pesar de que no hay evidencia científica que demuestre su eficacia para tal uso.
En Ayacucho, un paciente de 38 años que padecía de COVID-19 agravó su estado de salud tras presentar una hemorragia estomacal luego de consumir esta sustancia. Murió en el hospital. Otros dos pacientes están graves en UCI tras consumirlo. Ellos actualmente tienen sangrado en el esófago y estómago, según han informado los médicos.
Hay especialistas en salud que sostienen que consumirlo es tóxico y que solo debe usarse para desinfectar superficies, potabilizar el agua o esterilizar piscinas, pero nunca para ingerirlo, inyectarlo o meterlo de cualquier otra manera al cuerpo.
Luego de que la joven T.A.P. vio cómo salían trozos de piel de su interior, acudió a un oncólogo-ginecólogo, quien le dijo que había una lesión en el cuello uterino que había que operar. Luego supo que se había salvado de otros graves efectos que pudo contraer, si es que continuaba su uso.
El Comercio quiso conocer cómo se mueve el mercado del dióxido de cloro en Lima, pues aquí ocurre algo innegable: hay mucha demanda por consumirlo, ya sea por prevención o como terapia. El resultado fue revelador. Como en los últimos años las autoridades están más vigilantes con quienes recetan el dióxido de cloro para el consumo humano, ahora están dejando de distribuirlo listo y han encontrado una manera ‘legal’ de recetarlo: vendiendo un ‘pack’ de químicos (clorito de sodio y ácido cítrico) para que uno mismo lo prepare en casa, sin necesidad de supervisión profesional.
Ambos insumos, para su uso industrial, son de legal distribución: lo venden en laboratorios químicos para su utilización industrial. Pero una vez preparada la mezcla, con alguna receta, sale como resultado un gas y una sustancia amarillenta, cuyos usuarios la beben, se la inyectan por vía intravenosa o hacen lo que hizo T.A.P. Hay demasiada información confusa en Internet sobre su consumo, lo que aumenta el riesgo de efectos secundarios.
En menos de 24 horas, este Diario logró pedir cinco deliverys de insumos para hacer dióxido de cloro, en algunos casos, con recetas diferentes y dosis que no coincidían entre sí. En las páginas de Facebook, cualquiera que pregunte por los insumos para ’cocinarlo’ en casa recibirá una lluvia de ofertas de personas y sus teléfonos. Por redes sociales, lo prohibido se vuelve menos discreto. Una vez entablada la conversación, por chat piden los datos del paciente y acuerdan un punto de encuentro o una dirección de recojo.
En uno de los casos, nos dijeron que “solo reciben el pago en efectivo” porque el sistema bancario bloqueaba la transferencia al detectar una venta prohibida.
A través de estos grupos de Facebook y vía WhatsApp, los representantes de estos seudo laboratorios arman un ‘kit del CDS’ y lo entregan vía delivery o con opción a recojo. Solo en Lima se identificó a más de 20 distribuidores del dióxido de cloro o de sus insumos. Una de ellas es una importante empresa de insumos químicos en el Cercado de Lima. Aquí nos dijeron que su principal fuente de ingresos es por los químicos con los que se prepara el dióxido de cloro. Pedimos entrevistas con promotores del CDS, pero ninguno quiso declarar.
Otro objetivo del experimento de El Comercio fue preparar el dióxido de cloro de manera personal, para conocer el resultado, como lo haría cualquier ciudadano, con ayuda de Alfonso Apuesteguía, especialista en toxicología y química de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. “Lo que sale de la mezcla de clorito de sodio y ácido cítrico es un gas. Inhalarlo es altamente tóxico. Incluso, es combustible y puede explotar. El uso para el consumo no solo es ilegal, sino que atenta contra la salud pública. Están ocurriendo muchas intoxicaciones. Es un crimen”, dijo Apuesteguía.
Hay un grupo de médicos que defienden su ingesta a partir de casos de Covid-19 y otras enfermedades supuestamente curadas. Una de sus impulsadoras es la doctora Rita Denegri, investigadora en nutrientes y suplementación. Aunque no quiso declarar para El Comercio, en un video hecho público en la plataforma Vimeo del portal “Perú News” da a conocer su punto de vista:
“La dosis letal del dióxido de cloro se calcula es mayor de 10.000 miligramos por kilos de peso, experimentado en roedores. Esto quiere decir que cuando llegaron a 10.000 dejaron de intentar matar roedores con dióxido de cloro y no hallaron una dosis letal. De ahí que los intentos de suicidio con dióxido de cloro fueron siempre fallidos. En palabras simples, no puede matarte así lo intentes. Con esto podemos concluir, con real contundencia, que las dosis sugeridas son perfectamente seguras y cualquiera que lo niegue, miente”, sostiene.
Sin embargo, la Organización Panamericana de la Salud advierte que su consumo humano podría ocasionar graves efectos adversos. Pruebas realizadas en roedores no son automáticamente aplicables en seres humanos.
Mientras el dióxido de cloro no está regulado en el país, esta organización está llegando a una gran cantidad de personas, muchas de ellas inexpertas, sin que el gobierno pueda controlarlo.