La Municipalidad de la Victoria, la PNP y Senasa intervinieron tres avícolas clandestinas en La Parada el pasado 23 de enero (Foto: Municipalidad de La Victoria).
La Municipalidad de la Victoria, la PNP y Senasa intervinieron tres avícolas clandestinas en La Parada el pasado 23 de enero (Foto: Municipalidad de La Victoria).
Pedro Ortiz Bisso

Había más sangre que en una película de Tarantino. Y vísceras, muchas vísceras, rebalsando de barriles sanguinolentos o desparramadas en el suelo, apelmazadas entre plumas y excrementos.
Sobre un suelo ennegrecido por años de podredumbre,, flamante gerenta de fiscalización de la , encabeza una operación contra avícolas clandestinas en la avenida San Pablo, en los alrededores de La Parada.

Los locales intervenidos no solo carecen de licencias, sino que sus trabajadores realizan su labor en condiciones deplorables. El asco infesta el ambiente.


Mientras Susel declara al noticiero matutino de Latina, un comerciante se acerca y ensaya una justificación: 
–“¡No hay otra forma de trabajar...! Aquí se venden productos de primera calidad...”.
–¡Pero hemos encontrado hasta ratas muertas!
–“Usted vaya a cualquier centro de abastos y va a encontrar roedores... no se puede evitar”.

Hoy son las avícolas de La Parada, antes fueron las empresas de transporte. Las excusas son las mismas. “¡Tenemos que trabajar!”. Susel, quien mantiene la sonrisa pícara de sus años en la telenovela “Carmín”, los enfrenta y anuncia: “La próxima vez serán los hostales. Ahora que se acerca el 14 de febrero, voy avisándoles”.

Según el alcalde victoriano George Forsyth, hay 25 mafias identificadas en su distrito. Por lo pronto, ha despedido a 200 serenos por estar implicados en actos delictivos. Dice que ha encontrado la comuna en la lona, con 580 millones de soles en deudas. Pese a todo, trata de mostrar que no le huye a los problemas.

En Miraflores, el municipio ha buscado hacer ver lo mismo con la intervención realizada en la Calle de Las Pizzas. El que fuera alguna vez un pasaje dedicado a la venta de comida italiana –de ahí su nombre– llevaba lustros convertido en una doble hilera de ruidosos locales, en cuyas inmediaciones la prostitución había encontrado espacio fértil para trabajar.

Pero los limeños somos escépticos. Y con razón. ¿Cuántas veces hemos visto aparatosas intervenciones en La Parada y otros lugares de Lima, acompañadas por autoridades que, entre juramentos, anunciaban su recuperación? ¿Cuántas de esas maquetas mostradas en ese momento a los medios, con centros comerciales modernos o hermosas alamedas, hemos visto convertidas en realidad?

La recuperación de la ciudad implica romper con el statu quo, y eso requiere decisión y coraje. Son muchos los que desean que las cosas se mantengan igual, unos para no estropear su poder mafioso y otros porque no conocen otra manera de hacer las cosas.

Hacerse el ‘muertito’ –o el ‘mudito’– ha servido a muchas autoridades para sobrevivir. A esos no los necesitamos más. 

El Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Contenido sugerido

Contenido GEC