Es cierto que “Furiosa” no alcanza el soberbio nivel de “Mad Max: Fury Road” (2015), la película respecto a la cual sirve de precuela. La razón principal, a mi gusto, pasa por el aspecto interpretativo. Ni Anya Taylor-Joy llega a ser Charlize Theron, ni Tom Burke está a la altura de Tom Hardy (aunque el tiempo frente a la pantalla de Burke es considerablemente menor, valga señalarlo); y Chris Hemsworth, en el papel de villano de la película, parece más enfocado en exhibir sus bíceps y pectorales a lo Thor, ofreciendo un personaje de trazo grueso.
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Pero haciendo a un lado sus debilidades actorales (de la que salvaría a Alyla Browne como Furiosa de pequeña, y a Charlee Fraser como su madre, en un estupendo papel), la quinta entrega de la saga de George Miller (Queensland, 1945) no pierde su calidad de espectáculo visual, de experiencia cinemática frenética. El director australiano confirma su maestría para el manejo del movimiento –desde los ‘travellings’ hasta las aceleraciones, como la preciosa transición a mitad del metraje–, incluso a pesar de que en “Furiosa” le baja un par de cambios a su feroz carrera distópica.
Situada unos 20 años antes de “Fury Road”, la historia se centra en el origen de la heroína Furiosa, desde su niñez. En ese sentido, la película no está planteada como una larga secuencia sobre ruedas, sino que es más episódica. Si el trayecto en “Fury Road” era lineal y a lo largo, en “Furiosa” hay un sentido más bien circular: idas y venidas entre las cuales la protagonista va preparando la revancha contra quienes destruyeron su vida. El ritmo hasta cierto punto contenido de “Furiosa” es el ritmo de la paciencia, porque la paciencia es el mejor atributo para cocinar la venganza.
Son también muy interesantes las referencias clásicas que utiliza Miller en la película: desde un paralelo con el Caballo de Troya hasta un guiño a la muerte de Héctor en la “Ilíada” –un cuerpo arrastrado por un carruaje es una imagen muy potente–, pasando por el cuadro “Hilas y las ninfas” de John William Waterhouse, que nos presenta la escena de un grupo de mujeres listas para hacer sucumbir a un hombre.
Esta última alusión no es en absoluto casual. Y es que en general la saga “Mad Max” gira en torno a una distopía causada por la sucesión de guerras provocadas por el hombre. Subrayo aquí el género, pues las guerras son históricamente masculinas. Y el mundo de los fierros y motores que define a la franquicia es también masculino. “Mad Max” es, en ese sentido, la hegemonía patriarcal llevada a extremos de pesadilla; y que sus últimas películas vuelquen el protagonismo en una mujer –la Furiosa de Theron, Taylor-Joy y Browne– funciona de manera épica y reivindicativa. Pone a las mujeres al volante, las ensucia de grasa y aceite, les rapa el cabello, y las aleja así de las ninfas del romanticismo de Waterhouse y de los mitos griegos. Lo suyo es una venganza a tracción.
Calificación: 4/5
Reparto: Anya Taylor-Joy, Chris Hemsworth, Tom Burke.
Director: George Miller.
País y año: Australia, 2024.
Dónde verla: en salas de cine.
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