(Foto: El Comercio)
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Enrique Planas

Llamémosles monstruos. El calificativo manifiesta un juicio moral, pero también subraya nuestro asombro y curiosidad. , periodista de esta casa, por años ha seguido la pista de las criaturas más sobrecogedoras. Algunas, incluso, han formado parte de su vida.

En su libro "Mis monstruos favoritos" escoge tres revulsivamente fascinantes, describiéndolas y enjuiciándolas con deliciosa y gótica prosa: Laura Bozzo, Magaly Medina y Alejandro Toledo. Las dos primeras tienen que ver con su antiguo oficio como crítico televisivo y, el último, parte de sus obsesiones como actual periodista político. Ellos sorprenden, escandalizan, impactan en nuestra cultura. Personajes que, como dice el autor, se construyen a lo largo del tiempo, gracias a nuestras acciones u omisiones.

— ¿Se puede entender al monstruo?

Uno se puede acercar, por supuesto. Es difícil, pues no dejamos de estar fascinados u horrorizados. Pero en la medida de que son personajes de varias temporadas, vamos encontrando una distancia.

— Como Frankenstein, tus monstruos también están hechos a partir de remiendos de cuerpos distintos...

¡Y ves que todas esas partes son disfuncionales! Por ejemplo, a muchos les costará creer que Magaly Medina tuvo una fase de crítica de televisión en la prensa escrita donde rajaba de cosas similares a las que ella hizo después. Era una jueza un poco pacata. Y Laura Bozzo, ¡que fue directora interina del Instituto Nacional de Cultura!

— Tu acercamiento a los monstruos es comprensivo. No formas parte de la turba dispuesta al linchamiento.

Es una obligación de la profesión. Para acercarme al personaje, es mejor ser cordial y amable. Hay que manifestarle un respeto: como figura polémica, como persona. Y como tal, voy a preguntar. Así, el personaje te dice mucho más que si te acercas como un inquisidor. Hay que saber domar a la fiera. Además, los monstruos son muy impúdicos: han invadido tantas vidas que pueden mostrar las suyas.

— Curiosamente, tanto Magaly como Laura comenzaron como inquisidoras.

Exacto. Debo reconocer que, en el caso de Laura, los primeros acercamientos fueron muy violentos. Fue una especie de enemistad íntima. De pronto, cuando ella estaba arrestada en esta especie de "jaula-set de TV", donde hacía su programa estando bajo arresto domiciliario, me llamó. Y visitarla allá fue interesantísimo. Si el monstruo tiene ese gesto cordial, cómo no vas tú, que te consideras un ser humano, a retribuírselo.

— Hablamos de tres monstruos que han sido, literalmente, condenados.

De menos a más: el caso de Magaly, su juicio por difamación es un gaje del oficio que, por terquedad, ella lo llevó a un extremo del martirologio carcelario al que no se suele llegar. Laura fue procesada por tres delitos y al final fue condenada solo por uno, cuya pena hubiera sido menor a la que ella ya había cumplido en calidad de arresto domiciliario preventivo. Y en el caso de Toledo, allí estamos hablando de serios delitos. Muchos indicios y pruebas por los que podrían darle 20 años de prisión.

— ¿Crees que la televisión es un medio fundamentalmente corruptor?

La fama corrompe y monstrifica. La exposición a gran cantidad de gente que te aplaude o abuchea. Te hace sentir que tienes una gran influencia. No solo es la televisión, va desde la música a la política. Para algunos, las redes sociales.

— Para escribir sobre Magaly visitaste su casa natal, en Vilcahuaura, cerca de Huacho. ¿Qué encontraste allí?

Fue un 'full day' urraquiento. Ni siquiera estoy 100% seguro de que sea su casa. La gente puede decir muchas cosas. Ella no lo recuerda, pues vivió allí solo hasta los 3 años. Ella creció en Huacho hasta adolescente. Huacho es muy importante para ella y ahora ella es muy importante para Huacho. Es el referente principal de la ciudad.

— En el caso de Magaly, más que enjuiciar su forma de trabajo, lamentas su puritanismo. ¿Por qué?

Podrías llegar a respetar a un puritano auténtico, conservador, estamos obligados a negociar con ellos. Pero el de ella es un puritanismo impostado. Siempre lo he discutido con ella. Digamos que un ampay en la calle es válido, que tienes derecho a mostrarlo. ¿Y? ¿Por qué los juzgas? Ella juzga a las personas con el rollo de la pacatería. El puritanismo es el que le da el ráting. ¿Acaso están haciendo algo malo? ¿Algo que ella no haya hecho? ¡Más bien habría que celebrarlo!

— A Magaly Medina se la consideraba la aprendiz de la verdadera bruja: Laura Bozzo. ¿Lo ves así?

Allí hay un lugar común interesante. La televisión en esa época estaba dominada por un problema de género. Se la entendía muy femenina porque el mayor público que tenía eran mujeres. Y a ellas había que dedicarles entretenimiento y estrellas zalameras. Era una comunicación falsa, impostada, que su mayor encarnación era Gisela Valcárcel. Frente a eso, tenías a dos mujeres agresivas, que sinceraron el discurso televisivo, aunque luego lo pervirtieron. Además, ambas, hay que reconocer, se impusieron sin el molde de la belleza. Y eso es un mérito. Aunque luego se autoflagelaron con operaciones de cirugía plástica y liposucciones.

— ¿Cuál es el mayor vicio del monstruo Bozzo?

El populismo televisivo extremo, a costa de las necesidades y reivindicaciones de las mujeres. Y conducido a endosarle esas pasiones al régimen de Montesinos.

— Finalmente, ¿qué convierte a Toledo en monstruo?

Ese lado hedonista que te hace replantear la naturaleza de la aspiración al poder, algo clave para los políticos. Y luego, su gran relato de ser "un error estadístico". Toledo entendió las grandes reivindicaciones históricas del Perú, que van más allá de la República, con una mayoría de la población sojuzgada por los prejuicios de raza y de clase. Y te das cuenta de que el suyo es un relato totalmente manipulado, que él no es víctima del racismo, sino que lo usa como trampolín. Alguien que maneja los complejos del Perú en su provecho, es peor que pedirle US$37 millones a Odebrecht. Por eso Toledo me fascinó desde el inicio: siempre fue una gran estafa.

Al detalle

Título: “Mis monstruos favoritos”.
Autor:
Editorial: PRH
Páginas: 150
Lugar: 23ª , FIL 2018. Sala Abraham Valdelomar (Av. Salaverry cuadra 17, Jesús María).
Cuándo: sábado 28, 8 p.m.
Participan: Rosana Cueva, Augusto Álvarez Rodrich y el autor.

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