Andrea Chuiman usa el arte como aliado para empoderar a las mujeres, fortalecer su voz y cuerpo, y elevar su autoestima. Creó Machita Mujer Caporal, un movimiento que difunde la ‘macha’ caporal, personaje femenino de la danza de los caporales de enorme fuerza y poder interior. Una mujer con pantalones, literalmente.
Chuiman Córdova pertenece al Ballet Folclórico Nacional del Ministerio de Cultura. Conectó con la ‘machita’ desde que la conoció. Fue en el 2015. Cuenta que su fuerza y energía la cautivaron.
“Cuando descubrí que la danza de los caporales tiene un personaje que baila con sombrero, botas con cascabeles y pantalones, y hace saltos patadas y guapeos, pero que no busca imitar al varón y es independiente de este, dije: ‘Aquí me quedo’” recuerda Andrea. “Antes había bailado como caporalita, con pollera, y debo reconocer que tiene una energía hermosa, pero con la ‘macha’ me siento más libre porque no tengo que cumplir ningún estereotipo. Fue un reto que logré superar”, comenta.
Origen
La primera en darle vida al personaje fue la boliviana Lidia Estrada Pacheco, hermana de los creadores de la danza caporal. En el Perú, la primera que bailó como ‘machita’ fue la puneña Josefina Mamani, en 1997, en la fiesta de la Candelaria. Tenía 18 años. A esa edad no buscaba crear puentes ni marcar un precedente, solo quería bailar con comodidad.
“Lidia nos contó que bailó de macha porque faltaban varones. Su participación fue bien recibida en Bolivia”, destaca Andrea. “Pero cuando Josefina bailó en Puno le dijeron machona y le exigieron que se ponga polleras. Y a todas las que bailaban con pantalones les decían que perderían su feminidad. Y eso es falso, porque la macha no busca ser varón. Es coqueta y femenina. Lamentablemente ese pensamiento todavía prevalece. En diciembre del año pasado, en un pasacalles en el Centro de Lima, un señor le dijo a una de las chicas: ‘En el Perú, no vas a bailar así'”, recuerda.
Pasión por el arte
Machita Mujer Caporal nació en diciembre del 2019, por un llamado que le hace el Centro Cultural Británico a Chuiman, para presentar una obra basada en la ‘macha’, en marzo del 2020. Para llevar adelante este proyecto realizó una investigación, entrevistó a historiadores y especialistas en danza para conocer el origen de los caporales. Formó un equipo y convocó a actrices y danzantes (Suly Vilcañaupa, Daniela Castañeda, Lola Santillana, Estefany Gutiérrez, Pamela Borja, Kentya Linares, Katy Ávila, Josefina Mamani, entre otras).
“Llegué a presentar la obra, pero por la pandemia solo hicimos cinco funciones, de las ocho que teníamos programado hacer. Para poder financiar el proyecto hice clases presenciales en la Plaza de la bandera, en Pueblo Libre. En la primera convocatoria, pensé que llegarían 10 o 15 chicas, pero llegaron 90. Los siguientes fines de semana pasó lo mismo. Este no es solo un espacio de baile, es una clase de exploración interior y de autorreconocimiento, para liberar, sanar y conectar”, enfatiza.
“Inicialmente, la idea era dar clases y dedicarse al trabajo social. Llevar y difundir el personaje de la ‘macha’ como una herramienta artística para el desarrollo personal de niñas y mujeres que están en estado de vulnerabilidad o expuestas por su nivel socioeconómico, por falta de educación, madres solteras y víctimas de violencia. Pero luego apareció este proyecto y todo cambió. Cuando nos mandaron a casa por la pandemia, empezamos con clases virtuales, que se mantuvieron hasta el año pasado. La virtualidad nos abrió muchos caminos, estuvimos virtualmente con la obra en festivales de Bolivia y China”, añade.
Machita Mujer Caporal tiene actualmente más de 80 integrantes. La dirección está a cargo de Chuiman, quien trabaja con un equipo de seis mujeres guías, de distintas nacionalidades; Perú, Colombia, Chile y Estados Unidos. Este año, consiguieron el segundo puesto junto a Caporales de la Tuntuna del Barrio Miraflores, de Puno, en la Festividad de la Virgen de la Candelaria.
Ante la gran acogida, Andrea planea abrir filiales en diferentes provincias de nuestro país. Arequipa sería la primera opción.
“Cuando estuvimos en Puno nos preguntaban dónde podían inscribirse para las clases. Todo lo que está pasando es maravilloso. ¿Qué significa este proyecto para mí? Es mi hija. Este año cumplirá cinco años. Me ha regalado demasiadas cosas: amistades y un gran motivo para continuar y compartir mi pasión por el baile”, remarca.