Juan Gris: La comunión con el fuego en la periferia 'underground'
Juan Gris: La comunión con el fuego en la periferia 'underground'
Czar Gutiérrez

Nacen mirando pantallas, acampan en las redes, arman su ‘bandcamp’. Millennials cultivando su propio ecosistema de subsistencia paralela. Viajeros generacionales cargados con la misma épica emotiva que sus canciones. Los Zapping, Suerte Campeón, Millones de Colores, Cecimonster vs Donka: multiplicados sobre el asfalto crudo de Lima, las jóvenes bandas discurren sin otra atadura que no sea, tal vez, su fidelidad al krautrock genitor, la madre de todas sus batallas.

Psicodelia, progresivo y ruido blando parecen ser, efectivamente, los sazonadores sonoros que mejor procesa la multitud de colectivos electrónicos que sobreviven. Con fortuna aspirarían a bisnietos de Stockhausen. La manipulación de casiotones y otros instrumentos musicales de juguete, incluyendo ‘gameboys’, generaron por ejemplo la aparición de Moon Over Soho (2006), Xilofomático (2007), El Vals de Lucy Smith (2009) y La Loca De Hojalata (2010), antecedentes inmediatos de Juan Gris (2014), banda que se formó efectivamente así, como jugando.

—Incendio y gasolina—
Por supuesto que William Cano –autor intelectual, voz cantante y sonante; inexpugnable con su edad– no tenía la más remota idea de la existencia del célebre cubista español. La combinación del nombre salió de la misma manera como suenan las canciones en su celular: por ‘random’. Supieron que el tal Juan Gris existía cuando colgaron en Internet los siete demos de “Está bien por ahora” (2014), bandcamp debut generada después de reclutar a Diego Cendra de Los Zapping y Betto Castro de Dan Dan Dero.

Que hayan alcanzado la categoría “de culto”, como dejan leer en la nota de prensa que ellos mismos escriben, deviene tan presuntuosa como inexacta en un ambiente donde todos suenan igual. En todos hibrida el noise noventero. Y ese prosaísmo labrado con suerte desigual para hablar de amistad y melancolía, del paso del tiempo, del idiotizante salivar frente a la tele. Además, las catedrales se edifican con tiempo y savia.

Lo cierto es que el trío tuvo que esperar tres años hasta conseguirse un sello con productor de yapa, encargado de mezclar y masterizar sus demos. Fue nada menos que Carlos Díaz, ingeniero de sonido de la emblemática banda española Los Planetas. “La verdad que no lo conocía, pero su trabajo me pareció genial, era muy bueno corrigiendo mis desafinadas. Nos hizo sentir en confianza. Con tremenda trayectoria pudo ser muy ‘botado’, pero no”, dice Cano.

El resultado de la excursión es un modesto EP de cuatro canciones de ritmo monocorde que avanza como un incendio por la floresta. Un incendio que el personal tiene la delicadeza de combatir con gasolina: “mi hogar hecho de fuego / de tanto quemar” (“La queremos”); “mi chica es un diamante ardiendo / ella es como dejar la heroína” (“Pizzas robadas”); “cada día más brillante / en la excursión del fuego” (“Brillante”); “ahora estoy más que sensible / sintiéndome Juana de Arco arder” (“Heavy”).

—Coda—
Pendulando entre hardcore, alternativo e indie americano, el vocalista confiesa escuchar Hüsker Dü, Built to Spill y Guided by Voices. Sería lo más saludable. Porque “Brillante”, una serie bastante presentable de reversiones afinadas en su propia alquimia, persiste en la deuda impaga al platense El Mató Un Policía Motorizado, flanco especialmente sensible cuando textura la única guitarra hasta ‘sintetizarla’.

Con todo, resulta altamente plausible el grado de escala punzante y esos ecos rebotadores que acompañan la progresión. Cero pretensiones en un encadenado de pequeñas victorias para crecer y bailar con la confianza de quien se regodea en un nicho desocupado.

Contenido sugerido

Contenido GEC