Hubo un tiempo en el Perú –entre los años 60 y 80 aproximadamente– en el cual tuvimos una potente industria fonográfica. Allí estaban El Virrey, Iempsa, Sono Radio, Infopesa o MAG editando y publicando música en formato vinilo con gran frecuencia y calidad. Era tanta la producción, que muchas de estas disqueras tenían músicos de sesión a tiempo completo, listos para volcar su talento en las grabaciones que fueran necesarias.
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En la disquera MAG (propiedad de Manuel Antonio Guerrero, de allí sus siglas), uno de esos músicos de planta era Pablo Villanueva Brandan (Lima, 1936), más conocido como Melcochita. Ya por ese entonces era un joven que se había ganado un espacio en la Peña Ferrando gracias a su habilidad en la percusión, razón por la que fue reclutado por MAG. Y allí se haría más versátil aún.
“Primero me llamaron de corista para Nelson Ferreyra”, dice Melcochita a El Comercio. “Y como vieron que tocaba instrumentos, me quedé. Paraba allí sentado, y todo sacaba. Si llegaba un tenor, lo acompañaba; si llegaba un huayno, huayno tocaba”, cuenta mientras se pone dos dedos en la boca para chiflar y hacer el típico guapeo del ritmo andino.
Y es así como, uno de esos días de fines de los años 60, también incursionó en el rock. La historia es particular y la cuenta el propio Melcochita: “La banda Los York’s, que trabajaba para MAG, había grabado un LP de 12 canciones. Pero cuando terminaron su contrato, se fueron al Virrey, la competencia. Y solo dejaron las pistas. Manuel Guerrero estaba como loco. ‘Ahora qué hago’, decía”.
“Yo entonces le dije ‘páseme las pistas, suéltelas nomás’. Y comencé a inventar las letras, siempre sobre la música. Improvisé en el momento”, explica el músico sobre los dos peculiares temas de Los York’s en los que aparece como vocalista.
Para romper la pista
Uno es “El sicodélico” –que dura poco más de dos minutos–, un intenso y muy bailable track de garage rock en el que Melcocha canta (“sicodélico así soy yo/ porque me gusta bailar así/ y toda la gente baila conmigo”), pero sobre todo emite alaridos sin sentido alguno. La otra canción es “El loco” –poco menos de dos minutos– y en ella, haciéndole honor a su título, el músico y comediante se desquicia en salvaje arrebato: “Me muerdo la oreja/ me muerdo los ojos/ y toda la gente, locoooo”.
Ambos temas aparecieron en el disco “Los York’s 69″, una suerte de acto de venganza de Manuel Guerrero contra la banda que abandonó su disquera. Como es lógico, la agrupación nunca quiso reconocer el álbum como propio. Si se molestaron por ello, a Melcochita lo tiene sin cuidado. “Qué se van a molestar si ellos traicionaron al señor Guerrero –dice–. Al contrario, él es quien tenía que molestarse, porque le pagaron mal”.
Poco tiempo después, Melcochita siguió dando muestras de su vena rockera. Por ejemplo, colaboró con una banda como Traffic Sound (la percusión en el icónico tema “Meshkalina” es suya). Y casi está de más decir que con la salsa y con el son es que mejor le fue: colaboró con la Fania, Celia Cruz, Johnny Pacheco, Tito Puente y Willie Colón, y nos legó temas tan sonados como “Madre” o “Pegaso”.
Una nueva vida
Han pasado 55 años desde el lanzamiento de “Los York’s 69″ y, ahora, los dos temas en los que manda la voz de Melcochita han sido editados por primera vez en formato single y en vinilo. El trabajo ha estado a cargo de la renacida disquera MAG, ahora en manos de la empresa española Distrolux SL, desde que compraron el catálogo en el 2021. Es allá, en España, donde han sido lanzados hace unas semanas, y ojalá algunos ejemplares lleguen pronto al Perú.
En la portada aparece un joven Melcochita en un taller mecánico, con más onda garage que nunca. Eso sí, Villanueva dice que con él nadie se ha contactado. “Ellos sacan los discos nomás y a uno no le cae nada”, reniega aunque, como siempre, no le dura mucho el mal humor. Al rato coge su guitarra, se pone unos lentes oscuros, y empieza con los ademanes de un auténtico ‘rockstar’.
Puede que su faceta cómica sea la más popular entre la gente, pero el Melcochita músico todavía tiene varias sorpresas por regalarnos.