El Misionero tiene 25 años menos, está en un campo de fútbol y en vez de un micrófono en la mano lleva chimpunes en los pies. Darío Silva, el nombre con el que aquel niño fue bautizado, corre por la banda derecha mientras escucha la voz de su progenitor. Retumbando en su cabeza, y como si se tratase de un maestro de ceremonias, dice: "Vos sos un tigre. Vos no te vas a rendir nunca. Seguilo. Alcanzalo. Firme. Firme. Siempre firme". El recuedo se esconde y emerge la figura de un hombre de 35 años. Con el ceño fruncido, los brazos llenos de tatuajes y las manos en posición de pelea, El Misionero admite que su labor, cada vez que se para en un escenario de freestyle, es enseñarles a los chicos con las mismas frases que su padre le mencionaba cuando era pequeño.
Darío Silva (Misiones, 1983) es hijo de un pastor evangélico y tiene a Dios muy presente. Día a día se dirige a él y su "brújula", como lo llama, sabe orientarlo hacia los lugares que le ayudarán a crecer como persona.
"Mi creencia en Dios es algo más personal. Es algo más íntimo. Sé que Él me guía al norte. Es como mi brújula. A veces cuando estoy perdido por ahí, con tantas cosas que vivo, tiendo a perderme entre medio de las luces; pero, mi norte siempre sigue siendo la palabra de Dios. Entonces trato de alinearme con Él", expresa El Misionero mientras juguetea con su tupida barba y rememora una cita bíblica de Mateo 6:33 ("Pero busquen primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas")
Es fácil nublarse cuando uno es famoso. Todos te hacen sentir importante, y les crees. Autógrafo, foto y video para redes sociales. En esta calurosa mañana, El Misionero ha escrito su nombre en al menos seis hojas de cuadernos, ha mandado cuatro saludos por teléfonos móviles y ha posado unas cinco veces para el lente de algún fanático afortunado. Estamos en el Terminal Pesquero de Chorrillos y los fans aparecen de todos los lados. Hasta en los lugares más inhóspitos, el "¡RUIDO!", frase célebre de El Misionero, ha sido escuchado.
"Tenés mucha gente que te adula. Que te dice que eres el mejor. A mí Perú me recontra remima. Me siento Mick Jagger. Llego a un lugar y me regalan cosas. Y me dan de comer. Y me atienden. Y probá esto. Y probá lo otro. Es lindo cuando te tratan bien". dice El Misionero con una amplia sonrisa.
Pero también entiende que todo ese buen trato se tiene que manejar con responsabilidad. Siempre trata de ser recíproco y retribuye la cosas. "Ayer en el hotel regalé una de mis camperas preferidas; pero, me dieron como cuatro", expresa entre risas de sorpresa e incredulidad.
- Luz para otros, sombras para él -
"La última vez que vino a la Argentina él (Canserbero) lo traje yo. Y me afectó (su muerte) porque lo conocí. Compartió, estuvo conmigo. Y más me afectó porque sentía que tenía un dolor muy grande en su corazón. No sé si por la vida o por qué... Siento que su final fue trágico. Todo es muy loco pues él fue una salvación para muchos que lo escuchaban; pero, él no se pudo salvar a sí mismo", El Misionero hace silencio y toma un gran trago de vino blanco.
En un restaurante frente al mar, El Misionero luce tocado. Con la apariencia de un peleador de MMA, uno de los host más sobresalientes y carismáticos del medio, medita lo próximo que está por decir.
"Increíble el talento que tenía. Mirá, yo me hablo con Apache, con Akapellah, con Lil Supa y todos coinciden en que el tipo (Canserbero) tenía la lapicera perfecta. Era perfecto a la hora de escribir. Perfecto a la hora de rimar. Perfecto a la hora de transmitir, de interpretar. Yo lo miraba dos horas de show y me quedaba así" (abre la boca, descansa los ojos y se muestra estupefacto).
Canserbero en Argentina | 5 de diciembre 2014
- Predicador del escenario -
Darío Silva tiene pareja pero no hijos. Los piensa tener; pero, por ahora, sólo se comporta como aquel padre preocupado que busca dejar un mensaje a los que lo escuchan. Ser figura, y muchas veces admirado por los niños, lo lleva a encarar la responsabilidad de transmitir un mensaje motivador siempre que está arriba de un escenario.
"Me gusta pensar, como padre, qué me gustaría a mí que mis hijos aprendan. Y de esa manera tomo esa responsabilidad de la gente que me sigue a mí. Si ellos me van a imitar, que imiten lo mejor. No te digo que no tengo cosas malas; pero, trato de guardármelas para mí", termina la frase al mismo tiempo que su mano derecha toca un tatuaje en forma de corona que reposa en su pecho.
El Misionero se colocará encima del escenario en la Red Bull Final Internacional Argentina 2018 y se dirigirá al público como aquel predicador que le enseñó a nunca achicarse cuando era niño. Como aquel chico que corría detrás de un balón, oirá la voz de su padre diciéndole que es un tigre y rugirá el mensaje para transmitirlo a miles de personas que lo verán entre luces y humo.