Como parte de una generación de músicos que vivieron el proceso de cambio en la industria musical provocada por la aparición de MTV, la banda peruana Ni Voz Ni Voto siempre está en búsqueda de nuevos elementos para añadir a su sonido particular, encabezado por la voz de Claudia Maúrtua, quien, después de 25 años como parte de esta banda, comprendió que la única constante es el cambio.
“Es adecuarse siempre a las situaciones que aparecen. Ahora contamos con un nuevo integrante que debutará en este aniversario con nosotros. Esperemos que aporte nuevas ideas a nuestras producciones y veamos qué cosas nuevas salen”, comenta la artista en una entrevista con El Comercio.
―¿Cómo llegar a los 25 años sin separarse?
Para seguir produciendo y ser constantes, independiente de las curvas donde hay picos en la escena rockera peruana, es importante que la mayoría de sus miembros fundadores aún sigan en la banda. Si aún el corazón de este proyecto todavía late, entonces la música seguirá estando presente para nosotros, aunque ya no estemos en la parte alta de esa curva.
―¿Ahora se encuentran en la parte baja de esa curva?
En una meseta baja diría, es cuando la escena underground y la escena más popular del género se fusionan en una sola gran escena que no recibe tanto apoyo y que de vez en cuando escucha algún tema popular en la radio. Sin ir tan lejos está Río con tantas canciones en la radio, pero sin canciones nuevas porque los éxitos son los que siempre aparecen. Lo mismo le pasa a Amen o Mar de Copas, pero no es una etapa de declive en la calidad, sino de baja popularidad.
―¿Al público le cuesta soltar los clásicos?
Sí, eso se nota más en el streaming, eso obedece un poco a la edad del público. No es algo que satanice porque yo también siempre vuelvo a lo mismo con mis referencias como AC/DC. Sé que sacaron un nuevo álbum en 2020, pero ya sabes, no es “Back in Black”.
―¿Les molesta cuando les piden las mismas canciones?
Como músico, siempre aburre tocar las mismas canciones, pero de alguna forma hacemos un balance al momento de subir al escenario porque tenemos que divertirnos nosotros, pero también el público. Pensar que ese espacio es solo nuestro sería algo muy egoísta.
―¿Cómo manejan qué temas tocarán en los conciertos?
Armamos los setlist dependiendo del lugar, la hora, el tipo de evento o del artista con quien compartimos escenario. Siempre estarán las canciones inamovibles para el público, pero también las inamovibles para nosotros. A veces, cuando nos piden que continuemos tocando, ya tenemos algunas canciones en mente que no practicamos. Aún así, las tocamos como salga para que el público la pase bien.
―El rock peruano parece siempre contar con una gran presencia masculina y no tanto de mujeres.
Siempre hay casos donde ocurren momentos machistas, no porque te odien por el hecho de ser mujer, sino porque no te dan la confianza o no apuestan por ti en la escena de rock. No solo pasa en Perú, sino en todos lados. El rock siempre ha sido una industria de calzoncillos debido a la cantidad de hombres en la escena.
Suelo comparar esto con cualquier otra profesión, como la enfermería, donde hay una gran presencia femenina, más que masculina. Eso no quiere decir que no haya hombres, pero hay una mayor predilección por ciertas áreas. Con el tiempo, estas cosas dejan de ser exclusivas de un género.
―¿Se podría decir que se nivela?
Sí. La presencia femenina en el rock pone de manifiesto prejuicios sobre la preferencia de ciertos géneros en la industria, pero eso está cambiando porque hay hombres y mujeres que demuestran que también tienen la capacidad no solo de tocar o cantar bien, sino de pertenecer a la escena en su totalidad. Esto es un empleo y somos tan profesionales como un médico o un abogado.
―¿Al comienzo eligieron una vocalista mujer?
No lo consideramos una desventaja, sino una ventaja porque llamó bastante la atención por nuestra manera de salir al escenario y estilo particular. Recuerdo que las revistas del momento y la prensa se preguntaban de dónde había salido la “rubia achorada” de Ni Voz Ni Voto que cantaba como cualquier otra persona con bastante actitud. ¿Por qué les gustó esta fórmula? Fue por amor a la música, a que éramos su banda preferida y que nuestra música les gustaba realmente. Además, yo nunca hubiera permitido que alguien me discriminara por ser mujer. No lo experimenté por parte del público o la producción. Tal vez nunca pasó debido a mi manera de vestir que cambiaba siempre.
―Estos cambios de look parecen más una constante en las artistas femeninas que en los hombres.
Sí, cuando subimos al escenario, las mujeres nos producimos más que los hombres. La imagen es muy importante en esta industria, para mí siempre hubo una renovación de la imagen porque era esencial, algo que lo entendía yo muy bien. Incluso tenía que decirle a los otros miembros de la banda que no se subieran en buzo, sino con algo más apropiado. La ropa en el escenario es un tema complicado porque vendes tu imagen, pero al mismo tiempo debes sentirte cómoda.
―¿Cómo cambiaste tú?
Ponía esto en una balanza donde a veces el look le ganaba a mi comodidad, eso pasaba porque tenía que seguir una performance. Tuve mi etapa dark, una un poco más pop, otra más rockera, una más metal clásico, una más tranquila, siempre hubieron cositas que cambiar. También está la edad que afecta todo porque hay que reconocer que uno no tiene 20 años, pero aún uno debe verse fuerte y con energía.
―El público acepta cambios de imagen, pero no en la música que tocan.
Es un poco egoísta pensar así. A las personas a veces no les gusta que los músicos evolucionen, pero con 25 años de carrera musical, sería imposible no haber cambiado durante todo este tiempo junto con nuestro público, que se compone de personas que nos siguen desde nuestros comienzos y de nuevos seguidores que se identifican con nuestras canciones.