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¿Qué pasó con el doblaje latino en series animadas?, la voz de Haku en “El viaje de Chihiro” revela la razón del cambio
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Hubo una época en que las caricaturas hablaban nuestro idioma. No solo porque estaban en español, sino porque sonaban cercanas: las bromas parecían cotidianas, los personajes referenciaban a la cultura latina, y el humor se colaba entre los diálogos como un guiño compartido. Esa tradición del doblaje latinoamericano —espontánea, artesanal y profundamente creativa— fue el alma invisible de generaciones enteras frente al televisor.
Entre quienes fueron parte de esa etapa se encuentra Alan Velázquez —voz de Haku en “El viaje de Chihiro”, Nick Dean en “Las aventuras de Jimmy Neutrón, el niño genio” y Michael Morningstar en “Ben 10”—, uno de los actores más reconocidos del doblaje mexicano contemporáneo. Su carrera atraviesa la época dorada de los estudios de voz en la región y el posterior viraje hacia la producción.
“Antes había muchísima más libertad”, recuerda Velázquez en entrevista con El Comercio. “Podías meter chistes, probar cosas, darle ritmo propio a los personajes. Ahora esas cuestiones ya quedan más como una anécdota”, agrega.

Los dibujos de antes
La industria del doblaje vivió su auge entre los noventa y los primeros años del 2000, cuando los estudios de México y Venezuela producían voces para toda América Latina. A falta de manuales y supervisores extranjeros, el humor nacía de la cabina. Cada actor podía improvisar un remate, cambiar una entonación o inventar una línea que diera vida al personaje.
“En series como ‘Las sombrías aventuras de Billy & Mandy’ existía un espacio para jugar, las cuales dieron vida a muchas frases para la posteridad -explica Velázquez, quien hizo la voz de Billy- Eso era idea del doblador, porque a veces el texto original era muy seco, y el actor lo llenaba con algo propio. Eso era parte de la magia”.

Así, nacieron frases como: “Mira, no le pasó nada, lo salvó la virgen de Guadalupe” en el primer episodio de Los Super Campeones, o “Te lo juro por Dieguito Maradona”, en “Coraje, el perro cobarde”. Esa libertad se fue reduciendo con el tiempo. Las grandes productoras comenzaron a pedir versiones más neutras y homogéneas para todo el público hispano. En lugar de improvisación, precisión; en vez de chispa local, control del tono. “Ahora todos los libretos vienen cerrados, no hay huecos para improvisar”, explica. “El cliente te dice qué puedes decir, qué actor usar y cómo debe sonar. Las órdenes llegan desde arriba”.
El resultado, dice, es un doblaje técnicamente impecable, pero menos cercano. Entre algunos de los cambios notables de esta etapa se encuentran caricaturas como “Hora de Aventura” o “Un show más”, que poco a poco fueron perdiendo diálogos memorables. “Pensar que todos los hispanohablantes hablamos igual es encasillar a todos en el mismo saco, la diversidad era lo que nos aproximaba entre países”, enfatiza Velázquez.

Ghibli en español
Doblaje y precisión alcanzan su punto más alto cuando se trabaja con los grandes estudios japoneses. Studio Ghibli, legendario por su atención al detalle, exige un trabajo donde cada respiración cuenta. Para Alan Velázquez, participar en sus películas fue una experiencia distinta a cualquier otra. “La forma en que se mueven los personajes, los silencios… todo tiene un peso poético. Tienes que entender eso antes de abrir la boca”, menciona.
Su voz da vida a Haku, el joven dragón que acompaña a Chihiro en “El viaje de Chihiro”. “Cuando se trabaja con Ghibli no se suele tener contacto directo -recuerda- Llegué, grabé y listo. Todo venía perfectamente establecido. El libreto, los tiempos, el tono… No podías mover una coma. Pero también aprendí muchísimo: cuando ves esa animación frente a ti, entiendes que no hay espacio para improvisar, solo para emocionar”.

Velázquez considera que el secreto del buen doblaje no precisamente en tener una buena voz, sino en la formación actoral. “El doblaje es actuación pura”, insiste. “Cuando alguien no tiene bases actorales, se nota: suena leído, falso”. Algo común cuando se tratan de doblajes amateur.
En los filmes de Ghibli, esa exigencia se traduce en un tipo de interpretación casi silenciosa, donde el actor debe decir tanto con el tono como con la pausa. “Doblar a Haku fue un reto porque no hablas solo por el personaje cuando se trata de Ghibli, se habla de hacer que la película mantenga su espíritu”, concluye.












