La obra va en el teatro de la Universidad del Pacífico. (Fotos: José Orihuela)
La obra va en el teatro de la Universidad del Pacífico. (Fotos: José Orihuela)

Las calles viven en constante oscuridad desde que el malvado Sanseacabó tomó el poder de la ciudad. Pero allí, en medio de la triste urbe gris, vive un grupo de muchachos soñadores que anhelan pasar sus días en un mundo mejor o, como ellos mismos dirían, "en un lugar con mucho brillo y donde no haya frío". Para lograrlo, han ideado un plan: cuando llegue el momento ideal, ellos liberarán los colores, plantas y música, elementos que guardaron por mucho tiempo pues son los únicos que pueden devolverle la vida y el brillo de antaño a su ciudad. El problema es que uno de ellos ha sido secuestrado por el bando enemigo y el plan podría fracasar.

Este panorama es el que se muestra en "Sanseacabó", obra de teatro para toda la familia que se acaba de estrenar en el teatro de la Universidad del Pacífico. Allí, Alejandra Bouroncle se convierte en la valiente y tenaz Balán; Vian L. King es Bolsa, quien siempre carga un artilugio que saca de apuros al grupo; Rosella Roggero se transforma en la sagaz Faras; mientras que Diego Sakuray es el intrépido Barullo. En el otro bando, el de los malvados, está Diego Pérez, quien da vida al malvado gato Grakus, el fiel sirviente de la horrible bruja Cachivache, personaje que es interpretado por Irene Eyzaguirre; y, finalmente, Stéfano Salvini, quien encarna al nefasto Sanseacabó.

—Una mirada crítica—
Es interesante cómo "Sanseacabó", siendo una obra para niños, se perfila como una crítica a la sociedad actual. En ella, Miguel Álvarez hace énfasis en cómo una persona puede pervertir sus deseos y cómo ello se exacerba al llegar al poder. Tal vez, un guiño crítico a la clase política nacional.

Pero Álvarez no concluye allí. Aunque no es explícito, a lo largo de la obra deja notar que los muchachos protagonistas son los únicos que, sintiéndose inconformes con la vida que les ha tocado, se han puesto manos a la obra para transformar su mundo. Es entonces –cuando ellos logran dar agigantados pasos para cumplir con su objetivo– que el poder (personificado por Sanseacabó y sus secuaces) se empecina por destruir sus ánimos. El secuestro no será lo peor que le podrá pasar a uno de ellos, sino verse sometido a un juicio social en el que la máxima es la siguiente: para qué esforzarse si la situación jamás va a cambiar. Felizmente, nada podrá quebrar sus ideales.

Más información
​Lugar: teatro de la Universidad del Pacífico ( Jr. Sánchez Cerro 2121, Jesús María). Horario: sábados y domingos, 4 p.m. Entradas: Teleticket.

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