¿Tiene sentido matricularse en clases de surf a pesar de no saber nadar? “Cuando me metí al mar con mi tabla, tuve que salir, no podía estar ahí”, recuerda la dramaturga y directora Carla Valdivia. ¿Irresponsable? A medias: en paralelo, ella se enlistó en lecciones de natación, pero entre una piscina y el mar hay mucha diferencia. “Aprendí a nadar por una obra. Pensaba que para seguir escribiendo tenía que tomar clases. Es verdad que hay cosas que me dan miedo, como el mar, pero siempre trató de enfrentarlas, y en este caso no encontré otra manera de curarme que entrando. Intento ser valiente así me cueste un montón”.
No fue lo único que Valdivia hizo para darle forma a “La mujer y el mar”, autoficción que por una breve temporada se monta en el teatro de la Alianza Francesa. También visitó el puerto de pescadores de Chorrilos y Pucusana, conversó y aprendió de las dinámicas que allí se suceden y los discursos que se manejan. “En la obra hablo de botes que tienen nombres de mujeres, pero que a ellas nunca las ves manejándolos. Y cuando les preguntaba a ellas si habían intentado pescar, me decían que no, que no sabían por qué no. ¿Lo harían? ‘Si, puede ser que sí’. Y así indagábamos en sus motivos: los hombres les decían que no tenían la fuerza necesaria o que el mar era muy peligroso. Esa información les había llegado y es la misma que compartían con al resto”, cuenta.
Pero Valdivia elude cualquier mirada maniquea de la realidad. En su experiencia, los hombres no solo crean paredes, también las derriban. “Conocí a un pescador que me dijo que me podía enseñar, que tenía que llegar en la madrugada para entrar y ahí vería si podía. Pero también a otro que me dijo que no, que había tener una habilidad especial, fuerza, saber nadar y aguantar porque esto mareaba mucho, y tenía que estar en control”.
Justamente lo que intentaba la autora era soltar el control para luego recuperarlo. “Cuando lo perdía, intentaba reponerme, paso a paso. Me ayudó a encontrarme, a reconocer mis límites”.
Diálogos entre autoras
Al ser limeña, Valdivia se cuestionaba sobre su relación con el mar. ¿Qué significa vivir al costado del océano y no sentirse lo suficientemente cómoda para entrar? “El mar es inabarcable, hay mucho que no sabemos de él, y tiene que ver con cómo me siento al no tener el control”, dice.
El mar también es una metáfora de sí misma. ¿Qué tan profundo se puede explorar? En “La mujer y el mar”, el personaje se zambulle y se topa con más mujeres. ¿Están ahogándose? No. “Viven en un universo distinto. Son las no vistas, las de los nombres de los botes. Y a la par, también está su familia, su abuela, su madre, su padre”.
Lo que la dramaturga plantea en esta obra que ella dirige y protagoniza tiene que ver con una interrogante: ¿qué lugar ocupa en la sociedad?, asunto que otras autoras también debaten en el circuito teatral limeño. Valdivia menciona a Patricia Biffi, Lita Baluarte y Rocío Limo, quienes están montando o pronto estrenarán puestas en escena que sumarán al diálogo sobre lo femenino.
Pero es más complicado. “Existe la idea de que te puede pasar algo, que si no sabes nadar te puedes caer y ahogar, o que te pueden llevar hacia otro lado. Son asuntos sobre los que las mujeres nos preguntamos. Hay que empezar a recuperar el control y tratar de persistir”, sentencia.
Lugar: Alianza Francesa (Av. Arequipa 4595, Miraflores)
Elenco: Carla Valdivia y Favio Rojas
Temporada: hasta el 27 de mayo
Entradas: Joinnus.com
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