Mujeres pálidas y frágiles, arañas de horrísona ternura, la sombra como parte intrínseca de la belleza. Lo que más seduce del estilo gráfico del ilustrador francés Benjamin Lacombe (París, 1982) es, por un lado, su búsqueda de la belleza y, por otra, de aquello que la amenaza. Sus influencias son el magnífico Quattrocento italiano y el sobrecogedor terror gótico, a la vez. Y quizás en esta combinación radica la clave del éxito de un estilo que sintoniza con la sensibilidad actual: aquella que encuentra belleza en los lugares menos pensados, y que, a la vez, resulta terriblemente frágil. Los peruanos, que hoy vemos nuestras playas asfaltadas de petróleo, lo sabemos bien.
“Siempre habrá luz y sombra en el arte, belleza y violencia, luz y barbarie. Es parte de la naturaleza misma, y de la humanidad, en específico. Uno de los libros que hice fue “Bambi”, en que mezclé belleza y delicadeza con esa violencia inherente a la naturaleza y el hombre. Por otro lado, también observamos el colapso natural causado por el ser humano, la extinción de muchísimas especies por su causa. Es terrible ver todas las maneras en que estamos dañando nuestro medio ambiente”, lamenta el artista.
En su estudio en París, Lacombe recibe la llamada de El Comercio para hablar de su más reciente trabajo “La mejor mamá del mundo”, uno de sus libros ilustrados más amables y luminosos. En él, el artista francés y el escritor Sébastien Perez investigan en el concepto de la maternidad a partir de sus ejemplos zoológicos, abriendo un bello catálogo de madres de distintas especies, desde la sacrificada araña, la empoderada pingüino o la independiente dodo, que deja sus huevos en otros nidos para que pájaros de otras especies los cuiden.
“Hay mucha gente que opina sobre cómo se debe criar a los hijos, si está bien que dos hombres o dos mujeres sean padres, qué es normal y qué lo “anormal”. Lo interesante es que la naturaleza nos da muchos ejemplos que para las personas más intolerantes serían “antinaturales”, explica el artista.
¿Hablamos de un libro para madres o para hijos?
¡Para los dos! Es un libro que habla sobre la diversidad de la maternidad, que abre la reflexión sobre las distintas formas de criar a los hijos. Cuando vemos la naturaleza a nuestro alrededor, encontramos una muestra de diversidad. La única especie que ve la crianza de los hijos con gran dogmatismo es la humana.
¿Ver las diferentes maternidades en el mundo animal puede servir a las madres humanas a asumir ese rol de una nueva forma?
Esa fue mi intención. Lo bueno de los libros ilustrados es que nos permiten leerlos como una metáfora, sin moralejas. Habrá quienes digan que son solo historias de animales, y otros que empiecen a hacerse preguntas sobre ese sinfín de posibilidades. Están las personas que juzgan, que hablan del “orden natural” de las cosas. Hablando con mi madre, psicóloga que trabaja para el Ministerio de Justicia francés en casos de niños y jóvenes víctimas de abuso, le pregunté si es realmente cierto que exista una familia perfecta. En realidad, como ella me dijo, los niños tienen los padres que tienen. A veces dos, a veces uno, a veces una abuela, un abuelo. Lo único importante es el amor que se les da a los niños. Una “familia perfecta” puede tener todo el dinero que necesiten, pero si no hay afecto, ternura, cercanía, después habrá problemas. Lo vemos en el caso de los psicópatas, con una niñez privada de vínculos, de tacto, de amor, lo que hace que de adultos sientan esa desconexión con el resto. “La mejor mamá del mundo” no existe. Lo que más importa es el vínculo amoroso.
¿Hay animales que nos recuerden lo más oscuro de los humanos?
Los seres humanos somos especialmente etnocéntricos cuando se trata de la crianza, todo lo vemos según la perspectiva de la sociedad del siglo XXI. Pero este libro se puede leer también como una alegoría de toda la diversidad cultural en la maternidad. Dependiendo de donde uno se encuentre, cría a sus hijos de manera distinta. Eso lo vemos muy bien con la madre pingüino: en un entorno sumamente frío, ella parte de viaje a buscar comida, mientras el padre cría al pequeño. Y eso sucede también con los seres humanos.
Se ha definido tu obra como “neogótica”, “surrealismo pop”, o parte del movimiento “lowbrow”. ¿Te identificas con esos estilos?
Es una pregunta difícil. No me gusta ir poniéndome etiquetas. Hay personas que dicen que mi trabajo es muy oscuro y melancólico. A veces lo es y a veces no. Tengo más de 40 libros y solo una pequeña parte son góticos, como “Cuentos macabros”, o “Fantasmas del Japón”, mientras que “La mejor mamá del mundo” está lleno de color y brillo. En Estados Unidos les gusta mucho ponerme la etiqueta de “surrealismo pop” y “lowbrow”, pero no soy solo eso. Lo que quisiera realmente es que vieran en mi obra diversidad, poesía, sentimientos. Eso es lo que yo quiero con mis personajes. Trato de no ser exagerado o vulgar. Hago mi mejor esfuerzo con mis dibujos, pero nunca se sabe. ¡Es el lector el que siempre decide!
Título: “La mejor mamá del mundo”. Autor: Sébastien Perez. Editorial: Lunwerg. Páginas: 56.
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