El impacto en la sociedad británica de la explosiva entrevista que el príncipe Harry y su esposa Meghan Markle concedieron a la presentadora estadounidense Oprah Winfrey es inocultable. Ciudadanos e importantes medios de comunicación permanecen en shock por las revelaciones de los duques de Sussex, que incluyen acusaciones de racismo y falta de apoyo psicológico ante pensamientos suicidas.
Medios como el diario “The Guardian” y la cadena BBC destacan en sus portadas digitales todos los aspectos de la entrevista, especialmente el pasaje en que Meghan y Harry develan que un miembro de la familia real expresó preocupación por el color de piel que tendría el primer hijo de la pareja. El revuelo hizo que Oprah aclarara posteriormente que los duques le habían dejado claro que el autor de esos comentarios no había sido la reina Isabel II ni su marido, el príncipe Felipe.
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“Independientemente de lo que la familia real esperaba de esta entrevista, esto fue peor”, dijo el diario conservador “The Times” en un análisis de lo ocurrido. Por su parte, el diario “Daily Telegraph”, del mismo corte, llegó a aconsejar a la realeza usar un “chaleco antibalas” ante una entrevista que contenía “suficientes proyectiles para hundir a una flotilla”.
En diálogo con El Comercio, el historiador y médico español Amadeo-Martín Rey y Cabieses, monárquico convencido, considera que “es claro que la imagen de la corona británica será dañada por estos sucesos pero estoy seguro de que las aguas volverán a su cauce”.
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A continuación, el punto de vista del experto en monarquías sobre las consecuencias que la entrevista tendrá para la corona y los propios duques de Sussex.
—¿Qué tan mala o preocupante ha sido esta entrevista con la presentadora Oprah Winfrey para la monarquía británica?
Muchos califican esa entrevista de “demoledora”. Yo vería más bien estas cuestiones con perspectiva histórica. Nada es tan grave que el tiempo no logre diluir o serenar. Ahora bien, sinceramente considero que los protagonistas de la entrevista no han actuado bien. Por un lado, el duque de Sussex tiene una larga historia de extemporáneas actuaciones, hechos y declaraciones. Sería interesante estudiar su personalidad y las causas de su peculiar modo de desenvolverse en la vida. Unos dirán que proviene de una familia desestructurada, otros afirmarán que eso no tiene nada que ver, puesto que su hermano, el duque de Cambridge, hijo de los mismos padres, es bastante más ecuánime. Y, por cierto, la Corona no es un “reality show” y las disputas Kate-Meghan no deberían ser objeto de escarnio público. La cuestión es que nadie elige nacer donde nace. Pero sí puede elegir continuar en ese ambiente o no. Todos tenemos una serie de deberes en la vida, provenientes precisamente del lugar y circunstancias de nuestro nacimiento. Harry tenía los que todos sabemos. Pero no está dispuesto a asumirlos. Su matrimonio con alguien que no comprende a la realeza y que está a años luz de lo que significa pertenecer a una familia real reinante no ha jugado a favor de ese cumplimiento de los citados deberes.
—¿Y en el caso de Meghan?
Meghan, antes de sentirse deslumbrada por los fastos de la realeza, debió informarse bien de qué suponía entrar en ella. No será por no tener antecedentes: Diana de Gales entre otros. Muchos creen que ser príncipe es fácil y que se dedican al “dolce far niente”. Nada más lejos de la realidad. Tienen un cúmulo de obligaciones y esclavitudes para las que se preparan desde su nacimiento. Y todo ello para servir a su patria del mejor modo posible. En cuanto al daño que pueda hacer a la monarquía británica es, a mi juicio, relativo. Una de las ventajas de los regímenes monárquicos es que están por encima de las personas que los encarnan. Harry y Meghan pasarán y la monarquía británica permanecerá, por mucho que ahora haya rasgaduras de vestiduras, exclamaciones indignadas, premoniciones interesadas de presuntos derrocamientos, etc. Se me dirá que soy “victoriano” pero nunca he sido partidario de airear públicamente los trapos sucios de las familias, sean cuales sean. Y menos, cobrar por ello.
—¿Considera que este es el mayor escándalo desde lo ocurrido con la princesa Diana?
Lo ocurrido con la princesa Diana es algo que ha sucedido, sucede y sucederá a millones de familias a lo largo y ancho de este mundo. Matrimonios desechos, muertes trágicas, incompatibilidad de caracteres... ¿Cuál es la diferencia? Su posición social e institucional y -por consiguiente- su repercusión mediática. Hemos de tener en cuenta que la monarquía británica ha padecido ya innumerables situaciones difíciles y dramáticas que no han acabado con ella. Querer ver en esta entrevista algo así como el principio del fin de la monarquía es una ingenuidad que revela más los deseos de los republicanos, que las probabilidades reales de que eso ocurra.
—¿Qué consecuencias pueden tener las revelaciones de los duques de Sussex han hecho en la televisión estadounidense?
Para la Corona, un momentáneo y coyuntural terremoto que pasará, como todo. Para los monárquicos una sensación desagradable de falta de respeto por parte de quienes más deberían respetar la institución. Para los acérrimos republicanos o antimonárquicos, una ocasión más para arremeter contra una forma de Estado que ha llevado y lleva a los países más avanzados de Europa a altísimas cotas de progreso, tolerancia, democracia y respeto a la ley.
—¿Podría haber una respuesta de la corona británica? ¿Qué se estila en estos casos?
Yo no sé lo que hará la Corona británica. Mi opinión es que debería dar el silencio por respuesta a modo de acción docente, para enseñar que sobre cuestiones de este tipo no se debe discutir en público. Un digno silencio siempre es más eficaz que una respuesta que, aunque se tiñera de prudencia y serenidad, estaría implícitamente originada en la visceralidad.
—Hay acusaciones de preocupaciones sobre el tono de piel de Archie y falta de apoyo ante pensamientos suicidas. ¿Cómo queda la imagen de la corona británica con esto?
Por supuesto yo estoy totalmente en contra de cualquier tipo de racismo o de discriminación por esa causa o por cualquier otra. Los seres humanos tenemos idéntica dignidad, independientemente de color de la piel o de las demás diferencias que tengamos entre nosotros. La Corona británica no tiene nada que ver con ese tipo ideas racistas. Si alguien, equivocadamente, las ha expresado es solo responsabilidad de esa persona. Y da igual que sea rey, príncipe o cualquier otra cosa. Estará mal siempre. Pero es un error -muy extendido, por otra parte- achacar a la institución los errores de las personas que la encarnan. Cada uno es responsable de sus actos y dichos. Está claro que la imagen de la Corona británica será dañada por estos sucesos pero estoy seguro de que las aguas volverán a su cauce. Sabemos, al menos, que ni la reina Isabel II ni el duque de Edimburgo profirieron ideas racistas, lo cual me hubiera extrañado en la Cabeza de la Commonwealth y su esposo.
—Como experto en monarquías, ¿qué es lo que más le sorprendió de la entrevista entre el príncipe Harry y su esposa Meghan con la presentadora Oprah Winfrey?
No puedo decir que nada me haya sorprendido. En España decimos que a mi edad, y con lo que ya he visto y vivido, “estoy curado de espantos”. Proviniendo de quien proviene, aún me sorprende menos. Supongo que a otros les habrá sorprendido que Meghan haya expresado que tuvo deseos de suicidio, que la presión de la prensa era insoportable, que la familia real no la apoyaba, que declare tan abiertamente que a su hijo se le negó el título de príncipe por motivos racistas o que Harry haya evidenciado su decepción respecto al trato que le ha dado su padre o que éste no le responde sus llamadas telefónicas, algo tan íntimo que, por supuesto, no nos interesa.
Sinceramente es bastante llamativo que digan que han sido abandonados a su suerte quienes poseen una situación que muchos envidiarían, muchos que preferirían sentirse “atrapados” en la jaula de oro que es el palacio de Buckingham o cualquiera de las demás residencias de la Corona, a seguir pasando penalidades. Decir según qué cosas en un mundo lleno de sufrimiento, pobreza y desesperanza es, cuando menos, una osadía. Cuando hay millones de personas que han perdido sus negocios, su trabajo o sus seres queridos a causa de la presente pandemia, es bastante irresponsable pasear sus padecimientos y llama la atención que hacerlo no les cause rubor alguno. Y más indigna que pretendieran seguir cobrando un estipendio y tener un dispositivo de seguridad por no hacer nada para la Corona. Yo, como la mayoría, si no trabajo no cobro. Harry es militar. Si no quería seguir siendo príncipe, bien podría haberse dedicado a su carrera en el ejército y Meghan a la actividad que hubiera elegido. Pero naturalmente el Nuevo Mundo siempre atrajo más a la duquesa de Sussex que la Vieja Europa.
—¿Cómo quedan los duques de Sussex, su imagen ante la gente, tras estas revelaciones?
Pues supongo que habrá de todo “como en botica”. Para algunos habrán sido valientes y arrojados, pobres víctimas de un sistema periclitado y cruel que no valora las diferencias entre las personas y no respeta sus idiosincrasias. Para otros, entre los que me encuentro, los Duques de Sussex habrán sido imprudentes, aireando innecesariamente problemas personales y familiares. Sorprende que ahora se asusten de los paparazzi quienes han vivido entre ellos, uno por su condición de príncipe y la otra por su profesión de actriz. Para mí, hubiera bastado que, si no quieren seguir asumiendo funciones de representación, se hubieran apartado discretamente, se hubiesen dedicado a su vida privada, y se hubieran negado a echar porquería -y menos a cambio de dinero- sobre el sistema que los ha mantenido durante años, especialmente a él. En definitiva, Meghan ha arrastrado a Harry a vivir “de forma auténtica” y él se ha dejado arrastrar de buen grado huyendo de sí mismo.
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